Lo malo no es ser castrista sino pretender que todo el mundo lo sea. Entiéndase: no son peligrosas las ideas que cada cuál decida tener, sino las actitudes y las formas en las que uno pretenda institucionalizarlas. Porque no es lo mismo apostar por un proceso impositivo e ilegítimo, como lo es la actual Revolución castrista, que la celebración de unas elecciones libres, convocadas bajo los estándares internacionales.
Y el mundo de los blogs es más eso. El mundo de los blogs se asemeja más a una democracia, que a una dictadura, aquí llamada Revolución. Porque la blogosfera no es nada más que un escenario para todos. La pretensión de un ciberespacio meramente socialista no es más que el anhelo de una mente ideológicamente enfermiza. En democracia se concibe Internet como un escenario para intérpretes de todo el espectro ideológico; la diferencia con regímenes como el cubano es que en este se rechaza la idea de Internet como espacio inclusivo.
El encuentro de blogueros progubernamentales que se ha celebrado en Matanzas, BlogazoxCuba, nos ha dejado una retahíla de posts e intervenciones que nos esbozan el concepto castrista (y equivocado) de Internet: se deslegitima el derecho a opinar a aquellos que no concuerdan con una línea oficial, se comprende que Internet es un espacio para la guerra, un campo de batalla, por lo que el objetivo de cada uno de los contendientes sería la eliminación del contrincante. Imaginamos que después –pero esto no nos lo cuentan- vendrían las historias de exilio, campos de concentración y prisioneros de guerra. Luego, para mantener el orden, vendría la represión (como recientemente hemos visto con el caso de Luis Felipe Rojas en Holguín, amenazado con la Ley Mordaza).
El BlogazoxCuba pone en evidencia que en la esfera progubernamental también hay personas a las que les ha picado el gusanito del mundo de los blogs, que si algo refuerza es nuestra voluntad individual. Porque un bloguero, al fin y al cabo, si mantiene un blog asiduamente, acaba considerándolo su casa, un espacio privado paradójicamente expuesto en un espacio público; para un periodista incluso el blog puede llegar a ser una especie de redacción abierta, en el que se puedan mostrar a los lectores ideas que desfilan por su mente pero que todavía no han podido cristalizar en un trabajo completo. Un blog es también la herramienta de expresión para aquellos que no tienen donde expresarse. Por eso es un canal de comunicación ideal para un país como Cuba, cuyos medios están bajo el control de un Estado omnipresente, que todo lo reprime, pero que poco arregla.
El encuentro de blogueros progubernamentales también nos deja otra lección. Y es que el vocabulario entre generaciones parece distinto. Escuchando las intervenciones de algunos veteranos o leyendo sus crónicas y tweets vemos que no desisten de usar la eterna acusación de mercenarismo –o una peliculera vinculación a la CIA- contra aquellos que consideran sus contrincantes. Entre los jóvenes, el uso de este vocabulario, parece retroceder. A pesar de ello, a los blogueros progubernamentales les falta asumir lo que es ya una reclamación universal de defensa de valores como el de la libertad de expresión y de prensa. Resulta grotesco que en un encuentro de personas en torno a la comunicación periodística se discuta más acerca de los intereses de un gobierno por mantener el poder que no en torno a los intereses relacionados con el derecho fundamental a la información, la libre expresión, la circulación de datos sin límites, el acceso irrestricto por parte de la ciudadanía a esta información y a las herramientas digitales que permiten la participación más amplia en los asuntos públicos. Son muchos los silencios de los blogueros oficialistas, pero también pueden ser muchas las esperanzas de que ese gusanito que les ha picado, el de los blogs, genere algún momento ansias de más libertad.
Porque ya no es solo importante lo que hagan o decidan los hermanos Castro y su séquito, también es importante observar qué ocurre en la retaguardia de ese sistema, entre dócil y rebelde. La dictadura cubana es una fábrica de frustraciones, por lo que los blogs son el mejor recurso para proyectarlas. Y cada día más.
Y el mundo de los blogs es más eso. El mundo de los blogs se asemeja más a una democracia, que a una dictadura, aquí llamada Revolución. Porque la blogosfera no es nada más que un escenario para todos. La pretensión de un ciberespacio meramente socialista no es más que el anhelo de una mente ideológicamente enfermiza. En democracia se concibe Internet como un escenario para intérpretes de todo el espectro ideológico; la diferencia con regímenes como el cubano es que en este se rechaza la idea de Internet como espacio inclusivo.
El encuentro de blogueros progubernamentales que se ha celebrado en Matanzas, BlogazoxCuba, nos ha dejado una retahíla de posts e intervenciones que nos esbozan el concepto castrista (y equivocado) de Internet: se deslegitima el derecho a opinar a aquellos que no concuerdan con una línea oficial, se comprende que Internet es un espacio para la guerra, un campo de batalla, por lo que el objetivo de cada uno de los contendientes sería la eliminación del contrincante. Imaginamos que después –pero esto no nos lo cuentan- vendrían las historias de exilio, campos de concentración y prisioneros de guerra. Luego, para mantener el orden, vendría la represión (como recientemente hemos visto con el caso de Luis Felipe Rojas en Holguín, amenazado con la Ley Mordaza).
El BlogazoxCuba pone en evidencia que en la esfera progubernamental también hay personas a las que les ha picado el gusanito del mundo de los blogs, que si algo refuerza es nuestra voluntad individual. Porque un bloguero, al fin y al cabo, si mantiene un blog asiduamente, acaba considerándolo su casa, un espacio privado paradójicamente expuesto en un espacio público; para un periodista incluso el blog puede llegar a ser una especie de redacción abierta, en el que se puedan mostrar a los lectores ideas que desfilan por su mente pero que todavía no han podido cristalizar en un trabajo completo. Un blog es también la herramienta de expresión para aquellos que no tienen donde expresarse. Por eso es un canal de comunicación ideal para un país como Cuba, cuyos medios están bajo el control de un Estado omnipresente, que todo lo reprime, pero que poco arregla.
El encuentro de blogueros progubernamentales también nos deja otra lección. Y es que el vocabulario entre generaciones parece distinto. Escuchando las intervenciones de algunos veteranos o leyendo sus crónicas y tweets vemos que no desisten de usar la eterna acusación de mercenarismo –o una peliculera vinculación a la CIA- contra aquellos que consideran sus contrincantes. Entre los jóvenes, el uso de este vocabulario, parece retroceder. A pesar de ello, a los blogueros progubernamentales les falta asumir lo que es ya una reclamación universal de defensa de valores como el de la libertad de expresión y de prensa. Resulta grotesco que en un encuentro de personas en torno a la comunicación periodística se discuta más acerca de los intereses de un gobierno por mantener el poder que no en torno a los intereses relacionados con el derecho fundamental a la información, la libre expresión, la circulación de datos sin límites, el acceso irrestricto por parte de la ciudadanía a esta información y a las herramientas digitales que permiten la participación más amplia en los asuntos públicos. Son muchos los silencios de los blogueros oficialistas, pero también pueden ser muchas las esperanzas de que ese gusanito que les ha picado, el de los blogs, genere algún momento ansias de más libertad.
Porque ya no es solo importante lo que hagan o decidan los hermanos Castro y su séquito, también es importante observar qué ocurre en la retaguardia de ese sistema, entre dócil y rebelde. La dictadura cubana es una fábrica de frustraciones, por lo que los blogs son el mejor recurso para proyectarlas. Y cada día más.