El béisbol llenó el martes su propia página en la reconciliación de Cuba y Estados Unidos cuando peloteros cubanos que fueron estigmatizados por desertar volvieron a la isla como parte de una constelación de estrellas de Las Grandes Ligas.
Se trata de un doble giro político cubano, entrar en negociaciones con las Grandes Ligas, acusadas por mucho tiempo de robar talentos; y recibir como visitantes oficiales a deportistas desertores, que antes solo podían regresar en esporádicos viajes familiares.
En una sala atestada de cámaras y grabadoras del emblemático Hotel Nacional y ante la presencia de dirigentes deportivos cubanos, cuatro beisbolistas isleños que juegan en Estados Unidos fueron recibidos con aplausos por el público.
Sonrientes, fueron tomando su lugar José Abreu (Medias Blancas), Yasiel Puig (Dodgers), Alexéi Ramírez (agente libre) y Brayan Peña (Cardenales de San Luis).
En primera fila, el médico Antonio Castro, vicepresidente de la Federación Cubana, hijo de Fidel Castro, recibió los saludos de los representantes de la Major League Baseball (MLB) y de la Asociación de Jugadores de Major League Baseball (MLBPA).
Puig, quien desertó en 2011, se emocionó sin reservas. "Me siento muy feliz de estar en Cuba, y que me hayan dado la oportunidad de volver a mi país", dijo el jardinero de 25 años a la AFP.
"Todos aquellos cubanos que están fuera del país siempre están dispuestos a jugar por nuestra patria", agregó.
Ramírez, quien abandonó Cuba de forma legal en 2007, tampoco ahorró sonrisas. "Estoy muy contento de que esto haya sucedido. !Estoy muy feliz! y esperamos que pasen cosas buenas" de aquí en adelante.
En el patio del hotel, alegres y conversadores, familiares aguardaban por el reencuentro.
Abreu, quien desertó en 2013 y firmó un contrato de seis años por 68 millones de dólares con los Medias Blancas, dejó en Cuba a un hijo de cinco años a quien no había podido ver en este tiempo.
Los cubanos llegaron a la isla acompañados de figuras como el venezolano Miguel Cabrera, el dominicano Nelson Cruz y el estadounidense Clayton Kershaw.
Para el béisbol y los aficionados cubanos esta gira, lejos del morbo político, representa un reencuentro con jugadores que alcanzaron el esplendor fuera de su tierra. Visitantes del hotel, sorprendidos, se tomaron fotos con ellos.
Esta es la primera vez en cinco décadas que una constelación de estrellas y directivos de la MLB y de la MLBPA realizan una gira por Cuba, que se extenderá hasta el viernes.
El grupo de directivos lo encabezan Joe Torre, Tony Clark, Daniel Halem y Dave Winfield.
Atraídos por millonarios salarios, muchos jugadores han desertado y su salida ha mermado la calidad del béisbol nacional. Un acuerdo con Las Grandes Ligas sería para muchos la salvación del deporte.
En 2015 desertaron o se marcharon de Cuba de manera legal más de un centenar de beisbolistas y otros fueron sancionados al intentarlo.
Pero las restricciones del embargo impiden la libre contratación de los cubanos, que deben radicarse en otro país y asegurar en el contrato que no retornaran a Cuba.
Interrogados si tienen previsto eliminar esas trabas, el abogado Halem respondió: "es nuestra meta, estamos conversando y el sindicato quiere tener una solución segura y legal; bajo las leyes de los dos países; vamos a negociarlo pero requiere cooperación de los dos gobiernos".
Las Grandes Ligas esperan realizar en 2016 partidos de pretemporada en la isla, tal como ocurría hasta 1960.
"Esperamos tener aquí unos partidos de entrenamiento en la primavera, hemos hablado con la federación cubana, con el gobierno cubano pero nada es oficial hasta el momento, esperamos hacerlo pero nada es oficial", agregó Halem.
A partir de 2013, el gobierno de Raúl Castro dio un giro en la política deportiva de Cuba y autorizó los contratos de cubanos en el exterior.
Desde entonces alrededor de una decena ha fichado por clubes de México, Japón, Canadá y Colombia, pero no han podido hacerlo en la MLB por las leyes de Estados Unidos, ni en las Ligas del Caribe, ya que están bajo las mismas normas.