Un columnista del diario argentino la Nación critica abiertamente a la presidenta de Argentina Cristina Fernández de Kirchner y sus partidarios por engendrar una “nueva ola de falsificación histórica”.
“Como todo el mundo sabe, desde hace ya varios años los gremialistas que apoyan a la Presidenta vienen comiendo sapos con la nueva "historia oficial". No es para menos: impartida por medio de las usinas de propaganda gubernamental -desde los programas de la TV Pública y el canal Encuentro hasta los módulos "educativos" de La Cámpora-, esta nueva ola de falsificación histórica pretende hacer pasar a los héroes y mártires de la clase obrera argentina como "traidores" o "burócratas", mientras se sacraliza "revolucionariamente" a las organizaciones de la clase media radicalizada que, en su desenfreno irracional, ejecutaron brutalmente a varios de tales dirigentes”, escribió Enrique Thomas.
El autor se refiere a la reciente decisión del juez federal Ariel Lijo de archivar el expediente por el asesinato en 1973 del dirigente sindical José Ignacio Rucci, con la presunta autoría de los Montoneros.
“Desde principios de siglo todas las organizaciones de la clase media acomodada (y semiilustrada) que optaron por prácticas terroristas, especialmente en la ciudad de Buenos Aires, tuvieron como principal objetivo el ejercicio de la violencia contra los dirigentes sindicales. Desde la Liga Patriótica hasta la Legión Cívica y desde los Comandos Civiles hasta FAR y Montoneros: más allá de que se definieran como nacionalistas, católicos, radicales o peronistas, estas bandas revelaban la ideología antiobrera que caracteriza a la pequeña burguesía de las semicolonias”, explica el autor.
El columnista critica las piezas propagandísticas del gobierno de Kirchner que insisten “en hablar de "vandorismo" como de una forma perversa, gangsteril y corrupta de ejercer el liderazgo sindical” y considera que “el apego a la "épica setentista", tan frecuente en sus campañas publicitarias y prácticas propagandísticas, sea un claro indicio de los contenidos de clase del kirchnerismo: un movimiento orientado por el sector intermediario de la economía, tributario de experiencias ajenas -como Cuba o Venezuela- y de base eminentemente clientelar. Y por si hace falta aclararlo: no hay en él ningún esfuerzo o intención por reconstruir la "columna vertebral" para retomar el curso histórico del peronismo, como pretenden hacer creer algunos. Si hasta el propio Perón (especialmente el genial estadista de los últimos años) ha sido desterrado de las homilías presidenciales”.
“Por esto es prácticamente imposible que alguna de las corrientes que convergen en el kirchnerismo adopte como propia la reivindicación de José Ignacio Rucci sin producir un cisma o hacerse acreedor a la maldición eterna. No escapan a este pavor los propios dirigentes sindicales oficialistas, quienes no ignoran que deben a figuras ejemplares como ésta la existencia misma de sus organizaciones”.
“Como todo el mundo sabe, desde hace ya varios años los gremialistas que apoyan a la Presidenta vienen comiendo sapos con la nueva "historia oficial". No es para menos: impartida por medio de las usinas de propaganda gubernamental -desde los programas de la TV Pública y el canal Encuentro hasta los módulos "educativos" de La Cámpora-, esta nueva ola de falsificación histórica pretende hacer pasar a los héroes y mártires de la clase obrera argentina como "traidores" o "burócratas", mientras se sacraliza "revolucionariamente" a las organizaciones de la clase media radicalizada que, en su desenfreno irracional, ejecutaron brutalmente a varios de tales dirigentes”, escribió Enrique Thomas.
El autor se refiere a la reciente decisión del juez federal Ariel Lijo de archivar el expediente por el asesinato en 1973 del dirigente sindical José Ignacio Rucci, con la presunta autoría de los Montoneros.
“Desde principios de siglo todas las organizaciones de la clase media acomodada (y semiilustrada) que optaron por prácticas terroristas, especialmente en la ciudad de Buenos Aires, tuvieron como principal objetivo el ejercicio de la violencia contra los dirigentes sindicales. Desde la Liga Patriótica hasta la Legión Cívica y desde los Comandos Civiles hasta FAR y Montoneros: más allá de que se definieran como nacionalistas, católicos, radicales o peronistas, estas bandas revelaban la ideología antiobrera que caracteriza a la pequeña burguesía de las semicolonias”, explica el autor.
El columnista critica las piezas propagandísticas del gobierno de Kirchner que insisten “en hablar de "vandorismo" como de una forma perversa, gangsteril y corrupta de ejercer el liderazgo sindical” y considera que “el apego a la "épica setentista", tan frecuente en sus campañas publicitarias y prácticas propagandísticas, sea un claro indicio de los contenidos de clase del kirchnerismo: un movimiento orientado por el sector intermediario de la economía, tributario de experiencias ajenas -como Cuba o Venezuela- y de base eminentemente clientelar. Y por si hace falta aclararlo: no hay en él ningún esfuerzo o intención por reconstruir la "columna vertebral" para retomar el curso histórico del peronismo, como pretenden hacer creer algunos. Si hasta el propio Perón (especialmente el genial estadista de los últimos años) ha sido desterrado de las homilías presidenciales”.
“Por esto es prácticamente imposible que alguna de las corrientes que convergen en el kirchnerismo adopte como propia la reivindicación de José Ignacio Rucci sin producir un cisma o hacerse acreedor a la maldición eterna. No escapan a este pavor los propios dirigentes sindicales oficialistas, quienes no ignoran que deben a figuras ejemplares como ésta la existencia misma de sus organizaciones”.