El diario oficial cubano Granma publicó este martes una inusual convocatoria del gobierno de la provincia de La Habana para “canalizar” ayudas de la población a los damnificados por el huracán Sandy en las provincias orientales.
La iniciativa se dio a conocer después de que los santiagueros, holguineros y guantanameros han estado sumidos por casi dos semanas en la penuria extrema del caos causado por el meteoro. Y de que la pequeña, pero creciente sociedad civil de la isla, organizara y pusiera en práctica su propio proyecto de ayuda humanitaria a los hermanos en tribulación.
El pasado día 3 la revista británica The Economist resaltó como una diferencia notable durante el paso del huracán Sandy por Cuba que buena parte de la información emanada del escenario del desastre proviniera de los “técnicamente ilegales” periodistas independientes cubanos.
La página electrónica tomaba nota de que los primeros informes sobre daños graves y muertes circularon a partir de mensajes de texto desde los lugares afectados, mucho antes de que los noticieros bajo control estatal anunciaran la pérdida de vidas al final de una emisión vespertina, casi 15 horas después del paso del huracán.
Pero no sólo periodistas independientes de la región oriental ayudaron a sacar a flote la terrible situación de familias sin techo, agua contaminada, días y días sin electricidad y riñas por los pocos alimentos y el combustible para cocinar. También opositores, blogueros, profesionales, Damas de Blanco, y ciudadanos comunes describieron desde las primeras horas el infierno que dejó Sandy tras de sí, bien desde Santiago de Cuba y otros lugares arrasados como San Luis, Palmarito de Cauto y Palma Soriano en la misma provincia; o desde Banes y Velasco, en Holguín; o desde la cabecera provincial en Guantánamo.
Con la respuesta a los necesitados ha ocurrido lo mismo que con la información: los reportes tenían un denominador común: la necesidad de ayuda era urgente y la respuesta de las autoridades había sido cuando menos lenta e insuficiente. La primera en responder fue también la sociedad civil.
Al día siguiente de que Sandy atravesara Oriente, la Alianza Democrática Cubana (ALDECU), un grupo plural de análisis integrado por profesionales opositores, llamó al gobierno a permitir la entrada irrestricta al país de alimentos, medicinas y materiales de construcción, a derogar temporalmente las tarifas aduanales sobre estos artículos y a aceptar incondicionalmente las ayudas ofrecidas por la comunidad mundial.
Una propuesta similar hizo la multilaureada bloguera Yoani Sánchez, quien solicitó además, entre otros puntos, que se organizara a la ciudadanía para compilar, trasladar y entregar ropa, medicinas y otros recursos.
Pero el aporte de la sociedad civil no se limitó a hacer sensatas propuestas deliberadamente despojadas de la politización con que el gobierno suele revestir estos eventos: también predicaron con el ejemplo, al organizar y divulgar en Internet, a pocos días del paso de la tormenta, una serie de “puntos ciudadanos” en la capital para la recepción de alimentos no perecederos y otros articulos de primera necesidad, a fin de enviarlos a Santiago de Cuba y que sean distribuidos por el sacerdote José Conrado, de la parroquia católica de Santa Teresita del Niño Jesús.
La convocatoria, que agrupó igualmente a opositores, Damas de Blanco, blogueros y profesionales afiliados a la Campaña por otra Cuba, incluye soluciones inteligentes para el envío de ayuda desde el exterior: por ejemplo, hacer compras online en webs comerciales que brindan servicio en Cuba y que han demostrado ser eficientes y cumplidoras, como el mercado de Carlos III, la Puntilla, o el mercado Palco. Se adjuntan asimismo nombres y direcciones en diferentes municipios de algunos miembros de la sociedad civil independiente, que se han movilizado para recibir la ayuda y enviarla a Santiago.
Ni las propuestas ni la convocatoria han contado, desde luego, con el apoyo de los medios de comunicación controlados por el gobierno; ni existe en Cuba un espacio parlamentario donde diputados opositores pudieran plantear ideas como éstas y otras igualmente valiosas para el país y la ciudadanía. Esa es una de las razones de que el gobierno reaccione de manera paquidérmica e insuficiente: entre otros monopolios, también ha monopolizado históricamente el discurso y su autocomplaciente ejecución de las ayudas humanitarias.
No obstante, la ágil reacción de la sociedad civil sí circuló ampliamente en la internet y las redes sociales gracias al conocimiento y las habilidades que sus miembros han ido adquiriendo de estas tecnologías, a pesar de que el gobierno las mantiene en veda, y hasta arremete contra quienes las hacen accesibles al cubano común, como el Prometeo mitológico entregara el fuego a los mortales.
Y está funcionando: Yoani Sánchez –una de las personas identificadas en la convocatoria para la recepcion de la ayuda -- dijo a Radio Martí que han recibido sorpresas muy conmovedoras, desde personas que van a donar latas de sardinas, medicinas o pastillas para clorar el agua, hasta otras más humildes que sólo pueden donar una parte de su cuota racionada de arroz.
“Eso significa que nunca se tiene demasiado poco para dar”, concluyó Sánchez.
Esa disposición del cubano a dar lo poco que tiene no la han matado ni los peores tiempos del “sálvese quien pueda” , eufemísticamente llamado “período especial en tiempos de paz”. Lástima que ante estas situaciones extremas el gobierno cubano sólo escuche su propio monólogo o, en el mejor de los casos, actúe como en el viejo dicho popular: “Mono ve, mono hace”.
La iniciativa se dio a conocer después de que los santiagueros, holguineros y guantanameros han estado sumidos por casi dos semanas en la penuria extrema del caos causado por el meteoro. Y de que la pequeña, pero creciente sociedad civil de la isla, organizara y pusiera en práctica su propio proyecto de ayuda humanitaria a los hermanos en tribulación.
El pasado día 3 la revista británica The Economist resaltó como una diferencia notable durante el paso del huracán Sandy por Cuba que buena parte de la información emanada del escenario del desastre proviniera de los “técnicamente ilegales” periodistas independientes cubanos.
La página electrónica tomaba nota de que los primeros informes sobre daños graves y muertes circularon a partir de mensajes de texto desde los lugares afectados, mucho antes de que los noticieros bajo control estatal anunciaran la pérdida de vidas al final de una emisión vespertina, casi 15 horas después del paso del huracán.
Pero no sólo periodistas independientes de la región oriental ayudaron a sacar a flote la terrible situación de familias sin techo, agua contaminada, días y días sin electricidad y riñas por los pocos alimentos y el combustible para cocinar. También opositores, blogueros, profesionales, Damas de Blanco, y ciudadanos comunes describieron desde las primeras horas el infierno que dejó Sandy tras de sí, bien desde Santiago de Cuba y otros lugares arrasados como San Luis, Palmarito de Cauto y Palma Soriano en la misma provincia; o desde Banes y Velasco, en Holguín; o desde la cabecera provincial en Guantánamo.
Con la respuesta a los necesitados ha ocurrido lo mismo que con la información: los reportes tenían un denominador común: la necesidad de ayuda era urgente y la respuesta de las autoridades había sido cuando menos lenta e insuficiente. La primera en responder fue también la sociedad civil.
Al día siguiente de que Sandy atravesara Oriente, la Alianza Democrática Cubana (ALDECU), un grupo plural de análisis integrado por profesionales opositores, llamó al gobierno a permitir la entrada irrestricta al país de alimentos, medicinas y materiales de construcción, a derogar temporalmente las tarifas aduanales sobre estos artículos y a aceptar incondicionalmente las ayudas ofrecidas por la comunidad mundial.
Una propuesta similar hizo la multilaureada bloguera Yoani Sánchez, quien solicitó además, entre otros puntos, que se organizara a la ciudadanía para compilar, trasladar y entregar ropa, medicinas y otros recursos.
Pero el aporte de la sociedad civil no se limitó a hacer sensatas propuestas deliberadamente despojadas de la politización con que el gobierno suele revestir estos eventos: también predicaron con el ejemplo, al organizar y divulgar en Internet, a pocos días del paso de la tormenta, una serie de “puntos ciudadanos” en la capital para la recepción de alimentos no perecederos y otros articulos de primera necesidad, a fin de enviarlos a Santiago de Cuba y que sean distribuidos por el sacerdote José Conrado, de la parroquia católica de Santa Teresita del Niño Jesús.
La convocatoria, que agrupó igualmente a opositores, Damas de Blanco, blogueros y profesionales afiliados a la Campaña por otra Cuba, incluye soluciones inteligentes para el envío de ayuda desde el exterior: por ejemplo, hacer compras online en webs comerciales que brindan servicio en Cuba y que han demostrado ser eficientes y cumplidoras, como el mercado de Carlos III, la Puntilla, o el mercado Palco. Se adjuntan asimismo nombres y direcciones en diferentes municipios de algunos miembros de la sociedad civil independiente, que se han movilizado para recibir la ayuda y enviarla a Santiago.
Ni las propuestas ni la convocatoria han contado, desde luego, con el apoyo de los medios de comunicación controlados por el gobierno; ni existe en Cuba un espacio parlamentario donde diputados opositores pudieran plantear ideas como éstas y otras igualmente valiosas para el país y la ciudadanía. Esa es una de las razones de que el gobierno reaccione de manera paquidérmica e insuficiente: entre otros monopolios, también ha monopolizado históricamente el discurso y su autocomplaciente ejecución de las ayudas humanitarias.
No obstante, la ágil reacción de la sociedad civil sí circuló ampliamente en la internet y las redes sociales gracias al conocimiento y las habilidades que sus miembros han ido adquiriendo de estas tecnologías, a pesar de que el gobierno las mantiene en veda, y hasta arremete contra quienes las hacen accesibles al cubano común, como el Prometeo mitológico entregara el fuego a los mortales.
Y está funcionando: Yoani Sánchez –una de las personas identificadas en la convocatoria para la recepcion de la ayuda -- dijo a Radio Martí que han recibido sorpresas muy conmovedoras, desde personas que van a donar latas de sardinas, medicinas o pastillas para clorar el agua, hasta otras más humildes que sólo pueden donar una parte de su cuota racionada de arroz.
“Eso significa que nunca se tiene demasiado poco para dar”, concluyó Sánchez.
Esa disposición del cubano a dar lo poco que tiene no la han matado ni los peores tiempos del “sálvese quien pueda” , eufemísticamente llamado “período especial en tiempos de paz”. Lástima que ante estas situaciones extremas el gobierno cubano sólo escuche su propio monólogo o, en el mejor de los casos, actúe como en el viejo dicho popular: “Mono ve, mono hace”.