La pregunta arriba, en el título, se la hizo “Victor Gabriel” a los participantes en el foro español Respuestas del portal Yahoo!, explicando que piensa pasar este fin de año en la isla,y que quería saber “cómo se pone el ambiente” y qué prevenciones debería tomar.
Varias de las respuestas que le postearon permiten hacerse una idea de lo que es más común a todos los festejos decembrinos en la isla: el ambiente, al menos a esa hora, es “superbueno”, es “lo máximo”, es “familiar” y los cubanos arman una fiesta “en un abrir y cerrar de ojos”, “con música y todos bailando sin parar”.
Uno puede estar seguro de que también en estos días finales del 2012 la mayoría de los cubanos se van a divertir por unas horas en familia, con fondo de salsa, timba y el amenazado reguetón. Lo demás, ya no es tan seguro, en un país donde hasta una tradición de casi 2.000 años como la Navidad desapareció de un plumazo durante tres décadas.
DE COMO LA NOCHEBUENA SE CORRIÓ AL 31
“Te diré que en Cuba la fiesta grande y en familia se hace el 31 de diciembre y no el 24, como se hace en el resto del mundo”, le respondió “Yany” a “Victor Gabriel” . En el diario digital Global Post el corresponsal en La Habana, Nick Miroff, explica por qué.
Señala el autor que la influencia soviética empezó a meterse en el calendario de feriados de la isla después de que el gobierno de Fidel Castro se declarara oficialmente ateo en 1962. La religiosidad y el consumismo de la Navidad se consideraban anatema para los valores comunistas, y el gobierno cubano comenzó a promover la víspera de Año Nuevo como una alternativa secular. Se ajustaba perfectamente –dice MIroff-- al aniversario del "triunfo" de la Revolución encabezada por Castro, el 1ro de enero de 1959.
La Navidad se retiró oficialmente del calendario estatal de feriados en 1969. Al año siguiente, "como un Scrooge" de Charles Dickens, Castro aseveró que el festivo interfería con la zafra azucarera, y ordenó a los cortadores de caña no detener sus machetes. No fue hasta la histórica visita del Papa Juan Pablo II, en 1998, que el gobernante restauró el día de asueto por Navidad.
Pero si bien el Papa polaco rescató el feriado navideño, la tradición sigue mayormente olvidada. No ya el reconocer que el nacimiento de Jesús es la razón de la temporada: ni siquiera la costumbre de cenar, y beber, y bailar, y celebrar en familia la víspera de Navidad. Lo que se hacía en la tradicional Nochebuena cubana se trasladó, en ovejuna obediencia, o por temor a represalias, a la víspera de Año Nuevo.
En el foro de Yahoo! “Jazz” le cuenta a “Víctor Gabriel”:
“Los 31 de diciembre mi mami asaba al horno una pierna (nos costaba trabajo comprarla, pero no podía faltar) y desde días anteriores ya teníamos la bebida comprada, pues desde que nos levantábamos plantábamos la mesa de dominó. Mi mami hacia chicharrones, más otros saladitos, y se rompía el corojo”.
Así sigue siendo, el 31 y no el 24, aun después de la mediación papal. En parte por el miedo subconsciente a las "desviaciones ideológicas" que sembró el totalitarismo, pero principalmente porque el daño se prolongó tres décadas.
El mes pasado la revista Vitral de la diócesis católica de Pinar del Río, llamó al Estado comunista y los medios de comunicación bajo su control a participar en la recuperación del sentido cristiano de la Navidad. El editorial recordaba:
“Habían pasado veintinueve años de la última celebración pública de la Navidad, ocurrida en 1968. Ya existía una generación de cubanos que no poseían la experiencia de una Navidad. El día de Navidad se había recuperado como feriado; sin embargo, esto no resulta suficiente para llegar a recuperar el ambiente propiamente navideño de esos días del año, característico del mundo occidental al que Cuba pertenece”.
ARBOLITO, ARBOLITO, LUCECITAS TE PONDRÉ
Si no el profundo contenido espiritual de la Navidad, los cubanos al menos están recuperando sus aspectos más externos y deslumbrantes. En un reciente post en su blog Generación Y, Yoani Sánchez escribe:
“Árboles pequeñitos de plástico asoman por aquí y por allá, con guirnaldas guardadas de otros años y una estrella de alambre en la punta. Coníferas soberbias y repletas de detalles colocadas en el lobby de algún gran hotel o en la sala de las residencias de Miramar. Luces, colores, melodías que comienzan –una y otra vez- nada más terminarse. En una calle de Nuevo Vedado, los vecinos compiten a ver quién pone los adornos más llamativos sobre la balaustrada de sus balcones o en los setos del jardín”.
La ornamentación navideña que han hecho acccesible en el mercado interno los nuevos cuentapropistas se ha reinsertado fácilmente en la costumbre --que el cubano parece llevar en el tuétano-- de botar la casa por la ventana en las grandes ocasiones. En Yahoo! Respuestas, “La Guaji” le escribe a “Víctor Gabriel”: “Aunque hay escasez, no sé de dónde la gente saca, pero el fin de año se busca de donde no hay”.
Eso, desde luego, tiene sus límites.
Sánchez apunta en Generación Y que también hay “casas y casas, miles de ellas, sin un solo detalle que refiera a las fiestas de este diciembre. Quizás por ateísmo, por falta de recursos o por simple apatía para celebrar. ¿Celebrar qué? dirían muchos de ellos si se les preguntara”.
CON PIERNA... O CON CHICHARRONES
En Global Post, Nick Miroff observa que “no importa cuáles sean sus puntos de vista políticos o religiosos, comerse una pierna de cerdo asada por fin de año es el deseo de cada cubano. desde Miami hasta Madrid y Matanzas. Es una de las pocas cosas –dice-- en la que todos están de acuerdo, en un país y una cultura muy a menudo divididos por la política”.
Un deseo que una parte de los residentes en la isla podrá satisfacer este fin de año sin demasiados sustos, después que el gobierno renunciara oficialmente al igualitarismo. Mientras, la mayoría tendrá que conformarse con otras partes menos suculentas del animal, y algunos hasta con unos chicharrones, porque “el horno” no está precisamente como para piernas de cerdo.
Desde La Habana, la periodista independiente Amarylis Cortina Rey me cuenta que el precio de la libra de carne de puerco ha subido en la capital hasta unos 30 pesos moneda nacional. Incluso los acompañantes tradicionales de la cena están demasiado caros para los salarios medios de 18 dólares mensuales: la reportera del semanario Primavera Digital detalla que los frijoles negros se cotizan a 20 pesos la libra; pero si se les quiere añadir sazón, hay que pagar la cabeza de ajo a tres pesos, y dar diez por una bolsa de nylon con tres ajíes pimientos verdes.
HAY QUE TENER F.E. (FAMILIARES EN EL EXTRANJERO)
Lo mejor que le puede pasar a una familia cubana en fin de año es que le lleguen parientes del extranjero: así celebran juntos y garantizan la factura en divisas en la "shopping". Y no son pocos los que ahorran para viajar a Cuba en esta época. En enero del 2011 la BBC reportó que para el fin de año hubo que habilitar tres terminales aéreas en la isla a fin de recibir 16 vuelos diarios procedentes de EE.UU.
En Yahoo!, "Lala" le cuenta a "Víctor Gabriel": "Siempre trato de ahorrar y coordinar mis vacaciones para fin de año y así pasarlo entre familia pues soy cubana (...) pasar fin de ano en Cuba es muy lindo las familias cubanas son muy acogedoras y muy divertidas".
"Musical" añade una pintoresca y lapidaria apreciación: "Lo mismo vayas en fin de año que a mitad, con el 'baro' la pasas 'bomba', aunque si vas 'pasmao', te diviertes también, pero mucho menos".
Algunos cubanos que no tienen familiares en el extranjero tratan de saltarse esa barrera a costa del prójimo, como expone Regina Cano en el portal Havana Times.
LA PIRAMIDE, LA CÚSPIDE Y EL SÓTANO
Dice Cano: “La venida de las fiestas de fin de año y la creencia de querer ‘pasarla en grande’ unida a la ausencia material de lograrla, incita a muchos delincuentes a querer obtenerlo de manera fácil, si se puede llamar así al acto de violentar a otros para lograrlo”.
“Carterear aprovechando el tumulto en las guaguas o arrebatar una cadena del cuello de su propietario, o la cartera o mochila violentamente, es de los derechos que se adjudican los ladrones que abusan de los otros moradores de La Habana”.
No siempre son delincuentes habituales, sino ladrones de temporada que también se quieren divertir, pero que probablemente habitan en el sótano de la nueva pirámide socioeconómica cubana.
Las mesas de fin de año pueden ser un buen indicador de esa creciente estratificación. En su blog Desde La Habana, escribe Iván García:
“En 2012, a la legua se notan las diferencias monetarias entre los cubanos. En las mesas de quienes tienen billeteras abultadas, al lado del habitual arroz blanco, frijoles negros, ensalada y yuca con mojo, pondrán bandejas con puerco, pavo y camarones. De postre, dulces y turrones españoles. Usted se sirve y bebe a su gusto. Y sus arbolitos son grandes y están repletos de adornos y luces.
“La mayoría, ésa que se pasa todo el año sacando cuentas para ver cómo llega a fin de mes, a duras penas puede comprar un trozo de cerdo y unas libras de frijoles y viandas en el agromercado. Cerveza, solamente para las mujeres, una o dos por cabeza. Los hombres toman ron peleón, a 60 pesos la botella adquirida en un comercio estatal. Y si tienen arbolito, el más barato que venden en la shopping”.
“Son familias a las cuales el futuro se les antoja una mala palabra y los hijos desean irse de su patria. Eso sí, no pierden la ilusión: quizás para el próximo año algo bueno suceda. La esperanza, dice el refrán, es lo último que se pierde".
NUEVA TRADICIÓN
Por si acaso, a las supersticiones tradicionales para empezar el Año Nuevo --como quemar a las 12 de la noche un muñeco improvisado que representa al Año Viejo, y lanzar a la calle baldes de agua-- los cubanos añadieron otra a lo largo de casi 54 años de castrismo. La describe “Jazz” en Yahoo!, respondiendo a la pregunta de “Víctor Gabriel”:
“También hay otras tradiciones, como es salir por toda la calle con un maletín (para que llegue viaje)…
Varias de las respuestas que le postearon permiten hacerse una idea de lo que es más común a todos los festejos decembrinos en la isla: el ambiente, al menos a esa hora, es “superbueno”, es “lo máximo”, es “familiar” y los cubanos arman una fiesta “en un abrir y cerrar de ojos”, “con música y todos bailando sin parar”.
Uno puede estar seguro de que también en estos días finales del 2012 la mayoría de los cubanos se van a divertir por unas horas en familia, con fondo de salsa, timba y el amenazado reguetón. Lo demás, ya no es tan seguro, en un país donde hasta una tradición de casi 2.000 años como la Navidad desapareció de un plumazo durante tres décadas.
DE COMO LA NOCHEBUENA SE CORRIÓ AL 31
“Te diré que en Cuba la fiesta grande y en familia se hace el 31 de diciembre y no el 24, como se hace en el resto del mundo”, le respondió “Yany” a “Victor Gabriel” . En el diario digital Global Post el corresponsal en La Habana, Nick Miroff, explica por qué.
Señala el autor que la influencia soviética empezó a meterse en el calendario de feriados de la isla después de que el gobierno de Fidel Castro se declarara oficialmente ateo en 1962. La religiosidad y el consumismo de la Navidad se consideraban anatema para los valores comunistas, y el gobierno cubano comenzó a promover la víspera de Año Nuevo como una alternativa secular. Se ajustaba perfectamente –dice MIroff-- al aniversario del "triunfo" de la Revolución encabezada por Castro, el 1ro de enero de 1959.
La Navidad se retiró oficialmente del calendario estatal de feriados en 1969. Al año siguiente, "como un Scrooge" de Charles Dickens, Castro aseveró que el festivo interfería con la zafra azucarera, y ordenó a los cortadores de caña no detener sus machetes. No fue hasta la histórica visita del Papa Juan Pablo II, en 1998, que el gobernante restauró el día de asueto por Navidad.
Pero si bien el Papa polaco rescató el feriado navideño, la tradición sigue mayormente olvidada. No ya el reconocer que el nacimiento de Jesús es la razón de la temporada: ni siquiera la costumbre de cenar, y beber, y bailar, y celebrar en familia la víspera de Navidad. Lo que se hacía en la tradicional Nochebuena cubana se trasladó, en ovejuna obediencia, o por temor a represalias, a la víspera de Año Nuevo.
En el foro de Yahoo! “Jazz” le cuenta a “Víctor Gabriel”:
“Los 31 de diciembre mi mami asaba al horno una pierna (nos costaba trabajo comprarla, pero no podía faltar) y desde días anteriores ya teníamos la bebida comprada, pues desde que nos levantábamos plantábamos la mesa de dominó. Mi mami hacia chicharrones, más otros saladitos, y se rompía el corojo”.
Así sigue siendo, el 31 y no el 24, aun después de la mediación papal. En parte por el miedo subconsciente a las "desviaciones ideológicas" que sembró el totalitarismo, pero principalmente porque el daño se prolongó tres décadas.
El mes pasado la revista Vitral de la diócesis católica de Pinar del Río, llamó al Estado comunista y los medios de comunicación bajo su control a participar en la recuperación del sentido cristiano de la Navidad. El editorial recordaba:
“Habían pasado veintinueve años de la última celebración pública de la Navidad, ocurrida en 1968. Ya existía una generación de cubanos que no poseían la experiencia de una Navidad. El día de Navidad se había recuperado como feriado; sin embargo, esto no resulta suficiente para llegar a recuperar el ambiente propiamente navideño de esos días del año, característico del mundo occidental al que Cuba pertenece”.
ARBOLITO, ARBOLITO, LUCECITAS TE PONDRÉ
Si no el profundo contenido espiritual de la Navidad, los cubanos al menos están recuperando sus aspectos más externos y deslumbrantes. En un reciente post en su blog Generación Y, Yoani Sánchez escribe:
“Árboles pequeñitos de plástico asoman por aquí y por allá, con guirnaldas guardadas de otros años y una estrella de alambre en la punta. Coníferas soberbias y repletas de detalles colocadas en el lobby de algún gran hotel o en la sala de las residencias de Miramar. Luces, colores, melodías que comienzan –una y otra vez- nada más terminarse. En una calle de Nuevo Vedado, los vecinos compiten a ver quién pone los adornos más llamativos sobre la balaustrada de sus balcones o en los setos del jardín”.
La ornamentación navideña que han hecho acccesible en el mercado interno los nuevos cuentapropistas se ha reinsertado fácilmente en la costumbre --que el cubano parece llevar en el tuétano-- de botar la casa por la ventana en las grandes ocasiones. En Yahoo! Respuestas, “La Guaji” le escribe a “Víctor Gabriel”: “Aunque hay escasez, no sé de dónde la gente saca, pero el fin de año se busca de donde no hay”.
Eso, desde luego, tiene sus límites.
Sánchez apunta en Generación Y que también hay “casas y casas, miles de ellas, sin un solo detalle que refiera a las fiestas de este diciembre. Quizás por ateísmo, por falta de recursos o por simple apatía para celebrar. ¿Celebrar qué? dirían muchos de ellos si se les preguntara”.
CON PIERNA... O CON CHICHARRONES
En Global Post, Nick Miroff observa que “no importa cuáles sean sus puntos de vista políticos o religiosos, comerse una pierna de cerdo asada por fin de año es el deseo de cada cubano. desde Miami hasta Madrid y Matanzas. Es una de las pocas cosas –dice-- en la que todos están de acuerdo, en un país y una cultura muy a menudo divididos por la política”.
Un deseo que una parte de los residentes en la isla podrá satisfacer este fin de año sin demasiados sustos, después que el gobierno renunciara oficialmente al igualitarismo. Mientras, la mayoría tendrá que conformarse con otras partes menos suculentas del animal, y algunos hasta con unos chicharrones, porque “el horno” no está precisamente como para piernas de cerdo.
Desde La Habana, la periodista independiente Amarylis Cortina Rey me cuenta que el precio de la libra de carne de puerco ha subido en la capital hasta unos 30 pesos moneda nacional. Incluso los acompañantes tradicionales de la cena están demasiado caros para los salarios medios de 18 dólares mensuales: la reportera del semanario Primavera Digital detalla que los frijoles negros se cotizan a 20 pesos la libra; pero si se les quiere añadir sazón, hay que pagar la cabeza de ajo a tres pesos, y dar diez por una bolsa de nylon con tres ajíes pimientos verdes.
HAY QUE TENER F.E. (FAMILIARES EN EL EXTRANJERO)
Lo mejor que le puede pasar a una familia cubana en fin de año es que le lleguen parientes del extranjero: así celebran juntos y garantizan la factura en divisas en la "shopping". Y no son pocos los que ahorran para viajar a Cuba en esta época. En enero del 2011 la BBC reportó que para el fin de año hubo que habilitar tres terminales aéreas en la isla a fin de recibir 16 vuelos diarios procedentes de EE.UU.
En Yahoo!, "Lala" le cuenta a "Víctor Gabriel": "Siempre trato de ahorrar y coordinar mis vacaciones para fin de año y así pasarlo entre familia pues soy cubana (...) pasar fin de ano en Cuba es muy lindo las familias cubanas son muy acogedoras y muy divertidas".
"Musical" añade una pintoresca y lapidaria apreciación: "Lo mismo vayas en fin de año que a mitad, con el 'baro' la pasas 'bomba', aunque si vas 'pasmao', te diviertes también, pero mucho menos".
Algunos cubanos que no tienen familiares en el extranjero tratan de saltarse esa barrera a costa del prójimo, como expone Regina Cano en el portal Havana Times.
LA PIRAMIDE, LA CÚSPIDE Y EL SÓTANO
Dice Cano: “La venida de las fiestas de fin de año y la creencia de querer ‘pasarla en grande’ unida a la ausencia material de lograrla, incita a muchos delincuentes a querer obtenerlo de manera fácil, si se puede llamar así al acto de violentar a otros para lograrlo”.
“Carterear aprovechando el tumulto en las guaguas o arrebatar una cadena del cuello de su propietario, o la cartera o mochila violentamente, es de los derechos que se adjudican los ladrones que abusan de los otros moradores de La Habana”.
"En estos días he sido testigo de dos de las cosechas de carteristas en ómnibus: uno, un señor que decía llevar su billetera atada al cinto con una cadena junto con las llaves de la casa y el trabajo, dentro de un bolsillo. El segundo fue una señora mayor, a la que le extrajeron el monedero de su cartera".
No siempre son delincuentes habituales, sino ladrones de temporada que también se quieren divertir, pero que probablemente habitan en el sótano de la nueva pirámide socioeconómica cubana.
Las mesas de fin de año pueden ser un buen indicador de esa creciente estratificación. En su blog Desde La Habana, escribe Iván García:
“En 2012, a la legua se notan las diferencias monetarias entre los cubanos. En las mesas de quienes tienen billeteras abultadas, al lado del habitual arroz blanco, frijoles negros, ensalada y yuca con mojo, pondrán bandejas con puerco, pavo y camarones. De postre, dulces y turrones españoles. Usted se sirve y bebe a su gusto. Y sus arbolitos son grandes y están repletos de adornos y luces.
“La mayoría, ésa que se pasa todo el año sacando cuentas para ver cómo llega a fin de mes, a duras penas puede comprar un trozo de cerdo y unas libras de frijoles y viandas en el agromercado. Cerveza, solamente para las mujeres, una o dos por cabeza. Los hombres toman ron peleón, a 60 pesos la botella adquirida en un comercio estatal. Y si tienen arbolito, el más barato que venden en la shopping”.
“Son familias a las cuales el futuro se les antoja una mala palabra y los hijos desean irse de su patria. Eso sí, no pierden la ilusión: quizás para el próximo año algo bueno suceda. La esperanza, dice el refrán, es lo último que se pierde".
NUEVA TRADICIÓN
Por si acaso, a las supersticiones tradicionales para empezar el Año Nuevo --como quemar a las 12 de la noche un muñeco improvisado que representa al Año Viejo, y lanzar a la calle baldes de agua-- los cubanos añadieron otra a lo largo de casi 54 años de castrismo. La describe “Jazz” en Yahoo!, respondiendo a la pregunta de “Víctor Gabriel”:
“También hay otras tradiciones, como es salir por toda la calle con un maletín (para que llegue viaje)…