Según el periódico Granma, Cuba figura entre los 16 países que ya alcanzaron la meta propuesta por la Cumbre Mundial de la Alimentación en el año 1996, intentar reducir a la mitad el número de personas desnutridas en cada país de este mundo antes del año 2015.
Lo penoso es que el señor José Graziano da Silva, director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), asegura que el mérito ha sido posible gracias a la prioridad dada por el gobierno cubano al garantizar el derecho a la alimentación de su pueblo y a las políticas implementadas para lograr tal objetivo.
Sinsentido, pero explicable. Es difícil mirar más allá del crecimiento que con perfección pretende mostrar un gobierno que falsea todos sus datos y sabe que para la gran mayoría de los organismos internacionales, el mundo se reduce a números. Somos cifras y cálculo; aritmética muy peligrosa que manejan con excelencia algunos funcionarios cubanos. Mi país es un lugar de impunidad donde impera una combinación impecable entre política y prostitución.
No quiero machacarlos citando las viejas y conocidas tácticas usadas por el gobierno cubano para hacer lobby y ganar votos en los diferentes foros a nivel internacional. Lo mismo da si es CDR, FMC, UNICEF, FAO, CDH, UE, PNUD, OEI, CARICOM… Toda sigla se maneja igual, nacional o internacional. Cuando hay fondos, nada se les hace imposible porque en la política isleña sólo se tiene pendiente lo que se gana al perder, y lo que se pierde al ganar.
A mediados de los 90s, una joven neonatóloga que trabajaba en el hospital gineco-obstetra “Ramón González Coro” del capitalino Vedado, antigua clínica “Sagrado Corazón”, se ganó entre muchos seleccionados el formar parte de una comisión que estudiaría lo que para entonces era una investigación TOP SECRET.
Ocultando una sonrisa, e intentando no mostrar su inmenso agradecimiento por tanta confiabilidad, la talentosa doctora se dispuso a trabajar. Y por contar con el absoluto respaldo del mismísimo Consejo de Estado, pensó que decir la verdad constituiría la simiente de lo que con suma pasión ella llamaba “Mi Revolución”.
La apremiante exploración arrojó que el neonato cubano nacía con menos peso, lo que traía como resultado posterior una disminución considerable e irreversible en la talla del niño cubano, rozando incluso con los estándares científicamente establecidos como “alarmantes”.
Para este estudio, que duro algún tiempo, este equipo multidisciplinario, confeccionó una planilla donde se tenían en cuenta variables como: edad de las madres, evaluación del estado de salud al detectar el embarazo, tratamientos con suplementos nutricionales, aumento de peso con el embarazo, antecedentes de legrados, etc. Todos estos datos fueron extraídos de los tarjetones (registros) de embarazadas en los consultorios médicos, y en los diferentes departamentos de estadísticas de cada policlínico municipal.
El informe final reveló que los factores asociados al nacimiento de los muchos neonatos cubanos con peso inferior a 2 500 g, se debe, a la inadecuada nutrición de la futura mamá (este representó el mayor porcentaje de los casos estudiados), anemia durante el embarazo y un período intergenético inapropiado.
Desde entonces, y como corresponde, los resultados fueron alterados y los reales, engavetados bajo llave. Y mi amiga, que dejó la medicina y se dedica a pintar, dice que el vello facial no es lo único que relaciona a los funcionarios cubanos con el talibán.
Lo penoso es que el señor José Graziano da Silva, director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), asegura que el mérito ha sido posible gracias a la prioridad dada por el gobierno cubano al garantizar el derecho a la alimentación de su pueblo y a las políticas implementadas para lograr tal objetivo.
Sinsentido, pero explicable. Es difícil mirar más allá del crecimiento que con perfección pretende mostrar un gobierno que falsea todos sus datos y sabe que para la gran mayoría de los organismos internacionales, el mundo se reduce a números. Somos cifras y cálculo; aritmética muy peligrosa que manejan con excelencia algunos funcionarios cubanos. Mi país es un lugar de impunidad donde impera una combinación impecable entre política y prostitución.
No quiero machacarlos citando las viejas y conocidas tácticas usadas por el gobierno cubano para hacer lobby y ganar votos en los diferentes foros a nivel internacional. Lo mismo da si es CDR, FMC, UNICEF, FAO, CDH, UE, PNUD, OEI, CARICOM… Toda sigla se maneja igual, nacional o internacional. Cuando hay fondos, nada se les hace imposible porque en la política isleña sólo se tiene pendiente lo que se gana al perder, y lo que se pierde al ganar.
A mediados de los 90s, una joven neonatóloga que trabajaba en el hospital gineco-obstetra “Ramón González Coro” del capitalino Vedado, antigua clínica “Sagrado Corazón”, se ganó entre muchos seleccionados el formar parte de una comisión que estudiaría lo que para entonces era una investigación TOP SECRET.
Ocultando una sonrisa, e intentando no mostrar su inmenso agradecimiento por tanta confiabilidad, la talentosa doctora se dispuso a trabajar. Y por contar con el absoluto respaldo del mismísimo Consejo de Estado, pensó que decir la verdad constituiría la simiente de lo que con suma pasión ella llamaba “Mi Revolución”.
La apremiante exploración arrojó que el neonato cubano nacía con menos peso, lo que traía como resultado posterior una disminución considerable e irreversible en la talla del niño cubano, rozando incluso con los estándares científicamente establecidos como “alarmantes”.
Para este estudio, que duro algún tiempo, este equipo multidisciplinario, confeccionó una planilla donde se tenían en cuenta variables como: edad de las madres, evaluación del estado de salud al detectar el embarazo, tratamientos con suplementos nutricionales, aumento de peso con el embarazo, antecedentes de legrados, etc. Todos estos datos fueron extraídos de los tarjetones (registros) de embarazadas en los consultorios médicos, y en los diferentes departamentos de estadísticas de cada policlínico municipal.
El informe final reveló que los factores asociados al nacimiento de los muchos neonatos cubanos con peso inferior a 2 500 g, se debe, a la inadecuada nutrición de la futura mamá (este representó el mayor porcentaje de los casos estudiados), anemia durante el embarazo y un período intergenético inapropiado.
Desde entonces, y como corresponde, los resultados fueron alterados y los reales, engavetados bajo llave. Y mi amiga, que dejó la medicina y se dedica a pintar, dice que el vello facial no es lo único que relaciona a los funcionarios cubanos con el talibán.