New York, NY - Como sede apropiada para todo deporte y para todo buen espectáculo, en Nueva York se respira ambiente al Juego de las Estrellas, que se disputará este martes en el estadio Citi Field de esta ciudad, en su edición 84.
“Bienvenido a Nueva York, casa de las estrellas de las Grandes Ligas”, me dijo en español el maletero a mi llegada al aeropuerto La Guardia. Julio ha vivido en el Bronx desde los 12 años y lleva el béisbol en la sangre. En su natal Puerto Rico probó sin éxito suerte en el deporte de las bolas y los strikes.
Me contó que su padre tuvo amoríos con una cubana en la década de los años 50 y solía visitar La Habana con frecuencia. “Parece que la muchachita era aficionada a la pelota y papá, siempre complaciente cuando de faldas se trataba, iba al estadio de El Cerro a presenciar aquellos legendarios duelos entre Habana y Almendrares”.
“Me traía fotos, guantes y pelotas firmados por Conrado Marrero, Camilo Pascual, Willy Miranda”, recordó el boricua en un breve pasaje por su infancia en Bayamón.
Hoy Julio es uno de los cientos de miles admiradores del “slugger” cubano Yasiel Puig, jardinero estelar de los Dodgers de los Ángeles. “Siento en el alma que Puig no haya sido elegido para el juego del martes. Dicen que tiene malas pulgas, pero que clase de bateador hermano”, comentó mientras caminábamos hacia el taxi que me llevaría al hotel.
Puig estuvo luchando hasta último minuto por un puesto en la alineación de la Liga Nacional en la votación de los aficionados a través de internet, pero la afición se inclinó por Freddie Freeman, primera base de los Bravos de Atlanta.
Curva y recta a lo árabe
Mohamed, el taxista, dice no tener idea de lo que es un strike o un jonrón o si se empieza a correr por primera o por tercera después de batear, pero sabe que un acontecimiento como el Juego de las Estrellas, la fiesta de los estelares de la liga Nacional y la Americana, deja buenos dividendos.
“La economía no marcha bien y un evento de este tipo siempre mueve el negocio. Los visitantes dejan buena propina”, recta de humo de Mohamed.
Según cálculos, se espera que el evento deje a la municipalidad una ganancia cercana a los 200 millones de dólares. Las principales calles de la ciudad de los rascacielos están llenas de pancartas alusivas al Juego de las Estrellas, en su edición 84.
Las banderas de los 30 equipos de grandes ligas rodean el parque Citi Field, donde a partir de este lunes, se aglutinará lo más granado de la pelota estadounidense con la competencia de jonrones.
Ocho contendientes comparecerán al plato en esta fiesta de los cuadrangulares. Entre ellos, el cubano Yoenis Céspedes, toletero de los Atléticos de Oakland, que aunque no participará en el Juego de las Estrellas el martes tendrá la oportunidad de romper muñecas madero en mano y medirse a los grandes toleteros del “Big Show”.
“40 dólares, más propina”, una curva de Mohamed que no vi pasar.
Sonrisa en labio, me entrego la maleta y me dijo: buena suerte, que gane la nacional. Ah, y que el cubano se lleve la cerca 20 veces.
“Bienvenido a Nueva York, casa de las estrellas de las Grandes Ligas”, me dijo en español el maletero a mi llegada al aeropuerto La Guardia. Julio ha vivido en el Bronx desde los 12 años y lleva el béisbol en la sangre. En su natal Puerto Rico probó sin éxito suerte en el deporte de las bolas y los strikes.
Me contó que su padre tuvo amoríos con una cubana en la década de los años 50 y solía visitar La Habana con frecuencia. “Parece que la muchachita era aficionada a la pelota y papá, siempre complaciente cuando de faldas se trataba, iba al estadio de El Cerro a presenciar aquellos legendarios duelos entre Habana y Almendrares”.
“Me traía fotos, guantes y pelotas firmados por Conrado Marrero, Camilo Pascual, Willy Miranda”, recordó el boricua en un breve pasaje por su infancia en Bayamón.
Hoy Julio es uno de los cientos de miles admiradores del “slugger” cubano Yasiel Puig, jardinero estelar de los Dodgers de los Ángeles. “Siento en el alma que Puig no haya sido elegido para el juego del martes. Dicen que tiene malas pulgas, pero que clase de bateador hermano”, comentó mientras caminábamos hacia el taxi que me llevaría al hotel.
Puig estuvo luchando hasta último minuto por un puesto en la alineación de la Liga Nacional en la votación de los aficionados a través de internet, pero la afición se inclinó por Freddie Freeman, primera base de los Bravos de Atlanta.
Curva y recta a lo árabe
Mohamed, el taxista, dice no tener idea de lo que es un strike o un jonrón o si se empieza a correr por primera o por tercera después de batear, pero sabe que un acontecimiento como el Juego de las Estrellas, la fiesta de los estelares de la liga Nacional y la Americana, deja buenos dividendos.
“La economía no marcha bien y un evento de este tipo siempre mueve el negocio. Los visitantes dejan buena propina”, recta de humo de Mohamed.
Según cálculos, se espera que el evento deje a la municipalidad una ganancia cercana a los 200 millones de dólares. Las principales calles de la ciudad de los rascacielos están llenas de pancartas alusivas al Juego de las Estrellas, en su edición 84.
Las banderas de los 30 equipos de grandes ligas rodean el parque Citi Field, donde a partir de este lunes, se aglutinará lo más granado de la pelota estadounidense con la competencia de jonrones.
Ocho contendientes comparecerán al plato en esta fiesta de los cuadrangulares. Entre ellos, el cubano Yoenis Céspedes, toletero de los Atléticos de Oakland, que aunque no participará en el Juego de las Estrellas el martes tendrá la oportunidad de romper muñecas madero en mano y medirse a los grandes toleteros del “Big Show”.
“40 dólares, más propina”, una curva de Mohamed que no vi pasar.
Sonrisa en labio, me entrego la maleta y me dijo: buena suerte, que gane la nacional. Ah, y que el cubano se lleve la cerca 20 veces.