Para sobrevivir una cuarentena y tomar decisiones coherentes, hay que preservar la salud mental, porque la amenaza genera miedo y ansiedad, ha sido la advertencia principal de la mayoría de los estudiosos de la psiquis durante la pandemia del coronavirus.
Pero lo que tiene este virus más allá de los terribles efectos en la salud física es que se emplea lo mejor de la humanidad en su contra: Si el desarrollo humano se debe en gran parte a la vida en comunidad y al acercamiento social, ahora la proximidad y el contacto humano se vuelven un verdadero peligro.
El psicólogo cubano Calixto García comentó a Radio Televisión Martí el reto que implican las estrictas medidas de aislamiento, las repercusiones que puede traer el encierro y la ansiedad acumulada por tantos días y la dificultad que significa para los cubanos, tan acostumbrados a socializar en la calle, mantenerse lejos unos de otros.
“Culpar a la víctima por su desgracia es lo más fácil que se puede hacer. Diciéndoles que acepten su realidad, controlando sus libertades e incluso sus emociones, los hace vulnerables, y eso exacerba la descompensación mental”, dijo el experto.
Además de coronavirus, hay otra pandemia, una de miedo y ansiedad, causada por la confrontación de un estado de crisis o sufrimiento, un cuadro que el psicólogo describe como una vivencia traumática, un mecanismo psicológico defensivo ante una amenaza real.
“La persona experimenta una amenaza a la vida, experimenta debilidad, dependencia emocional, carencia afectiva, e incluso disminuye su actividad mental y física”, comenta el experto.
Preguntado acerca de cuánto tiempo debe pasar una persona en cuarentena para que comiencen a manifestarse efectos adversos psicológicos, el especialista contestó:
"La llamada “fiebre de cabaña” o el proceso de estar restringido a un espacio físico contra nuestra voluntad varía de persona a persona en dependencia al nivel de tolerancia psicológica. Es decir depende del mecanismo cognitivo para que se desencadene un episodio de ansiedad y por ende se dé una descompensación emocional. Cuando el bienestar de la persona y sus recursos de sobrevivencia están en juego, puede tomar un corto tiempo para que los síntomas de desesperanza y abandono produzcan una involución emocional hasta el punto del auto daño y aparición de una patología".
El doctor considera que nunca hubo tanto miedo en el mundo y tanta ansiedad compartida como con la pandemia del COVID-19, una situación que se agudiza en Cuba, donde “pasa a ser un desafío”.
“En lugares como Cuba donde los recursos son limitados pasa a ser un desafío del ser humano tratar de enfrentar, mitigar y adaptarse a la catástrofe, exacerbándose su estado mental de desesperanza, abandono y desilusión”, acotó el también especialista en Neuropsicología.
A nivel psicológico, es una situación de crisis, un incidente crítico de gran envergadura, un desastre sanitario que genera inquietud, angustia, y hasta momentos de irritabilidad que pueden llegar a la agresividad, incluso con las personas más queridas.
“El efecto colateral es devastador ante el desconocimiento, la escasez de los recursos indispensables y la falta de apoyo por parte del gobierno”, agregó el galeno que ha impartido clases en diferentes universidades de Estados Unidos.
“En sistemas políticos totalitarios como el de Cuba, el gobierno ejerce el poder sobre la mayoría del pueblo, la parte inferior del colectivo, diciendo medias verdades o simples mentiras, o manipulando la información Así, crea una cultura de odio (divide y vencerás), que afecta directamente a la interacción familiar”, comentó García, no sin antes recordar que “la familia es la base de toda sociedad próspera y democrática, incluso para combatir cualquier adversidad de la naturaleza”.
Adriana Mena, residente en La Habana y madre de dos adolescentes de 15 y 16 años, comentó recientemente sobre la dinámica que vive una familia cubana en estos días de coronavirus. “Los niños, están estresados, en primer lugar, porque los mayores están muy agobiados por la veloz propagación del coronavirus, por el confinamiento, por la escasez de agua, de alimentos, de medicinas, por las colas que hay que hacer para adquirir provisiones y sobre todo por la impotencia”.
En Cuba, la vida fuera de casa es un medio de sobrevivencia, entretenimiento, expansión social e incluso resistencia y privar a las personas de su libertad para el bien público en general es a menudo polémico.
Para los niños cubanos, "que solo tienen la calle para disipar sus amarguras, obligarlos a permanecer en casa reforzaría su detrimento mental y físico", sin embargo, asegura García, el "no acatamiento del distanciamiento social, y las carencias reales en cuanto a los implementos de protección los expondría al contagio y a una enfermedad fatal".
En la isla “se ha creado una subcultura de cooperación por la sobrevivencia en la calle donde las relaciones sociales pasan a ser la resistencia del pueblo para subsistir. No obstante, psicológicamente la privación o pérdida de la seguridad que la calle provee crea duda, ansiedad, inquietud o más miedo a la muerte”.
El avance de la pandemia ha generado gran cantidad de manifestaciones adversas desde el punto de vista psicológico en las personas por su rápido alcance, por la gran cantidad de personas que involucra a nivel mundial, por lo letal que es y por la desbordante y diversa información, y criterios que genera minuto a minuto.
Recientemente, el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid lanzó un paquete de primeros auxilios mentales para cuarentenas y aislamientos, con orientaciones para la gestión psicológica de periodos como estos.
Estas son las recomendaciones:
1. Entender que no es un castigo: cuando la situación exige poner sobre la mesa con claridad las causas que condicionan el encierro y estas se ubican en una escala de riesgos y beneficios, en el caso del coronavirus siempre debe verse como una ganancia para el bienestar de todos.
2. Defina rutinas: cualquier actividad, así sea casera, debe tener orden, objetivos, metas y plazos. Dicho de otra forma, hay que evitar al máximo el sedentarismo extremo y tener la mente desocupada.
3. Establezca tiempos: cuando la permanencia en la casa se torna obligatoria es importante destinar tiempos específicos para cada tarea con los consecuentes descansos y lapsos para divertirse, dormir y descansar. Muchos alteran los horarios y se someten a jornadas exageradas o poco ajustadas a la realidad.
4. Evite de la monotonía: procure que sus actividades sean variadas y por encima de todo reconfortantes, de tal forma que al realizarlas le generen gusto o placer. La monotonía se puede convertir en un foso de desespero e irritabilidad.
5. Sea tolerante: a no ser que se viva solo, la convivencia con otros, por lo general cercanos, puede generar roces que incrementados por la ansiedad del disgusto llega a deslizarse a conflictos que harán insufribles estos días. Evite los temas que generen discusiones mayores, recordar situaciones desagradables o reclamos atrasados.
6. Ejercítese: Dedique un tiempo fijo para realizar una actividad física de manera regular. Si no está acostumbrado a hacer ejercicio, inicie este proceso de manera ascendente. Y si ya lo hace no pierda sus rutinas.
7. Ojo con la alimentación: en casa se gasta menos energía y esto exige moderación y equilibrio en la comida.
8. Sea empático y solidario: la convivencia exige unos grados de relación tan íntima que terminan por requerir cuidado mutuo entre los integrantes del grupo que comparte. Revise síntomas, ayude a sobrellevarlos y esté pendiente del bienestar de los demás.
9. Mantenga sus contactos: estar aislado no quiere decir estar incomunicado. Mantenga siempre la relación con sus familiares, sus amigos, sus compañeros cercanos y otras personas importantes para usted. Hable con ellos de manera regular.
10. Infórmese sin saturación: la crisis del coronavirus condicionó una nueva forma de vivir. Y en medio de la ansiedad muchos son dados a recoger información constantemente, aunque no siempre veraz. El consejo acudir a fuentes confiables, pero con moderación y ante las dudas consulte. No difunda noticias sin verificar y no se deje sugestionar.