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Olvidado el legado de Bobby Maduro


Beisbolito y los Sugar Kings.
Beisbolito y los Sugar Kings.

Desafortunadamente este es un caso donde el protagonista ha sido abandonado y traicionado por dos grandes fuerzas.

La primera y más fuerte, es la dictadura imperante en Cuba, esa que abolió la pelota profesional en el año 1961. Un régimen que ha borrado su nombre a pesar de haberle robado entre tantas cosas, un estadio que junto a su socio Miguel Suárez construyó y que hasta el día de hoy permanece como una de las piezas de arquitectura mas visitadas en la isla.

La segunda es nada más y nada menos que el organismo al cual Bobby Maduro respetó, representó y le dio tantos triunfos: Las Grandes Ligas de Béisbol.

Bobby Maduro
Bobby Maduro

La pelota cubana fue testigo de inmensos caballeros de béisbol. Cuando uno lee un artículo de Andrés Pascual titulado “Los que no salían al terreno”, nos damos cuenta de las grandezas de personas como Abel Linares, Emilio De Armas, Ciso Camejo, El Dr. Julio Sanguily, Alfredo Pequeño, Merito Acosta y muchos otros.

Dentro de ese grupo surgió Roberto “Bobby” Maduro, un hombre que vivió la pelota cubana en su mejor momento y también en su peor existencia. Pero el amor a su familia y las circunstancias existentes del momento lo llevaron a marcharse de su patria, perder una fortuna y en el camino abrir nuevas fronteras que con el pasar del tiempo cambiarían el destino del mejor béisbol de la tierra.

Proveniente de una familia adinerada con intereses en seguros, ingenios azucareros, propiedades y transporte, Bobby creció con un inmenso amor al deporte. Educado en Estados Unidos y graduado de la prestigiosa Universidad de Cornell, hablaba el idioma inglés perfectamente. Todo esto unido a una gran visión que implementó en su faceta de dueño de equipos lo ayudó tremendamente en su trayectoria beisbolera.

Entre sus grandes logros está el anteriormente mencionado estadio en la barriada del Cerro a un costo de cerca de dos millones de dólares. “El Gran Estadio de La Habana” se convirtió en el terreno de béisbol fuera de EEUU mas codiciado y famoso del mundo.

A través de los años Bobby realizó su sueño de hacerse propietario de equipos. Primero compró una participación en el Club Cienfuegos de la liga invernal cubana, más conocida como el Champion, y más tarde obtuvo El Havana Cubans donde Joe Cambria y Merito Acosta habían salido victoriosos durante cinco temporadas en la Liga Internacional de La Florida.

Eventualmente transfirió el equipo a la Liga Internacional, la cual era mas fuerte y lo bautizó como Los Havana Sugar Kings. Esta novena logró inmortalizarlo.

Durante todo este tiempo su énfasis fue el de mejorar el béisbol de la isla. Así se unió a la famosa academia de niños, “Los Cubanitos”; una escuela de enseñanza y entrenamiento del juego, fundada por Mako Pérez y donde Maduro fue su máximo patrocinador y promotor. Esta liga cubría la isla completa y contaba con mas de 4,000 pequeños que no solo practicaban el deporte pero recibían ayuda en sus estudios.

Es de destacar que a pesar de no haber sido de los fundadores de “La Serie del Caribe”, si fue la figura que mas empujó y aportó por que fuera un éxito en la primera edición de ésta. Según el inigualable locutor Felo Ramírez, en dos ocasiones que el torneo estuvo a punto de no llevarse a cabo, Bobby le garantizó a la prensa cubana que él conseguiría los fondos como de hecho lo hizo.

Su gran momento llegó cuando sus queridos “Sugar Kings” ganaron la pequeña serie mundial frente a los Minneapolis Millers. Irónicamente con esa victoria culminaba su faena triunfal, pero al mismo tiempo veía esfumarse su gran ilusión de lograr establecer una franquicia profesional en Cuba.

Despojado de todas sus pertenencias en su tierra, marchó a Estados Unidos. Allí todo el trabajo y esfuerzo de años se vino abajo. Primero sus adorados “Sugar Kings” fueron relocalizados en New Jersey y más tarde a Jacksonville donde tristemente llegaron a su fin.

A pesar de todas las dificultades Bobby jamás dejó de trabajar por el béisbol. Invirtió hasta el último centavo que poseía y después solicitó préstamos a los bancos para tratar de continuar su jornada.

Ya establecido en Miami como exiliado siguió abogando por la pelota. Se creó una versión de Los Cubanitos donde estuvieron al frente Rafael Avila, Emilio Cabrera, Patato Pascual y otros. Se abrieron academias por entusiastas como Alfonsito Rodríguez, Vicente López, Julio “Jiquí” Moreno, Pipíolo Marcote, Angel Hernández y muchos más.

Su resumé y conexiones con las Grandes Ligas lo llevaron a nombrarlo como intermediario entre las ligas de invierno de Latinoamérica y la pelota organizada.

Aquí logró que permitieran que los peloteros cubanos desterrados pudieran jugar en esas ligas, que hasta ese momento solo aceptaban atletas del país. Miguel De La Hoz comenta que “Gracias a la iniciativa de Bobby Maduro muchos de nosotros podíamos jugar el año entero y al mismo tiempo fortalecer las ligas invernales”.

También asistió al crecimiento de la pelota amateur en esas naciones y donde recomendó que los equipos de Grandes Ligas abrieran academias en cada país.

Propuso que Los Dodgers de Los Angeles emplearan a Rafael Ávila como scout y entrenador y como dice el refrán “el resto es historia”. El triunfo de Rafael ratificó la visión de Bobby. Hoy día vemos como la pelota dominicana a contribuido a Las Grandes Ligas.

Fue instrumental en que volviera a reanudarse “La Serie Del Caribe” a pesar de que Cuba no podía competir y lo logró. En el año 1970 comenzó la segunda parte de dicho torneo y para su satisfacción uno de sus amigos, Carlos “Patato” Pascual, dirigiendo al equipo representante de Venezuela se llevó el galardón.

Su último proyecto lo llevó a organizar La Liga Inter-Americana. Esta contaba con equipos en Miami, Puerto Rico, Venezuela, República Dominicana y Panamá. Desafortunadamente su confianza en las promesas de otros y los problemas de visas a jugadores extranjeros llevaron la liga a una efímera existencia.

Treinta y cuatro años después de su fallecimiento, la figura de Bobby Maduro es motivo de admiración dentro del deporte.

Tristemente nunca ha sido reconocido por los dirigentes del Béisbol Profesional y mucho menos por la gerencia del Salón de Los Inmortales en Cooperstown.

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