SAN FRANCISCO, EEUU - Martin De Boer, jefe de operaciones del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en México, explicó que han detectado un cambio en los grupos de migrantes que buscan llegar a EEUU desde el istmo centroamericano en los últimos dos años.
A partir de 2019 hubo un aumento significativo de familias y niños acompañados, así como solos, que conformaban los grupos. Algo que llama la atención, ya que “hasta 2018 eran muchos hombres solteros” quienes formaban parte de las olas migratorias. Sin embargo, a partir de 2019, el patrón cambió.
Los datos, compartidos durante la presentación del Balance Humanitario 2021 para México y Centroamérica de CICR, toman como punto de referencia las estadísticas del Instituto Nacional de Migración de México.
De acuerdo con De Boer, pese a que en 2020 los flujos migratorios bajaron por la pandemia, la migración en masa de los grupos de familia y menores presentó un alza “a finales de 2020 y lo que va de 2021”.
Ese aumento se ha convertido, según el CICR “en un problema” a la hora de gestionar albergues para estos grupos, porque la infraestructura existente para tal fin no está diseñada, o pensada, para acomodar o atender a familias completas.
Menores no acompañados
Según Lorena Guzmán Elizalde, coordinadora de Migración de la institución, en lo concerniente al flujo migratorio de niños no acompañados provenientes de Centroamérica, el mayor número procede de Honduras y Guatemala.
Mientras que El Salvador es el país de donde menos se reporta, o se han identificado, menores.
Salha Benzeghiba, jefa de misión de CICR en Guatemala, afirmó que tanto la institución como ese país ya ha tomado cartas en el asunto. En “conjunto con la sociedad nacional y la Secretaria de Bienestar Social (SBS)” se han coordinado para brindar atención a los flujos que entran, salen y aquellos que solo son tránsito.
El COVID-19 y la violencia
En cuanto a algunas de las causas que han impulsado a estos grupos a migrar, Jordi Raich, jefe de la delegación regional del CICR para México y América Central, resaltó el hecho de que la pandemia, sumada a los desastres naturales vividos en 2020, hizo más vulnerables a comunidades ya afectadas por la violencia.
"Si a la pandemia le añadimos los huracanes en Centroamérica, la devastación, la crisis económica y la pérdida de medios de vida por los cierres, esos grupos vulnerables, que ya lo eran antes de la pandemia, como los migrantes, los desplazados [...], se vuelven más vulnerables", señaló.
El representante de CICR apuntó que uno de los retos más urgentes a nivel regional y mundial es atajar la pandemia, que amplía las desigualdades y acentúa las consecuencias de la violencia. Raich, además, resaltó que la violencia en Centroamérica y México se puede catalogar como "otra epidemia", la que requiere de acciones urgentes en el corto y largo plazo.
El informe
Otros datos señalados dentro del informe tienen relación directa con la pandemia del COVID-19 y la violencia en los países de la región.
Según el documento, el cual también fue compartido en la cuenta de Twitter del organismo, en el caso de El Salvador y Guatemala las desapariciones continúan siendo uno de los principales problemas. Solo en El Salvador, unas seis personas desaparecen por día relacionadas con la violencia en el país, y miles de familias todavía esperan una respuesta integral del Estado a su situación.
Mientras que en Guatemala la desaparición de personas es una de las graves consecuencias a las que se enfrentan las personas migrantes durante la ruta, así como a robos, extorsiones, violencia sexual, secuestro, separaciones familiares y falta de acceso a servicios básicos.
En Nicaragua, pese a la coyuntura de la pandemia, el CICR afirma haber trabajado con más de 12,000 personas privadas de libertad.
Solo durante 2020, 148 personas privadas de libertad fueron entrevistadas en visitas presenciales, 82 fueron acompañadas de forma virtual en el marco de las jornadas de evaluación médicas y 12 fueron entrevistadas de forma virtual para dar seguimiento a sus casos.