Colombia celebrará elecciones legislativas el 9 de marzo de 2014, fecha que marcará el regreso del expresidente Álvaro Uribe a la política. Uribe, quien gobernó durante dos períodos (2002-2006 y 2006-2010), ha lanzado su candidatura al Senado en un país dividido en torno al proceso de paz en La Habana, Cuba.
Cuatro años después de haber dejado la presidencia, el regreso de Uribe a la política "fue una noticia importantísima, lo mejor que podía ocurrir", exclama con entusiasmo Gloria Colorado, una abogada de 35 años que participa en un mitin en Medellín, repleto de simpatizantes y de escoltas.
En su bastión de Medellín, la capital del departamento de Antioquia, orgullosa de sus empresarios y terratenientes, la candidatura al Senado de Uribe anima una intensa campaña para las legislativas e impone el tema: ¿vale la pena dialogar con la guerrilla de las FARC?
Para un vendedor, que se dice su "vecino", la firmeza de Uribe frente a las FARC permitió que "los colombianos volvieran a salir" a la calle.
Uribe desarrolló una política de combate frontal a las FARC, y con apoyo de Estados Unidos confinó a la guerrilla a las zonas rurales más apartadas del país reduciendo sus combatientes a la mitad, entre 7.000 y 8.000 actualmente.
Con una popularidad de más del 60%, el expresidente, que considera que su sucesor Juan Manuel Santos "traicionó" las promesas con las cuales fue elegido, repite insistentemente el mismo mensaje: "El terrorismo ha recuperado espacios".
En una reciente entrevista con la AFP, Uribe expresó su frustración por la forma en que se desarrolla en Cuba el diálogo de paz con las FARC.
En su opinión, la guerrilla ha adquirido inmerecidamente el estatus de actor político pese a que continúan sus acciones ofensivas, pues el proceso se cumple sin que se haya pactado un cese bilateral del fuego en Colombia.
Este viernes, la delegación de las FARC que se encuentra en La Habana descartó una tregua unilateral para los comicios de marzo.
Desde principios de este año, Uribe ha visitado 18 de los 32 departamentos de Colombia, "en vuelo privado o comercial, por carretera o por río, con un promedio de cinco reuniones diarias", aseguran sus colaboradores.
"Lo importante es que contribuya con firmeza, con presencia, en todo el territorio", asevera Uribe, quien dice no temer las amenazas a su seguridad.
Su nuevo partido, el movimiento de derecha Centro Democrático, que gira en torno al carisma del exmandatario, quiere con las legislativas contrariar la posible reelección de Santos en las presidenciales del próximo 25 de mayo, para las cuales también lleva un candidato: el exministro y exparlamentario Oscar Iván Zuluaga.
Por haber cumplido ya dos períodos de Gobierno, Uribe no puede volver a optar a la presidencia.
Para el politólogo José Giraldo, de la Universidad EAFIT de Medellín, Uribe, emblema de la derecha, "puede convertirse en la gran figura de la oposición".
"Sería un fenómeno nuevo porque hace más de diez años que la izquierda parlamentaria tiene el lugar central de la oposición", señaló.
Sin embargo, afirma AFP, parece improbable que la bancada de Uribe pueda ser mayoritaria en el próximo Congreso, pues la mayoría de los colombianos apoya el proceso de paz, y además el expresidente genera tanto rechazo entre sus detractores como admiración entre sus seguidores.
Además, en las calles ha surgido un grupo antiuribista, identificado como el Partido del Tomate, que le lanza esos frutos para perturbar sus concentraciones electorales.
"Amo a los productores de tomates. Hay que proteger a los agricultores", responde con ironía Uribe.
Cuatro años después de haber dejado la presidencia, el regreso de Uribe a la política "fue una noticia importantísima, lo mejor que podía ocurrir", exclama con entusiasmo Gloria Colorado, una abogada de 35 años que participa en un mitin en Medellín, repleto de simpatizantes y de escoltas.
En su bastión de Medellín, la capital del departamento de Antioquia, orgullosa de sus empresarios y terratenientes, la candidatura al Senado de Uribe anima una intensa campaña para las legislativas e impone el tema: ¿vale la pena dialogar con la guerrilla de las FARC?
Para un vendedor, que se dice su "vecino", la firmeza de Uribe frente a las FARC permitió que "los colombianos volvieran a salir" a la calle.
Uribe desarrolló una política de combate frontal a las FARC, y con apoyo de Estados Unidos confinó a la guerrilla a las zonas rurales más apartadas del país reduciendo sus combatientes a la mitad, entre 7.000 y 8.000 actualmente.
Con una popularidad de más del 60%, el expresidente, que considera que su sucesor Juan Manuel Santos "traicionó" las promesas con las cuales fue elegido, repite insistentemente el mismo mensaje: "El terrorismo ha recuperado espacios".
En una reciente entrevista con la AFP, Uribe expresó su frustración por la forma en que se desarrolla en Cuba el diálogo de paz con las FARC.
En su opinión, la guerrilla ha adquirido inmerecidamente el estatus de actor político pese a que continúan sus acciones ofensivas, pues el proceso se cumple sin que se haya pactado un cese bilateral del fuego en Colombia.
Este viernes, la delegación de las FARC que se encuentra en La Habana descartó una tregua unilateral para los comicios de marzo.
Desde principios de este año, Uribe ha visitado 18 de los 32 departamentos de Colombia, "en vuelo privado o comercial, por carretera o por río, con un promedio de cinco reuniones diarias", aseguran sus colaboradores.
"Lo importante es que contribuya con firmeza, con presencia, en todo el territorio", asevera Uribe, quien dice no temer las amenazas a su seguridad.
Su nuevo partido, el movimiento de derecha Centro Democrático, que gira en torno al carisma del exmandatario, quiere con las legislativas contrariar la posible reelección de Santos en las presidenciales del próximo 25 de mayo, para las cuales también lleva un candidato: el exministro y exparlamentario Oscar Iván Zuluaga.
Por haber cumplido ya dos períodos de Gobierno, Uribe no puede volver a optar a la presidencia.
Para el politólogo José Giraldo, de la Universidad EAFIT de Medellín, Uribe, emblema de la derecha, "puede convertirse en la gran figura de la oposición".
"Sería un fenómeno nuevo porque hace más de diez años que la izquierda parlamentaria tiene el lugar central de la oposición", señaló.
Sin embargo, afirma AFP, parece improbable que la bancada de Uribe pueda ser mayoritaria en el próximo Congreso, pues la mayoría de los colombianos apoya el proceso de paz, y además el expresidente genera tanto rechazo entre sus detractores como admiración entre sus seguidores.
Además, en las calles ha surgido un grupo antiuribista, identificado como el Partido del Tomate, que le lanza esos frutos para perturbar sus concentraciones electorales.
"Amo a los productores de tomates. Hay que proteger a los agricultores", responde con ironía Uribe.