Informa Reuters que a la FIFA le ha costado bastante el poder disimular su exasperación ante los problemas de Brasil para la preparación del Mundial de Fútbol de este año, pero esa entidad no puede decir que no vio las advertencias,
Las señales de peligro eran evidentes desde el año 2007, cuando Río de Janeiro tuvo grandes problemas para organizar los Juegos Panamericanos, un evento relativamente menor en términos deportivos globales. Sin embargo, tanto la FIFA como el COI, adujeron que una de las razones por la que le otorgaban el Mundial y Los Juegos Olímpicos a Brasil era precisamente por “lo bien que
habían organizado los Panamericanos”.
El exceso de costos, una anunciada la expansión del metro que nunca se realizó y constantes retrasos y problemas en la construcción de los escenarios de competencia, muchos de los cuales aún no están listos o fueron terminados a último minuto, deberían haber hecho sonar las señales de alarma en Zúrich.
Sin embargo, solamente tres meses después de terminados los Panamericanos, Brasil, siendo el único candidato bajo un sistema de la FIFA de rotación del evento por los continentes, se llevó la sede para la organización del Mundial 2014 casi sin oposición.
Las preguntas sobre la dilapidada infraestructura de Brasil, los problemas sociales, el crimen y la violencia fueron dejadas de lado en medio de elogios al país por sus victorias dentro de la cancha de juego.
En los seis años y medio que pasaron desde entonces, con la organización del Mundial ocurrió casi lo mismo que con la preparación para los Juegos Panamericanos.
Aparentemente impotente, la FIFA ha observado al comité organizador ir incumpliendo plazo tras plazo, ignorando los presupuestos originales y eliminando proyectos de infraestructura que hubieran sido el legado del evento.
En un ejemplo reciente, la FIFA advirtió en mayo que los 12 estadios destinados al Mundial debían estar totalmente terminados para el fin del año pasado y que no se aceptarían los retrasos.
Sin embargo, cinco de los estadios no cumplieron con el plazo, aún están por terminar, y la FIFA no ha hecho nada.
"El modelo brasileño para el Mundial es darle prioridad al financiamiento privado en la construcción y remodelación de los estadios a través de concesiones de largo plazo y eventualmente asociaciones público-privadas", declararon en ese momento los
inspectores de la FIFA.
"El objetivo es construir estadios modernos que sigan los requisitos de la FIFA, mientras que los fondos públicos serán destinados a infraestructura básica, en particular seguridad, aeropuertos, calles y hospitales", añadieron.
Sin embargo, los “fondos privados” no aparecieron para los estadios, los fondos públicos se han usado para construir los estadios y mucha de la infraestructura prometida nunca se realizó.
La única participación privada ha sido la recepción de contratos de construcción otorgados de una forma que se podría llamar, al menos, “nebulosa”.
Otro gran dolor de cabeza ha sido el transporte aéreo. Sin embargo, el reporte de la FIFA dijo que no había motivos de preocupación.
Brasil hace las cosas a su gusto, de una forma que pocos imaginarían, especialmente si tomamos en cuenta que la FIFA sobrevive en gran medida de los recursos económicos de los Mundiales.
La FIFA requería solamente entre ocho y 10 sedes para reducir los problemas logísticos, sin embargo accedió a que Brasil construyera 12.
Periódicamente, la FIFA ha amenazado y criticado a los anfitriones, para luego dar marcha atrás ante las reacciones de indignación desde Brasil, que se enorgullece de ser "el país del fútbol".
Ante las acusaciones de que esté “pisoteando la soberanía” de Brasil, la FIFA ha actuado con demasiada cautela.
"La FIFA no tiene tanto control como le gustaría sobre Brasil 2014. Tal vez hubo una falta de comprensión sobre el 'jeitiño' brasileiro", dijo Christopher Gaffney, investigador y profesor de la Universidad Federal Fluminense en Niteroi, cerca
de Río de Janeiro, refiriéndose a la expresión usada para hablar de la manera local de hacer algo basados en la improvisación.
"La FIFA tal vez no fue lo suficientemente explícita sobre lo que se necesitaba hacer y cuando, pero tampoco han sido muy agresiva en intentar manipular la composición de los comités organizadores locales", añadió.
Gaffney declarٌó que la FIFA “parecía desorientada”.
"La complejidad de la estructura gubernamental brasileña implementada para el evento ha hecho que ni siquiera la FIFA tenga idea de donde exigir respuestas", dijo Gaffney.
Frente a este escenario y a unos días de comenzar el Mundial, lo único que puede hacer la FIFA es cruzar los dedos y hablar de confianza mutua. "No hay problemas", dijo Joseph Blatter, presidente de la FIFA, tras otra reunión para aflojar tensiones, en esta ocasión con la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. “Al final, todo estará listo, en todos lados en Brasil", añadió Blatter.
Las señales de peligro eran evidentes desde el año 2007, cuando Río de Janeiro tuvo grandes problemas para organizar los Juegos Panamericanos, un evento relativamente menor en términos deportivos globales. Sin embargo, tanto la FIFA como el COI, adujeron que una de las razones por la que le otorgaban el Mundial y Los Juegos Olímpicos a Brasil era precisamente por “lo bien que
habían organizado los Panamericanos”.
El exceso de costos, una anunciada la expansión del metro que nunca se realizó y constantes retrasos y problemas en la construcción de los escenarios de competencia, muchos de los cuales aún no están listos o fueron terminados a último minuto, deberían haber hecho sonar las señales de alarma en Zúrich.
Sin embargo, solamente tres meses después de terminados los Panamericanos, Brasil, siendo el único candidato bajo un sistema de la FIFA de rotación del evento por los continentes, se llevó la sede para la organización del Mundial 2014 casi sin oposición.
Las preguntas sobre la dilapidada infraestructura de Brasil, los problemas sociales, el crimen y la violencia fueron dejadas de lado en medio de elogios al país por sus victorias dentro de la cancha de juego.
En los seis años y medio que pasaron desde entonces, con la organización del Mundial ocurrió casi lo mismo que con la preparación para los Juegos Panamericanos.
Aparentemente impotente, la FIFA ha observado al comité organizador ir incumpliendo plazo tras plazo, ignorando los presupuestos originales y eliminando proyectos de infraestructura que hubieran sido el legado del evento.
En un ejemplo reciente, la FIFA advirtió en mayo que los 12 estadios destinados al Mundial debían estar totalmente terminados para el fin del año pasado y que no se aceptarían los retrasos.
Sin embargo, cinco de los estadios no cumplieron con el plazo, aún están por terminar, y la FIFA no ha hecho nada.
"El modelo brasileño para el Mundial es darle prioridad al financiamiento privado en la construcción y remodelación de los estadios a través de concesiones de largo plazo y eventualmente asociaciones público-privadas", declararon en ese momento los
inspectores de la FIFA.
"El objetivo es construir estadios modernos que sigan los requisitos de la FIFA, mientras que los fondos públicos serán destinados a infraestructura básica, en particular seguridad, aeropuertos, calles y hospitales", añadieron.
Sin embargo, los “fondos privados” no aparecieron para los estadios, los fondos públicos se han usado para construir los estadios y mucha de la infraestructura prometida nunca se realizó.
La única participación privada ha sido la recepción de contratos de construcción otorgados de una forma que se podría llamar, al menos, “nebulosa”.
Otro gran dolor de cabeza ha sido el transporte aéreo. Sin embargo, el reporte de la FIFA dijo que no había motivos de preocupación.
Brasil hace las cosas a su gusto, de una forma que pocos imaginarían, especialmente si tomamos en cuenta que la FIFA sobrevive en gran medida de los recursos económicos de los Mundiales.
La FIFA requería solamente entre ocho y 10 sedes para reducir los problemas logísticos, sin embargo accedió a que Brasil construyera 12.
Periódicamente, la FIFA ha amenazado y criticado a los anfitriones, para luego dar marcha atrás ante las reacciones de indignación desde Brasil, que se enorgullece de ser "el país del fútbol".
Ante las acusaciones de que esté “pisoteando la soberanía” de Brasil, la FIFA ha actuado con demasiada cautela.
"La FIFA no tiene tanto control como le gustaría sobre Brasil 2014. Tal vez hubo una falta de comprensión sobre el 'jeitiño' brasileiro", dijo Christopher Gaffney, investigador y profesor de la Universidad Federal Fluminense en Niteroi, cerca
de Río de Janeiro, refiriéndose a la expresión usada para hablar de la manera local de hacer algo basados en la improvisación.
"La FIFA tal vez no fue lo suficientemente explícita sobre lo que se necesitaba hacer y cuando, pero tampoco han sido muy agresiva en intentar manipular la composición de los comités organizadores locales", añadió.
Gaffney declarٌó que la FIFA “parecía desorientada”.
"La complejidad de la estructura gubernamental brasileña implementada para el evento ha hecho que ni siquiera la FIFA tenga idea de donde exigir respuestas", dijo Gaffney.
Frente a este escenario y a unos días de comenzar el Mundial, lo único que puede hacer la FIFA es cruzar los dedos y hablar de confianza mutua. "No hay problemas", dijo Joseph Blatter, presidente de la FIFA, tras otra reunión para aflojar tensiones, en esta ocasión con la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. “Al final, todo estará listo, en todos lados en Brasil", añadió Blatter.