"Estamos disfrutando la mejor pelota vista en Cuba desde hace décadas”, me dice un entusiasmado vecino cuando República Dominicana acaba por vencer a Puerto Rico y se corona en la tercera edición del Clásico Mundial.
La Revolución nos educó en aquello de que “nacimos para vencer y no para ser vencidos” y ¨a los americanos hay que ganarle hasta en las bolas¨ por lo tanto, la derrota es inadmisible, aún en los deportes. Semejante filosofía origina los fuertes comentarios, groseros inclusive, que siguen a nuestro último fracaso beisbolero.
“Víctor es un Payaso…” “Yulieski no tiene bomba para los juegos difíciles…” “Holanda nos tiene cogida la baja…” Reproduzco tres de entre muchas opiniones e intento seleccionar lo más ilustrativo: “Los cubanos deben jugar dentro de esa pelota-se refieren a los circuitos profesionales en el mundo-están faltos de estímulos, aislados dentro del país. No se trata de topes esporádicos con otros conjuntos, sino de intercambiar diariamente en el Béisbol de otras latitudes. Ahora les exigen tocar la bola y lo hacen mal porque lo que no aprendiste en casa es imposible realizarlo correctamente después en la calle.”
Con la inclusión de los profesionales de otros países, comenzamos a perder con más frecuencia. Años atrás acaparábamos los principales títulos internacionales y hoy por hoy no poseemos uno sólo.
“Le echan la culpa a los asiáticos, que si los japoneses y coreanos juegan como máquinas, pero ahora resulta que hasta los holandeses nos ganan y nada mas y nada menos que ¡cuatro veces! en los dos últimos torneos de clase mundial.”
Agrego, porque la memoria de ciertos comentaristas deportivos suele ser intencionadamente frágil, que la selección cubana ha perdido reiteradamente con equipos de Estados Unidos en los últimos años e igualmente dos veces en un mismo torneo ante un colectivo de República Dominicana. De hecho el problema de Cuba en la Pelota es general, refleja un asunto a resolver entre nosotros.
“En este último juego lo del Yuly fue un desastre, cuatro errores que representaron cuatro carreras, a favor o en contra. Solamente en el noveno, primero se queda en tercera cuando podía anotar y darnos la ventaja, después se le enmantequilla el guante con un roletazo y los holandeses embasan al corredor que les daría la victoria.
Aunque la pérdida de este último desafía trasciende a la actuación de un jugador, la responsabilidad de Yulieski Gourriel es innegable en este caso. Me solidarizo con los aficionados porque duele que antes fuera promocionado como el mejor pelotero y Capitán de la selección nacional, algo así como el niño mimado del equipo y vuelve a fallar, repetidamente, en momentos claves.
A propósito, semanas atrás en el Parque Central habanero recibieron con alegría y aplausos a José Ariel Contreras, quien fuera el Pitcher No 1 del equipo cubano. Comparado por Fidel Castro con el Héroe Nacional Antonio Maceo, Contreras derrotó a un equipo profesional norteamericano, propinándoles 15 ponches sin permitir carreras. Posteriormente en los Estados Unidos obtuvo el mayor contrato para un novato en esa pelota.
“Debemos cambiar muchas cosas, porque el Béisbol es algo nacional, incorpora a miles de trabajadores, decenas de estadios y otras instituciones, cientos de peloteros también”- así comienza una señora, algo que en Cuba no asombra, porque la Pelota es de todos- “No es solamente cambiar la estructura del campeonato nacional, este año algo se hizo, pero fue como una pastillita para el dolor de cabeza de una enfermedad crónica.”
Cuba está cambiando, pero los directivos del deporte no están a la altura de estos cambios.
“Había que ver los rostros de nuestros lanzadores, de algunos peloteros, se les notaba la tensión desmedida, en tanto sus rivales, frente a igual situación, mascaban chicles y reían”
Resumiendo tantas opiniones, enumero mis puntos de vista:
1-Se impone concebir al Béisbol integralmente, como un complejo fenómeno económico-social, cuya reforma o actualización, no me preocupa la palabra, implica en Cuba decisiones políticas.
2-Los peloteros son tan profesionales como nuestros médicos, cumpliendo misiones en la patria o en otras tierras del mundo. Sin obviar su peculiar condición de deportistas, merecen oportunidades similares a las de los demás profesionales.
3-La actual estructura del campeonato nacional está sobredimensionada. Japón, con diez veces nuestra población una renta per-cápita veinte veces superior, tiene menos conjuntos en su torneo élite e inclusive, menos atletas en activo dentro de cada conjunto.
Un bodeguero de mi barrio ilustra la anterior conclusión: “Producimos excelentes prospectos que luego se estancan porque es fácil batear por encima de 350 y conectar más de 25 jonrones cada temporada. Algunos de ellos, cuando van a Japón o Los Estados Unidos, sin dejar de ser bien cotizados, todo lo contrario, descienden sus promedios porque la calidad está concentrada.”
La Pelota no es ajena a la realidad del país, macada por plantillas infladas y el sub-empleo. El aludido bodeguero vuelve a la carga: “Nunca antes un equipo nacional fue preparado con tanto esmero y miren lo que pasó. Si seguimos sin cambios, será como dice el refrán, ¡tanto nadar y nadar, para morir en la orilla!”
La Revolución nos educó en aquello de que “nacimos para vencer y no para ser vencidos” y ¨a los americanos hay que ganarle hasta en las bolas¨ por lo tanto, la derrota es inadmisible, aún en los deportes. Semejante filosofía origina los fuertes comentarios, groseros inclusive, que siguen a nuestro último fracaso beisbolero.
“Víctor es un Payaso…” “Yulieski no tiene bomba para los juegos difíciles…” “Holanda nos tiene cogida la baja…” Reproduzco tres de entre muchas opiniones e intento seleccionar lo más ilustrativo: “Los cubanos deben jugar dentro de esa pelota-se refieren a los circuitos profesionales en el mundo-están faltos de estímulos, aislados dentro del país. No se trata de topes esporádicos con otros conjuntos, sino de intercambiar diariamente en el Béisbol de otras latitudes. Ahora les exigen tocar la bola y lo hacen mal porque lo que no aprendiste en casa es imposible realizarlo correctamente después en la calle.”
Con la inclusión de los profesionales de otros países, comenzamos a perder con más frecuencia. Años atrás acaparábamos los principales títulos internacionales y hoy por hoy no poseemos uno sólo.
“Le echan la culpa a los asiáticos, que si los japoneses y coreanos juegan como máquinas, pero ahora resulta que hasta los holandeses nos ganan y nada mas y nada menos que ¡cuatro veces! en los dos últimos torneos de clase mundial.”
Agrego, porque la memoria de ciertos comentaristas deportivos suele ser intencionadamente frágil, que la selección cubana ha perdido reiteradamente con equipos de Estados Unidos en los últimos años e igualmente dos veces en un mismo torneo ante un colectivo de República Dominicana. De hecho el problema de Cuba en la Pelota es general, refleja un asunto a resolver entre nosotros.
“En este último juego lo del Yuly fue un desastre, cuatro errores que representaron cuatro carreras, a favor o en contra. Solamente en el noveno, primero se queda en tercera cuando podía anotar y darnos la ventaja, después se le enmantequilla el guante con un roletazo y los holandeses embasan al corredor que les daría la victoria.
Aunque la pérdida de este último desafía trasciende a la actuación de un jugador, la responsabilidad de Yulieski Gourriel es innegable en este caso. Me solidarizo con los aficionados porque duele que antes fuera promocionado como el mejor pelotero y Capitán de la selección nacional, algo así como el niño mimado del equipo y vuelve a fallar, repetidamente, en momentos claves.
A propósito, semanas atrás en el Parque Central habanero recibieron con alegría y aplausos a José Ariel Contreras, quien fuera el Pitcher No 1 del equipo cubano. Comparado por Fidel Castro con el Héroe Nacional Antonio Maceo, Contreras derrotó a un equipo profesional norteamericano, propinándoles 15 ponches sin permitir carreras. Posteriormente en los Estados Unidos obtuvo el mayor contrato para un novato en esa pelota.
“Debemos cambiar muchas cosas, porque el Béisbol es algo nacional, incorpora a miles de trabajadores, decenas de estadios y otras instituciones, cientos de peloteros también”- así comienza una señora, algo que en Cuba no asombra, porque la Pelota es de todos- “No es solamente cambiar la estructura del campeonato nacional, este año algo se hizo, pero fue como una pastillita para el dolor de cabeza de una enfermedad crónica.”
Cuba está cambiando, pero los directivos del deporte no están a la altura de estos cambios.
“Había que ver los rostros de nuestros lanzadores, de algunos peloteros, se les notaba la tensión desmedida, en tanto sus rivales, frente a igual situación, mascaban chicles y reían”
Resumiendo tantas opiniones, enumero mis puntos de vista:
1-Se impone concebir al Béisbol integralmente, como un complejo fenómeno económico-social, cuya reforma o actualización, no me preocupa la palabra, implica en Cuba decisiones políticas.
2-Los peloteros son tan profesionales como nuestros médicos, cumpliendo misiones en la patria o en otras tierras del mundo. Sin obviar su peculiar condición de deportistas, merecen oportunidades similares a las de los demás profesionales.
3-La actual estructura del campeonato nacional está sobredimensionada. Japón, con diez veces nuestra población una renta per-cápita veinte veces superior, tiene menos conjuntos en su torneo élite e inclusive, menos atletas en activo dentro de cada conjunto.
Un bodeguero de mi barrio ilustra la anterior conclusión: “Producimos excelentes prospectos que luego se estancan porque es fácil batear por encima de 350 y conectar más de 25 jonrones cada temporada. Algunos de ellos, cuando van a Japón o Los Estados Unidos, sin dejar de ser bien cotizados, todo lo contrario, descienden sus promedios porque la calidad está concentrada.”
La Pelota no es ajena a la realidad del país, macada por plantillas infladas y el sub-empleo. El aludido bodeguero vuelve a la carga: “Nunca antes un equipo nacional fue preparado con tanto esmero y miren lo que pasó. Si seguimos sin cambios, será como dice el refrán, ¡tanto nadar y nadar, para morir en la orilla!”