¿Es cierto que la ley cubana para la inversión extranjera será modificada para permitir que los emigrantes tengan derecho a montar negocios en la isla?
El viceministro cubano para la inversión extranjera, Antonio Carricarte ha negado en declaraciones recientes que exista alguna intención de modificar la ley cubana para la inversión extranjera.
Según el funcionario solo se trata de algunas actualizaciones que permitirán ajustar la ley a las nuevas políticas del gobierno.
A pesar de la declaración de este funcionario es evidente que, llámese cambio o actualización, se avecina una importante reforma en la ley de inversión extranjera.
Previo a esta declaración reciente del viceministro Carricarte, el propio vicepresidente cubano Marino Murillo, junto a otros funcionarios de alto nivel han sido categóricos en anunciar inmediatas reformas a la ley para conseguir la captación de nuevos capitales internacionales.
Así que la actual declaración parece más un camuflaje político de última hora, para esconder la verdadera trascendencia del cambio por venir en el tema de las inversiones extranjeras en Cuba.
La necesidad de capital extranjero es una de las urgencias actuales de la economía cubana. El descredito histórico del país con la inversión extranjera en los últimos 30 años, crea mucha desconfianza en los grupos inversionistas internacionales.
La frágil dependencia cubana de Venezuela y la siempre latente amenaza de un posible cambio político tampoco generan tranquilidad o confianza entre los potenciales inversionistas extranjeros.
Solo el exilio cubano mantiene a ultranza y sin importar cualquier riesgo, su compromiso con los familiares y amigos en la isla, ellos son el principal motor generador de divisas con que cuenta Cuba actualmente.
Por lo tanto, solo ellos pueden ser contemplados como los posibles inversores en el futuro de Cuba.
El razonamiento está asociado a que si con las remesas familiares el gobierno ha conseguido llenar parte del vacío de divisas que tiene el país, al abrirles el banderín de la inversión extranjera se garantizaría un incremento considerable en este rubro y además permitirá mover la economía interna.
Para nadie es un secreto que la mayoría de las compraventas de inmuebles y los pequeños negocios privados en Cuba están financiados por capitales informales provenientes del exilio cubano y en especial desde Miami.
Así que independientemente al nombre que se le quiera dar, es evidente que se avecinan cambios en la ley de inversión extranjera para garantizar una mayor participación de los emigrantes cubanos en la economía del país.
El viceministro cubano para la inversión extranjera, Antonio Carricarte ha negado en declaraciones recientes que exista alguna intención de modificar la ley cubana para la inversión extranjera.
Según el funcionario solo se trata de algunas actualizaciones que permitirán ajustar la ley a las nuevas políticas del gobierno.
A pesar de la declaración de este funcionario es evidente que, llámese cambio o actualización, se avecina una importante reforma en la ley de inversión extranjera.
Previo a esta declaración reciente del viceministro Carricarte, el propio vicepresidente cubano Marino Murillo, junto a otros funcionarios de alto nivel han sido categóricos en anunciar inmediatas reformas a la ley para conseguir la captación de nuevos capitales internacionales.
Así que la actual declaración parece más un camuflaje político de última hora, para esconder la verdadera trascendencia del cambio por venir en el tema de las inversiones extranjeras en Cuba.
La necesidad de capital extranjero es una de las urgencias actuales de la economía cubana. El descredito histórico del país con la inversión extranjera en los últimos 30 años, crea mucha desconfianza en los grupos inversionistas internacionales.
La frágil dependencia cubana de Venezuela y la siempre latente amenaza de un posible cambio político tampoco generan tranquilidad o confianza entre los potenciales inversionistas extranjeros.
Solo el exilio cubano mantiene a ultranza y sin importar cualquier riesgo, su compromiso con los familiares y amigos en la isla, ellos son el principal motor generador de divisas con que cuenta Cuba actualmente.
Por lo tanto, solo ellos pueden ser contemplados como los posibles inversores en el futuro de Cuba.
El razonamiento está asociado a que si con las remesas familiares el gobierno ha conseguido llenar parte del vacío de divisas que tiene el país, al abrirles el banderín de la inversión extranjera se garantizaría un incremento considerable en este rubro y además permitirá mover la economía interna.
Para nadie es un secreto que la mayoría de las compraventas de inmuebles y los pequeños negocios privados en Cuba están financiados por capitales informales provenientes del exilio cubano y en especial desde Miami.
Así que independientemente al nombre que se le quiera dar, es evidente que se avecinan cambios en la ley de inversión extranjera para garantizar una mayor participación de los emigrantes cubanos en la economía del país.