¿Podrá el gobierno cubano erradicar la corrupción dentro de las instituciones estatales con estos nuevos esfuerzos y comisiones?
No podrá erradicar la corrupción porque se trata de un fenómeno que ha calado muy fuerte dentro de la sociedad cubana.
En Cuba se dan, fundamentalmente, dos tipos de manifestaciones asociadas al fenómeno de la corrupción gubernamental:
Está el funcionario corrupto que en aras de incrementar su nivel de vida de forma extraordinaria desvía recursos, acepta comisiones o de cualquier forma amplía exuberantemente su patrimonio.
Un fenómeno puntual que se repite en cualquier sociedad del mundo y que es combatido por las instituciones gubernamentales como casos individuales que se manifiestan a diferentes niveles de la sociedad.
Pero también está el trabajador del estado cubano que asume posturas corruptas como método de subsistencia, como la única forma que tiene de garantizar ingresos para la manutención de su familia en medio de un panorama de crisis general que no le permite tener acceso a los medios básicos.
Este es el fenómeno generalizado en Cuba y responde más a una necesidad irremediable que a una condición inescrupulosa del funcionario.
Esta segunda manifestación del fenómeno no se soluciona con más vigilancia, sino con mejoras en las condiciones de vida o garantías sociales.
Otras condiciones que contribuyen al desarrollo de la corrupción están asociadas al desorden administrativo imperante en el país, la diferencia en el modo de vida de la clase dirigente y el resto de la población y la forma autoritaria en que el grupo de gobierno decide las políticas económicas y distributivas del país.
El aumento del control y la vigilancia sobre los funcionarios y trabajadores estatales solo conseguirá disminuir la corrupción en ciertos niveles o en algunas actividades, pero no cura el mal de origen que corroe a la sociedad cubana.
Este tipo de control se vuelve inoperante también cuando los encargados de vigilar y perseguir la corrupción son personas con las mismas carencias y necesidades que los vigilados.
Estos funcionarios terminan integrándose a las redes de corrupción, sobornos y desvíos de recurso a las que supuestamente debían vigilar y combatir
No podrá erradicar la corrupción porque se trata de un fenómeno que ha calado muy fuerte dentro de la sociedad cubana.
En Cuba se dan, fundamentalmente, dos tipos de manifestaciones asociadas al fenómeno de la corrupción gubernamental:
Está el funcionario corrupto que en aras de incrementar su nivel de vida de forma extraordinaria desvía recursos, acepta comisiones o de cualquier forma amplía exuberantemente su patrimonio.
Un fenómeno puntual que se repite en cualquier sociedad del mundo y que es combatido por las instituciones gubernamentales como casos individuales que se manifiestan a diferentes niveles de la sociedad.
Pero también está el trabajador del estado cubano que asume posturas corruptas como método de subsistencia, como la única forma que tiene de garantizar ingresos para la manutención de su familia en medio de un panorama de crisis general que no le permite tener acceso a los medios básicos.
Este es el fenómeno generalizado en Cuba y responde más a una necesidad irremediable que a una condición inescrupulosa del funcionario.
Esta segunda manifestación del fenómeno no se soluciona con más vigilancia, sino con mejoras en las condiciones de vida o garantías sociales.
Otras condiciones que contribuyen al desarrollo de la corrupción están asociadas al desorden administrativo imperante en el país, la diferencia en el modo de vida de la clase dirigente y el resto de la población y la forma autoritaria en que el grupo de gobierno decide las políticas económicas y distributivas del país.
El aumento del control y la vigilancia sobre los funcionarios y trabajadores estatales solo conseguirá disminuir la corrupción en ciertos niveles o en algunas actividades, pero no cura el mal de origen que corroe a la sociedad cubana.
Este tipo de control se vuelve inoperante también cuando los encargados de vigilar y perseguir la corrupción son personas con las mismas carencias y necesidades que los vigilados.
Estos funcionarios terminan integrándose a las redes de corrupción, sobornos y desvíos de recurso a las que supuestamente debían vigilar y combatir