Los empresarios españoles parecen estar muy ilusionados con los cambios que se están introduciendo en Cuba. Suelen ser gente emprendedora que ve las oportunidades de negocio antes que el resto de los mortales y de su visión y capacidad se beneficia el resto, ocupando puestos de trabajo y ofreciendo su mano de obra para que sus iniciativas funcionen.
La Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), una organización conservadora, habitualmente enfrentada a los sindicatos y organizaciones obreras en España, parece sentirse muy bien en los ambientes "militar-empresariales" cubanos y acaba de anunciar que, tras un primer viaje para explorar el terreno, van a hacer un segundo para seguir explorando con más detalle todo lo que de la Isla pueden extraer.
Es genial para una economía contar con personas que tengan una visión avanzada sobre asuntos de negocios que, en principio, deben contribuir a generar riqueza y oportunidades en una comunidad. De estos empresarios pueden nacer proyectos económicos que van a dar trabajo y a generar un sustento económico para muchas familias cubanas. Eso sería lo ideal.
Esta aproximación de empresarios españoles y de otros países a Cuba pone en evidencia un hecho muy grave y una característica asombrosa de la Isla bajo dominio castrista: la dependencia de empresarios y emprendedores extranjeros para mover su economía. No es que los países se deban cerrar a la inversión extranjera y establecer un proteccionismo extremo, pero sí resulta un tanto extraño que un Gobierno esté ofreciendo el país a corporaciones extranjeras para generar riqueza.
Parece estar convirtiendo la Isla en un espacio en alquiler para que se desarrollen iniciativas empresariales donde cobren vida ideas y proyectos concebidos en el exterior. Cabe preguntarse ¿qué pasa con todos aquellos cubanos que podrían ser ellos mismos protagonistas de estas iniciativas económicas y que podrían contribuir a generar riqueza para sus compatriotas, a la vez que mejorar su bienestar?
Resulta curioso también comprobar la facilidad con la que la junta militar cubana llega a acuerdos con los empresarios, mientras se embarrancan las conversaciones y diálogos políticos, como las conversaciones con la Unión Europea, en pleno "diálogo estructurado sobre Derechos Humanos", que nadie sabe muy bien a qué se refiere.
El Gobierno cubano se reduce ahora a ser una especie de corporación militar que reparte juego entre socios capitalistas y está por ver qué beneficios reportará para los ciudadanos sometidos a su gestión.
Los cubanos no parecen vivir ya en un país, más bien en la "Cuba Militar Corporate", donde élites locales y extranjeras miran por sus negocios a espaldas de la sociedad. La política y los derechos de los cubanos están aparcados en vía muerta. Ellos siempre podrán esperar y adecuarse al "ritmo" del general.