Cuenta la historia que los aborígenes cubanos consumían el tabaco mucho antes de que aterrizara en la isla el almirante genovés Cristobal Colón.
Los estudios y evidencias, demuestran que nuestros indígenas lo usaban como medicamento, narcótico, afrodisíaco, en rituales y celebraciones religiosas. Lo fumaban, aspiraban por la nariz y hasta lo bebían en brebajes.
Rodrigo de Jerez fue uno de los marineros que llegó a las Américas con Colón y regresó a la vieja Europa con el hábito de fumar. La inquisición, después de alegar que sólo el diablo podía conceder a un hombre el poder de sacar humo por la boca, le sancionó a siete años de prisión.
No obstante el vicio se impuso, el tabaco devino en industria y pese a que los estudiosos dejan claro que dicha planta tiene su origen en la zona andina entre Perú y Ecuador, el tabaco cubano alcanzó rapidamente el calificativo de “el mejor del mundo”. Y apareció el término habano para conceptualizar todos los puros, donde el 100% del producto es cultivado y manufacturado en Cuba tras múltiples y severos controles tanto a nivel de proceso agrícola, de cultivo como de secado y torcido.
Corría el 1800 y para entonces ya el tabaco, como el azúcar, se habían fusionado con la historia de nuestro país; pero las características del mercado y el gusto de los fumadores, hicieron que el habano, distinguido ya por su procedencia, comenzara a clasificarse a partir de la zona de la cosecha. Así surgieron prestigiosas marcas como Partagás, H Upmann, La Corona, Por Larrañaga, El Fígaro, y otras, hasta que en 1966 Fidel Castro creara Cohíba, la marca líder de Cuba, que lleva su nombre gracias a la sugerencia del entonces jefe de escolta, Chicho.
Cohíba no sólo es el nombre de mayor prestigio en el mundo del tabaco, es también una marca comercial que mueve influencias políticas, trafica poder y maneja millones de dólares. Se vende a precios astronómicos y se consume en cada rincón de este planeta. El Rolls-Royce de los tabacos es una burbuja de oro donde encuentra placer un selecto grupo de personas que sólo tienen en común dinero y poder.
Durante toda su historia las hojas utilizadas para elaborar a mano el mejor puro del mundo, han sido celosamente escogidas, y el mercadeo especifica que provienen de las cinco mejores vegas de la región de Vuelta Abajo, Pinar del Río.
Las inclemencias del tiempo, el período especial, la falta de fertilizantes, de liquidez financiera, la lucha antitabaquismo y otra serie de factores, hizo decaer la producción tabacalera cubana. Y por mucho empeño que se pusiera no se podían cumplir los compromisos ni la demanda de un mercado que exigía mayor cantidad y calidad de nuestro producto líder. El mismo Comandante en Jefe, que para entonces era además microbiólogo; ordenó utilizar una técnica de producción in vitro que garantizaría cantidades masivas de vitroplantas de tabaco con los más altos niveles de excelencia; pero obvio, el plan no fructificó. Y llegamos al engaño, lo de siempre, lo que toca.
“El país del tabaco” compró clandestinamente selecciones de hojas en Nicaragua; y pequeñas cantidades a Ecuador, países donde se sabe que las plantaciones tabacaleras pasan por un estricto control de calidad con estándares internacionales. Las hojas cuasi contrabandeadas se usaron para manufacturar el tabaco que se vendió, y el que se regaló a mandatarios influyentes. Auténtica burla, “El mejor habano del mundo” sin denominación de origen.
Solamente la parte cubana de la empresa mixta Habanos S.A; puede responder si aún persiste esta estafa gubernamental. Una más.
Los estudios y evidencias, demuestran que nuestros indígenas lo usaban como medicamento, narcótico, afrodisíaco, en rituales y celebraciones religiosas. Lo fumaban, aspiraban por la nariz y hasta lo bebían en brebajes.
Rodrigo de Jerez fue uno de los marineros que llegó a las Américas con Colón y regresó a la vieja Europa con el hábito de fumar. La inquisición, después de alegar que sólo el diablo podía conceder a un hombre el poder de sacar humo por la boca, le sancionó a siete años de prisión.
No obstante el vicio se impuso, el tabaco devino en industria y pese a que los estudiosos dejan claro que dicha planta tiene su origen en la zona andina entre Perú y Ecuador, el tabaco cubano alcanzó rapidamente el calificativo de “el mejor del mundo”. Y apareció el término habano para conceptualizar todos los puros, donde el 100% del producto es cultivado y manufacturado en Cuba tras múltiples y severos controles tanto a nivel de proceso agrícola, de cultivo como de secado y torcido.
Corría el 1800 y para entonces ya el tabaco, como el azúcar, se habían fusionado con la historia de nuestro país; pero las características del mercado y el gusto de los fumadores, hicieron que el habano, distinguido ya por su procedencia, comenzara a clasificarse a partir de la zona de la cosecha. Así surgieron prestigiosas marcas como Partagás, H Upmann, La Corona, Por Larrañaga, El Fígaro, y otras, hasta que en 1966 Fidel Castro creara Cohíba, la marca líder de Cuba, que lleva su nombre gracias a la sugerencia del entonces jefe de escolta, Chicho.
Cohíba no sólo es el nombre de mayor prestigio en el mundo del tabaco, es también una marca comercial que mueve influencias políticas, trafica poder y maneja millones de dólares. Se vende a precios astronómicos y se consume en cada rincón de este planeta. El Rolls-Royce de los tabacos es una burbuja de oro donde encuentra placer un selecto grupo de personas que sólo tienen en común dinero y poder.
Durante toda su historia las hojas utilizadas para elaborar a mano el mejor puro del mundo, han sido celosamente escogidas, y el mercadeo especifica que provienen de las cinco mejores vegas de la región de Vuelta Abajo, Pinar del Río.
Las inclemencias del tiempo, el período especial, la falta de fertilizantes, de liquidez financiera, la lucha antitabaquismo y otra serie de factores, hizo decaer la producción tabacalera cubana. Y por mucho empeño que se pusiera no se podían cumplir los compromisos ni la demanda de un mercado que exigía mayor cantidad y calidad de nuestro producto líder. El mismo Comandante en Jefe, que para entonces era además microbiólogo; ordenó utilizar una técnica de producción in vitro que garantizaría cantidades masivas de vitroplantas de tabaco con los más altos niveles de excelencia; pero obvio, el plan no fructificó. Y llegamos al engaño, lo de siempre, lo que toca.
“El país del tabaco” compró clandestinamente selecciones de hojas en Nicaragua; y pequeñas cantidades a Ecuador, países donde se sabe que las plantaciones tabacaleras pasan por un estricto control de calidad con estándares internacionales. Las hojas cuasi contrabandeadas se usaron para manufacturar el tabaco que se vendió, y el que se regaló a mandatarios influyentes. Auténtica burla, “El mejor habano del mundo” sin denominación de origen.
Solamente la parte cubana de la empresa mixta Habanos S.A; puede responder si aún persiste esta estafa gubernamental. Una más.