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El "todo incluido" inalcanzable para los negros de la isla


Es un asunto social que calladamente se ha convertido en una bomba de relojería. Los negros son los más pobres. Los que peor viven. Y los menos representados en el poder.

Josuán, ingeniero, 43 años, junto a su esposa y tres hijos, en una calle aledaña al Capitolio de La Habana y bajo un sol de justicia, esperan el ómnibus climatizado que lo llevará a Varadero, Matanzas, a 140 kilómetros de la capital.

“Es como viajar en una máquina del tiempo hacia el futuro. Este año alquilé tres noches en el Hotel Patriarca. Ya me considero un ‘veterano’. Es la cuarta ocasión que hago turismo ‘todo incluido’. Te puedo asegurar que no es fruto de mi trabajo. Se lo debo a mis parientes que residen en Miami. Ellos me envían dólares suficientes para que cada año mi familia pueda tener un oasis de mar y playa y gran cantidad de comida y bebidas en un entorno fabuloso”, señala.

Frente a la fábrica de tabacos Partagás, casi un centenar de personas cargan sus mochilas y maletas de ruedas y abordan el bus que los trasladará a diferentes hoteles de Varadero.

Cerca de las 11 de la mañana, con excepcional puntualidad, cosa rara en Cuba, van subiendo a sus respectivos ómnibus. Pertenecen a Transtur, principal transportista turístico en la isla, excepto la cadena Gaviota, un emporio administrado por la cúpula militar que tiene su propia flota de buses y aviones pintados de color verde claro.

Dentro de los excursionistas el número de negros y mestizos es reducido. Apenas siete entre un centenar. Y es que si hacer turismo es una ilusión para muchos en Cuba, para un negro o mestizo raya casi en lo imposible.

ASIGNATURA PENDIENTE

No es problema de leyes. Es un asunto social que calladamente se ha convertido en una bomba de relojería. Los negros son los más pobres. Los que peor viven. Y los menos representados en el poder. No así en la cárcel. O en los hechos de sangre. Han quedado marginados a la música, el deporte y la santería.

Hacer turismo ‘todo incluido’ es algo que le suena lejano a la gente de piel oscura. Para ellos va quedando el campismo o las arenas sucias y repletas de desperdicios de las playas del Este habanero. O un bailable público con una orquesta mediocre de ‘timba’ o un reguetonero del momento. Poco más.

Eso de pagar al contado 400, 500 o 800 pesos convertibles, el salario de hasta cuatro años de trabajo, por tres o cuatro días en Varadero u otro sitio turístico, lo ven como cosa de blancos.

Que la mayoría también vive mal, pero dos peldaños por encima de los negros. Uno de los grandes 'logros' de la revolución de Fidel Castro es haber socializado la pobreza. Hay, por supuesto, unos más pobres que otros. Es verdad que apenas hay analfabetos. Y es raro que se muera una persona por falta de atención médica. Pero aspirar a escalar en la estructura social o política, obtener bienes materiales, vivir decentemente y hacer turismo en tu propio país es una asignatura pendiente.

Así lo piensa Rolando, uno de los pocos turistas negros que bebe una piña colada en una parada de quince minutos que ha hecho el bus. “Soy un privilegiado. Esta vez pude alquilar seis noches en el Meliá Varadero. Es la segunda ocasión que puedo hacerlo. No tengo familiares en el extranjero que me envíe dólares. Soy cirujano. Y en mis prestaciones de servicios en Sudáfrica y Venezuela he realizado negocios por la izquierda. He ahorrado dinero que me permite vivir un poco mejor. La primera vez que fui a un hotel de lujo los únicos negros eran canadienses o africanos. No creo que ahora sea diferente. En Cuba la vida es difícil para todos. Pero para los negros es aún más difícil”.

SÓLO DESDE 2008

El ómnibus va distribuyendo a los turistas, nacionales y extranjeros, en diferentes hoteles. Danilo y su familia se hospedarán cuatro noches en el Memorie, a 17 kilómetros del centro del poblado Varadero. Es un hotel inmenso y el de mayor hectárea y vegetación. Tiene 1.015 habitaciones, el segundo más grande de Varadero. Diseñado a la usanza de la arquitectura colonial cubana, es casi una mini ciudad. Las agencias de turismo lo sugieren como una buena opción para las familias con hijos pequeños.

“Mi esposa y yo lo escogimos por ser un hotel tranquilo y con un enorme tobogán que es la delicia de los niños. Es la tercera vez que reservo en Varadero con la opción de ‘todo incluido’. Y ahora repito en el Memorie”, dice mientras espera un carrito eléctrico que le llevará el equipaje a su habitación. En 2008, cuando el régimen autorizó a los cubanos poder hacer turismo en hoteles de lujo, algunos excursionistas se quejaban del maltrato por parte de los trabajadores.

“Existía discriminación. No pocos dependientes trataban a los nacionales con cara de perro. Es verdad que los cubanos cargaban enormes cantidades de comida, bebida y se llevaban jabones, papel sanitario y champú de las habitaciones. Era lógico. Cogían lo que no tenían en sus casas o costaba mucho dinero adquirirlo. Los empleados se burlaban de ellos. Pero era una manera de actuar muy hipócrita, porque ellos también viven robando. Pero las cosas han cambiado. Los turistas nacionales cargan bolsos de comida con más discreción y los trabajadores han mejorado su trato hacia ellos. Incluso muchos cubanos dejan propinas mayores que los europeos”, señala un español que trabaja en la administración del Memorie.

VUELTA A LA REALIDAD

En los hoteles ‘todo incluido’ no existe la usual y repetitiva propaganda política que acompaña la vida diaria del cubano. El 13 de agosto, cumpleaños de Fidel Castro, en ninguna actividad cultural o recreativa en los hoteles de Varadero se recordó el onomástico del comandante único.

Los cubanos se sienten como si viviesen en otro país. “Uno pierde hasta el apetito, al ver tanta comida en el desayuno, almuerzo y cena. Eso es un lujo para el 90% de la población. Además, cafeterías con meriendas las 24 horas, un río de cerveza y ron, habitaciones climatizadas, canales de televisión por cable y agua fría y caliente en los baños. Tengo la sensación de estar en otro planeta”, confiesa el ingeniero Josuán.

Lo peor es el regreso. Volver a casa, a desayunar café sin leche y dos comidas casi siempre magras. Los que pueden hacerla. “No es fácil dejar el aire acondicionado para retomar el ventilador. El día después de la vuelta a la realidad, la familia se pasa horas contando anécdotas de la experiencia vivida”, dice Josuán apesadumbrado. Y se cuestiona por qué es tan caro y exótico hacer turismo en tu propio país.

Hay preguntas que las autoridades verde olivo se sienten con el derecho de no responder. Ésa es una. Entre otras muchas.

Publicado en Diario Las Américas el 26 de Agosto del 2013
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    Iván García, desde La Habana

    Nació en La Habana, el 15 de agosto de 1965. En 1995 se inicia como periodista independiente en la agencia Cuba Press. Ha sido colaborador de Encuentro en la Red, la Revista Hispano Cubana y la web de la Sociedad Interamericana de Prensa. A partir del 28 de enero de 2009 empezó a escribir en Desde La Habana, su primer blog. Desde octubre de 2009 es colaborador del periódico El Mundo/América y desde febrero de 2011 también publica en Diario de Cuba.

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