El diario The Wall Street Journal señala en un reportaje sobre la invasión cubana en el béisbol de Grandes Ligas que si bien los peloteros estelares de la isla existieron por décadas en un universo paralelo, delimitado por el embargo y su voluntad de permanecer en Cuba, ahora parecen llegar a través de una tubería desbordada, como indican la presencia en el Juego de las Estrellas de cinco de ellos ─la mayor participación en 40 años─ y los 22 que juegan actualmente en las Mayores.
La publicación repara en las convincentes hazañas de Yasiel Puig, el liderazgo en jonrones de José "Pito" Abreu con 29, y la recta de 100.1 millas de Aroldis Chapman; y toma nota de cómo los clubes de la MLB están haciendo apuestas cada vez mayores por prospectos cubanos que apenas han visto: 36 millones por Yoenis Céspedes, 42 por Puig, 68 por Abreu..
EL WSJ cita a Logan White, vicepresidente para caza de talentos amateurs de los Dodgers de Los Angeles
"Es como cuando los primeros buscadores de oro fueron a California, y se corrió el rumor de que había mucho oro allí", dice White, alguien que siempre creyó que Cuba era una gran reserva de talento virgen.
Catalizadores del éxodo
El diario neoyorquino señala los cambios que han alimentado esa visión desde el éxito de Orlando “El Duque” Hernández y su medio hermano Liván a fines de los 90:
Si antes los peloteros cubanos salían de la isla pasada la plenitud de sus carreras, bien desertando en competencias en el exterior, o en los mismos botes improvisados que otros paisanos, ahora lo hacen más cerca de su apogeo deportivo, empujados por una economía nacional morosa; el efecto de bola de nieve del éxito profesional y económico de sus coterráneos en las Grandes Ligas; y el desarrollo de peligrosas redes de tráfico de personas enfocadas en sacar a jugadores destacados de la isla por una jugosa tajada de sus contratos en la MLB.
Como señaló al Journal Joe Kehoskie, consultor y ex agente deportivo que representó a jugadores cubanos, contrabandistas profesionales se han alineado con un puñado de agentes basados en EE.UU. para poner en la mira a peloteros de la isla, aun antes de que decidan irse. A algunos les entregan incluso pagos anticipados, con la esperanza de que si alguna vez resuelven salir, lo hagan a través de la alianza contrabandista-agente que les adelantó el dinero. Claro, por una comisión de hasta el 35% de su futuro contrato con algún club de la MLB.
Otra cosa que facilita la huida de los peloteros cubanos es que ahora saben qué deben hacer, según observa Adrián Nieto (Medias Blancas de Chicago), quien nació en La Habana, pero se crió en la Florida.
Para evitar el reclutamiento en Estados Unidos, lo que reduciría sustancialmente su potencial de ingresos, “saben que deben establecer primero su residencia en un tercer país, obtener una visa, y entonces ya están en condiciones de firmar como agentes libres”, señala Nieto.
Odisea antes del triunfo
Pero esa fórmula conlleva considerables costos y peligros. Puig, por ejemplo, ha recibido amenazas de muerte por deudas pendientes con traficantes de personas vinculados al narcotráfico mexicano; y en Miami se ha radicado una acusación contra tres encartados por tráfico, secuestro y extorsión a Leonys Martín, de los Vigilantes de Texas.
Un portavoz de la MLB ha dicho que a la entidad le preocupa en extremo el tráfico de jugadores cubanos, y está discutiendo vías para combatirlo con el sindicato de peloteros y el Departamento de Estado.
Mientras tanto, el béisbol de Grandes Ligas sigue cosechando los beneficios de los peloteros cubanos que llegan, en plenas condiciones. "Vienen jugando béisbol profesional desde hace mucho tiempo", señala el gerente general de los Atléticos, David Forst. "Son inteligentes y maduros", agrega.
El Wall Street Journal apunta asimismo que la exuberancia con que juegan refleja tanto el lugar de donde vienen como la odisea que pasaron para llegar al Big Show, y cita a Nieto: “Lo más difícil para ellos fue arriesgar la vida. Una vez aquí, todo lo demás es añadidura”.