El aspirante a gobernador de Virginia por el partido demócrata Terry McAuliffe siempre ha presumido ser un vendedor estelar pero un viaje a Cuba con el propósito de vender vino y manzanas terminó siendo un completo fracaso, según destaca el diario The Washington Post.
El periódico señala que a pesar de que las autoridades cubanas se mofaron de sus propuestas durante una visita a Cuba en abril de 2010, McAuliffe confió en su capacidad persuasiva e insistió, pero luego de numerosas reuniones solo consiguió que “lo sermonearan sobre los presuntos nefastos efectos del embargo comercial de EE.UU. a la isla”.
De muchas maneras, apunta el Post, la aventura de tres días del político en Cuba, es indicativa del “estilo impulsivo” que el candidato demócrata podría aportar a la mansión ejecutiva como gobernador de Virginia si resulta electo en los comicios de la semana próxima.
De acuerdo con el diario, sigue siendo una curiosidad por qué McAuliffe escogió a Cuba, “una isla comunista con una economía moribunda, como el sitio para probar su temple como campeón del comercio de Virginia”.
Luego subraya que el aspirante a gobernador es un cercano amigo y asesor de Hillary Clinton, quien era secretaria de Estado cuando McAuliffe viajó a la isla y que de “postularse para presidenta (en las elecciones del 2016) estaría cortejando a los votantes cubanoamericanos, recelosos de los contactos con el régimen” de la isla.
El equipo de campaña del político de Virginia, dice el Post, rechazó una solicitud de entrevista, y “ni ellos ni los organizadores del viaje pudieron proporcionar los documentos que McAuliffe estuvo obligado a presentar a la Oficina de Control de Bienes Extranjeros para obtener una licencia de viaje a Cuba, y alegaron que ya no tenían copias”.
Ahora, agrega, el político hace campaña presentándose a sí mismo como un hábil emprendedor para los negocios de Virginia, pero para nada se menciona el incidente cubano.
Entre otras cosas, el Post destaca el hecho de que McAuliffe siguió adelante con su aventura de Cuba a pesar de que dos ejecutivos que debían ser el rostro empresarial de la delegación desistieron del viaje a última hora.
Uno de ellos, Henry Chiles, dueño de Crown Orchard, se excusó diciendo a los organizadores que tenía que atender la cosecha, y Kim Turpin, propietario de un viñedo, alegó que vender vino a Cuba no era bueno para su negocio.
El periódico apunta que una persona familiarizada con el viaje dijo que pocos de los miembros de la delegación esperaban realmente muchas oportunidades en Cuba. Para uno de ellos las reuniones fueron “muy superficiales”, y el único aspecto “culminante” fue un encuentro con el cardenal Jaime Ortega.
El periódico señala que a pesar de que las autoridades cubanas se mofaron de sus propuestas durante una visita a Cuba en abril de 2010, McAuliffe confió en su capacidad persuasiva e insistió, pero luego de numerosas reuniones solo consiguió que “lo sermonearan sobre los presuntos nefastos efectos del embargo comercial de EE.UU. a la isla”.
De muchas maneras, apunta el Post, la aventura de tres días del político en Cuba, es indicativa del “estilo impulsivo” que el candidato demócrata podría aportar a la mansión ejecutiva como gobernador de Virginia si resulta electo en los comicios de la semana próxima.
De acuerdo con el diario, sigue siendo una curiosidad por qué McAuliffe escogió a Cuba, “una isla comunista con una economía moribunda, como el sitio para probar su temple como campeón del comercio de Virginia”.
Luego subraya que el aspirante a gobernador es un cercano amigo y asesor de Hillary Clinton, quien era secretaria de Estado cuando McAuliffe viajó a la isla y que de “postularse para presidenta (en las elecciones del 2016) estaría cortejando a los votantes cubanoamericanos, recelosos de los contactos con el régimen” de la isla.
El equipo de campaña del político de Virginia, dice el Post, rechazó una solicitud de entrevista, y “ni ellos ni los organizadores del viaje pudieron proporcionar los documentos que McAuliffe estuvo obligado a presentar a la Oficina de Control de Bienes Extranjeros para obtener una licencia de viaje a Cuba, y alegaron que ya no tenían copias”.
Ahora, agrega, el político hace campaña presentándose a sí mismo como un hábil emprendedor para los negocios de Virginia, pero para nada se menciona el incidente cubano.
Entre otras cosas, el Post destaca el hecho de que McAuliffe siguió adelante con su aventura de Cuba a pesar de que dos ejecutivos que debían ser el rostro empresarial de la delegación desistieron del viaje a última hora.
Uno de ellos, Henry Chiles, dueño de Crown Orchard, se excusó diciendo a los organizadores que tenía que atender la cosecha, y Kim Turpin, propietario de un viñedo, alegó que vender vino a Cuba no era bueno para su negocio.
El periódico apunta que una persona familiarizada con el viaje dijo que pocos de los miembros de la delegación esperaban realmente muchas oportunidades en Cuba. Para uno de ellos las reuniones fueron “muy superficiales”, y el único aspecto “culminante” fue un encuentro con el cardenal Jaime Ortega.