Durante más de medio siglo la regla número uno para los atletas de Cuba fue la de competir “por amor a su país” y “no por dinero” pero los actuales cambios en el béisbol cubano no podrán ser aprovechados por las Grandes Ligas en EE.UU., dice la revista The Economist.
La publicación alude con sarcasmo a que hasta ahora, según una versión apócrifa, los peloteros cubanos no podían jugar y ganar como profesionales porque en su juventud Fidel Castro quiso pero no fue aceptado como jugador en los Yanquis de Nueva York, ni siquiera en su equipo universitario, y quedó despechado con EE.UU.
Pero ahora, apunta “la reforma viene para los deportes” en la isla, primero porque en junio Cuba aceptó regresar a las Series del Caribe, de las que se había retirado en 1960, y el 27 de septiembre Granma “anunció tal vez la reforma más resonante simbólicamente hasta ahora”.
Se trata, explica, de que “a los atletas cubanos en todos los deportes se les permitirá ahora competir en ligas extranjeras, en tanto paguen impuestos de alrededor de 20 por ciento en su país y sigan jugando en los principales torneos” en que la isla participe.
“No importa cuánto quiera preservar la pureza ideológica en los deportes—precisa—el gobierno se ha visto forzado por una ola de deserciones que ha asolado al béisbol en la isla”.
Además de citar los nombres de algunas de esas estrellas cubanas, la revista subraya que en este momento son 21 los peloteros que figuran en las alineaciones de equipos de las Mayores.
Las aspiraciones del gobierno cubano con la medida son dos, dice: recaudar las divisas que tanto necesita al imponer impuestos a los salarios de los peloteros y “reducir el número de los jugadores que deciden irse en busca de su bien”.
Desafortunadamente para las Grandes Ligas, indica, “la nueva política (de la isla) tendrá solo un impacto mínimo en el acceso de las estrellas cubanas” a las Mayores y los equipos estadounidenses tienen de qué quejarse a sus propios políticos.
La razón es que el embargo comercial a Cuba, puntualiza, impide cualquier transacción que dé fondos al gobierno de los Castro. “Como resultado el requisito de que los atletas cubanos que jueguen en el extranjero paguen impuestos sobre sus ingresos impediría a los clubes de las Mayores” contratarlos.
Según The Economist, por ese motivo, los países más beneficiados por la autorización a jugar dada a los peloteros cubanos serían México y Japón.
La publicación alude con sarcasmo a que hasta ahora, según una versión apócrifa, los peloteros cubanos no podían jugar y ganar como profesionales porque en su juventud Fidel Castro quiso pero no fue aceptado como jugador en los Yanquis de Nueva York, ni siquiera en su equipo universitario, y quedó despechado con EE.UU.
Pero ahora, apunta “la reforma viene para los deportes” en la isla, primero porque en junio Cuba aceptó regresar a las Series del Caribe, de las que se había retirado en 1960, y el 27 de septiembre Granma “anunció tal vez la reforma más resonante simbólicamente hasta ahora”.
Se trata, explica, de que “a los atletas cubanos en todos los deportes se les permitirá ahora competir en ligas extranjeras, en tanto paguen impuestos de alrededor de 20 por ciento en su país y sigan jugando en los principales torneos” en que la isla participe.
“No importa cuánto quiera preservar la pureza ideológica en los deportes—precisa—el gobierno se ha visto forzado por una ola de deserciones que ha asolado al béisbol en la isla”.
Además de citar los nombres de algunas de esas estrellas cubanas, la revista subraya que en este momento son 21 los peloteros que figuran en las alineaciones de equipos de las Mayores.
Las aspiraciones del gobierno cubano con la medida son dos, dice: recaudar las divisas que tanto necesita al imponer impuestos a los salarios de los peloteros y “reducir el número de los jugadores que deciden irse en busca de su bien”.
Desafortunadamente para las Grandes Ligas, indica, “la nueva política (de la isla) tendrá solo un impacto mínimo en el acceso de las estrellas cubanas” a las Mayores y los equipos estadounidenses tienen de qué quejarse a sus propios políticos.
La razón es que el embargo comercial a Cuba, puntualiza, impide cualquier transacción que dé fondos al gobierno de los Castro. “Como resultado el requisito de que los atletas cubanos que jueguen en el extranjero paguen impuestos sobre sus ingresos impediría a los clubes de las Mayores” contratarlos.
Según The Economist, por ese motivo, los países más beneficiados por la autorización a jugar dada a los peloteros cubanos serían México y Japón.