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En Nicaragua, Masaya Libre resiste brutal asalto del gobierno de Ortega


El martes francotiradores cazaban de día como venados a los manifestantes, mientras que de noche los paramilitares incendiaban propiedades de los activistas de la resistencia de una ciudad que devino esperanza y ejemplo para todo el país. Un líder de las protestas dio a Martí Noticias su testimonio sobre la jornada de ayer.

A Cristian Fajardo el gobierno de Daniel Ortega le mató el martes a Marcelo, su amigo de la infancia.

Los francotiradores que llegaron a Masaya como parte de una tropa de asalto enviada por Ortega no solo le apuntaron a matar a Marcelo, sino que impedían a tiro con mirilla que sus compañeros o su desconsolada esposa, Auxiliadora, se acercaran a ayudarle. Tal vez pudo haberse salvado, de no ser porque pasó demasiado tiempo desangrándose, en la línea de fuego de los rifleros.

El cuerpo solo fue retirado del medio de la calle cuando, convirtiéndose irónicamente en una barricada humana, entre otras decenas levantadas con adoquines de las calles por los pobladores de Masaya, le cerró el paso a un convoy de jenízaros armados.

Masaya no se rinde, Masaya está en pie de lucha, levantando nuevamente sus barricadas que fueron botadas...

El martes, después que la ciudad estuviera por 13 días prácticamente en poder de los manifestantes, irrumpieron finalmente en Masaya unos 500 efectivos antimotines, policías de civil y paramilitares que ya se habían posesionado de localidades circundantes. Al cierre de la jornada de ayer el saldo era de seis muertos (en la zona suman ahora 26) y 35 heridos

“Es un genocidio lo que están haciendo”, dijo a Martí Noticias Fajardo, de 37 años, uno de los animadores de la resistencia cívica que ha convertido al menos por unos días en ciudad libre de Nicaragua a esta población heroica desde la lucha contra Somoza, situada unos 30 kilómetros al sureste de Managua, y como muchas del país, en las cercanías de un lago.

Fajardo explicó que, mientras que los que resisten apenas tienen piedras, hondas (tirapiedras) y “morteros” (bombas de pólvora improvisada que se lanzan con una especie de bazuca rústica; los proyectiles duelen, pero no matan), los asaltantes del régimen están fuertemente armados, como también los parapoliciales de la JS (Juventud Sandinista), "lacras", "tamales" del bajo mundo nica que se quedaron en la urbe a matar, robar y destruir una vez que los antimotines se retiraron a Managua.

Habla desde una casa de seguridad, porque sabe que cuando ocuparon días antes el cercano poblado de Nindirí, a unos tres kilómetros de Masaya, los represores iban con una lista negra, casa por casa, buscando a los líderes de la resistencia.

A sangre y fuego

Cristian Fajardo (der.), con un ciclista solitario que se hospedó en su pequeño Hotel Masaya, ahora reducido a cenizas por los orteguistas
Cristian Fajardo (der.), con un ciclista solitario que se hospedó en su pequeño Hotel Masaya, ahora reducido a cenizas por los orteguistas

Cuando contactamos con él hacía apenas tres horas que los parapoliciales habían irrumpido en el negocio de Cristian, un pequeño hotel a dos cuadras de la entrada del pueblo. De allí sacaron a su tio y “le rajaron la cabeza” con la culata de un fusil AK-47, infligiéndole tres graves heridas. Luego incendiaron el hostal. El fuego consumió además por completo una vivienda vecina y causó daños a otras tres.

El escarmiento era de esperar, pues Masaya se había convertido en un símbolo esperanzador de la resistencia contra Ortega y su real consorte Rosario Murillo. Por varios días los pobladores mantuvieron encerrado en su cuartel al Comisionado de Policía local Ramón Avellán. “¡Buenas noches, comisionado Avelláaaan!”, le gritaban usando megáfonos, y la burla se reflejaba en las redes sociales, en videos que captaban cada noche la atención del país.

“Entraron como a las 8 de la mañana y los francotiradores, con armas de guerra, empezaron a cazar desde lo alto de algunos edificios a nuestros muchachos manifestantes como si fueran animales”, dice el joven emprendedor.

“El ejército ha dicho públicamente que no va a empuñar sus fusiles contra el pueblo, pero por debajo de la mesa sí lo están haciendo porque los visten de civil, los disfrazan de policías y son los francotiradores que están en posiciones estratégicas cazando al pueblo”

Táctica castrista, probada en Venezuela

“En su gran mayoría, las personas que han asesinado, son disparos certeros a la cabeza, la frente, un ojo o el pecho”, precisa Fajardo.

“Esa forma de matar los delata. Es la forma de matar de una persona entrenada militarmente, no es un simple policía, el policía no tiene ese entrenamiento, no tiene ese tipo de arma. Quien tiene esas armas es el ejército. Y es un secreto a voces que hay personeros de Cuba que han venido a Nicaragua a matar gente, a reprimir, a hacer su labor asesina”

“La misma táctica están utilizando acá”, dice el joven rebelde al recordársele que asesores cubanos instruyeron a francotiradores de la Policía y la Guardia Nacional Bolivarianas de Venezuela sobre cómo debían emplazarse en las azoteas o pisos superiores de edificios altos para seleccionar sus víctimas entre los participantes en las protestas de 2014 y 2017.

“Entran a la fuerza en algunos edificios, o en otros de comercios que están abandonados y se han puesto en esos lugares altos para cazar a nuestros protestantes, como que son venados”.

Masaya no se rinde

“Pero te digo una cosa: Masaya no se rinde, Masaya está en pie de lucha, levantando nuevamente sus barricadas que fueron botadas. Hay algunas que no las hemos podido levantar porque todavía están los francotiradores que cuando alguien se acerca empiezan a disparar”.

No queremos a Ortega ni en el poder ni en el país, porque eso sería luego una matanza selectiva...

"Pero aquí el apoyo ha sido general. Nosotros no tenemos financiamiento de nadie, aunque ellos si lo dicen: acusan al gobierno de Estados Unidos, a algunos partidos políticos: Pero esta protesta no es política ni ha sido financiada por nadie, solo por el mismo pueblo. Los muchachos en cada trinchera, sus comidas se las hacen sus familias, los vecinos, las personas que están en nuestros alrededores nos están apoyando".

“El pueblo está organizado, los médicos las enfermeras están creando puestos de salud para curar, para estabilizar a los heridos. La gente, las familias salen de sus casas a ciertas horas a hacer la bulla, con pitos, con pailas, como sinónimo de protesta, de que ya no queremos a Ortega en el poder”.

“Hay una alcancía en cada trinchera que pasa la gente en muchas ocasiones dando su apoyo, su donación, y con ese dinero se pueden comprar alimentos, se pueden comprar ‘morteros’. Lo último que hemos comprado han sido ataúdes. Lastimosamente en eso estamos invirtiendo el dinero: en ataúdes, porque nuestros caídos son de familias de escasos recursos, y tenemos la obligación moral de solventar esa necesidad”.

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Matanza selectiva

“Nos han ofrecido armas, pero no las queremos, porque esta es una revolución pacífica y cívica, y además sabemos por información de inteligencia que de lo que se trata es de personeros del gobierno que buscan armarnos para después justificar una matanza”.

“No queremos a Ortega ni en el poder ni en el país, porque eso sería luego una matanza selectiva. Nos inventan accidentes, nos inventan suicidios, así como lo hicieron con Alexis Argüello, el tricampeón mundial de boxeo: la versión oficial de la policía y del gobierno es que él se suicidó, pero es un secreto a voces, porque hay pruebas de ello, de que él fue asesinado por ellos mismos.

Una barricada de adoquines en Masaya.
Una barricada de adoquines en Masaya.

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    Rolando Cartaya

    Rolando Cartaya (La Habana, 1952) periodista, traductor e investigador. Trabajó por varias décadas en Radio Martí desde 1989, donde fue periodista, editor y director y guionista de programas radiales. Actualmente labora en la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba. Fue vicepresidente en la isla del Comité Cubano Pro Derechos Humanos.

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