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Ernesto Fundora: No se puede tener miedo, el Sueño Americano es posible


El tenista cubano Ernesto Alfonso Fundora, en Plantation, Florida.
El tenista cubano Ernesto Alfonso Fundora, en Plantation, Florida.

Se ha escrito mucho sobre deportistas cubanos que abandonan equipos en torneos internacionales. Al momento de tomar la decisión la noticia sale de la fuente y se expande por todo el sistema informativo que hoy representa el mundo digital.

Se comenta sobre la hora, el país, la familia que lo acogió y hasta el nuevo contrato que firmará. Se sabe mucho acerca de peloteros o boxeadores que triunfan, pero no se conoce sobre atletas que avanzan en otros deportes o actividades relacionadas con el mismo.

Este es el caso de Ernesto Alfonso Fundora, quien siendo Campeón Nacional de Tenis de Campo en Cuba, decidió, en el año 2014, abandonar una delegación cubana en Puerto Rico, dejar todo atrás, su padre y sus amigos, para aventurarse en el mágico universo de la emigración.

Comenzó como trabajador de almacén, después entrenador de tenis y ahora dueño de su propia academia de niños, en donde asegura haber alcanzado el Sueño Americano, debido a que es propietario y no está atado a un sueldo quincenal.

RM: Cuéntame de tus primeros pasos en el Tenis.

Comencé con ocho años a jugar en la ciudad de Cienfuegos. En esos primeros tiempos casi siempre perdía los partidos, pero con la derrota me di cuenta de lo mucho que me gustaba el deporte y me ayudó para motivarme y seguir entrenando más duro, más tiempo en cancha para los siguientes juegos.

Es fuerte comenzar el deporte y siempre perder. Si no tienes la mentalidad correcta y sabes que es un proceso a largo plazo y que los resultados no se logran de la noche a la mañana estás perdido. Todo depende de cómo canalizar esa energía para mejorar y cada día trabajar más duro, siempre que tengas bien claros tus objetivos.

RM: ¿Cómo fue la ayuda de tus padres en un país con tantos problemas económicos?

Esa ayuda es muy importante en la carrera de cualquier deportista. Al principio dependes completamente de ellos. En Cuba más que en cualquier otro lugar del mundo debido a la situación que hay. Yo sin saber me inicié en un deporte donde todos los implementos son caros. Cuando yo vivía en Cienfuegos pasamos muchas necesidades, jugábamos con zapatos en malas condiciones, pelotas de muy mala calidad, raquetas viejas, pero teníamos el hambre, el sueño de querer hacer algo con nuestras vidas, y cuando eso tu lo miras así, los problemas económicos no son obstáculos.

Ahora con más edad me doy cuenta de la abnegación de mis padres. Nosotros prácticamente no salíamos. Lo poco que había era para comer y lo otro era para comprarle los zapatos al niño para que fuera a la cancha. Todo era muy limitado.

RM: Háblame un poco sobre tu vida como deportista

No me fue bien en mis primeros Campeonatos Nacionales. Seguí trabajando duro, no tenía con quien compararme, pero sabía que estaba haciendo las cosas correctas. En los siguientes torneos nacionales ya las cosas me fueron mejor. Un día, debido a mi constancia la Federación de Tenis me vio como un jugador con perspectivas. Y al terminar sexto grado, con once abriles, recibo la carta de la Federación en la cual se me propone pertenecer a las filas del equipo nacional juvenil.

En séptimo grado me voy para La Habana, a la escuela de alto rendimiento. Aquí inició una nueva etapa en mi vida, ya como deportista con mejores condiciones, con mejores entrenadores y lejos de mi familia.

Entrevista al tenista Ernesto Fundora
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Cuando dejé mi casa hacia la capital fue muy difícil, tenía once primaveras, hijo único y siempre tuve la atención de mis padres. Al llegar te das cuenta que eres otro más, todos vienen con el hambre de ganar, vienen con sueños y quieren ser buenos. El primer año me costó mucho trabajo adaptarme. Toda la responsabilidad caía sobre mí, la escuela, el entrenamiento, alimentarme bien, descansar. Y a esa edad, debido a la inmadurez es muy difícil que puedas dominar esas series de elementos de la manera correcta.

En los primeros seis meses tuve muchos problemas de resultados. Ya después me sentí en confianza, me establecí más en el colegio y mis relaciones mejoraron con los entrenadores.

Llegaron los resultados y ese primer año fui subcampeón nacional menores de catorce. Perdí en la final. A partir de este momento sí fui un deportista más concentrado en mi carrera y en lo que tenía que hacer. El objetivo siempre lo tuve bien claro. Llegar al Equipo Nacional.

RM: Una vez mejor rankeado vienen las primeras participaciones internacionales. ¿Cómo alguien tan joven asume tal responsabilidad?

A los quince años gané el título en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en República Dominicana. Fue la medalla internacional más grande que tuve. Fue un trabajo duro.

Nos levantábamos a las 5:00 am, hacíamos ejercicios, corríamos, después íbamos a la escuela hasta las 12:00 pm, almorzamos y a las 2:00 pm regresamos a los entrenamientos hasta las 6:00 pm. Después báñate, come, haz las tareas, duerme y al otro día, lo mismo. Así era la rutina. Se dice muy fácil pero cuando tienes esa edad es muy difícil. En el deporte necesitas mucha disciplina para poder resaltar entre otros atletas que están buscando lo mismo que tú. A esto súmele que si quieres competir internacionalmente debes saber que estás luchando contra atletas que tienen mejores condiciones que tú, que tienen padres con más posibilidades, que juegan a torneos internacionales todo el año. Nuestras posibilidades de jugar fuera del país eran muy limitadas. Automáticamente todas estas cosas te suben la presión.

RM: Se dice que una vez que sales de la isla nunca eres lo mismo. ¿Qué sentiste al estar fuera de la isla?

Tuve la suerte de salir por primera vez de Cuba a los trece años y fue un gran choque. Te preguntas muchas cosas y después te das cuenta que esas preguntas no tienen respuestas. Con el tiempo conoces que será muy difícil alcanzar tus metas permaneciendo en un país con tantas limitaciones, y que muchas veces no todo depende de tus resultados, independientemente de que lo puedas hacer mejor o peor que otra persona.

RM: Una vez que uno decide emigrar viene el más grande de los problemas, los padres. Háblame de tu experiencia una vez que decidiste ser sincero y comentarle sobre lo que querías para tu futuro.

A los dieciséis años uno va saliendo de la adolescencia. Me había dado cuenta de muchas cosas que no funcionaban y llegó el momento de sentarme con mis padres y decirles que me quería ir del país. Simplemente yo quería irme de Cuba porque yo tenía unas aspiraciones que no las podía cumplir allí. Es un golpe fuerte, es muy difícil que los hijos piensen diferente a los padres. Ellos al principio no estuvieron de acuerdo, aunque siempre noté que en el fondo sabían que emigrar era lo mejor para mi. Conocían lo poco que yo ganaba con respecto al sacrificio que hacía. La verdad fue gracias a los viajes que tuve fuera de la isla que pude ver todas las oportunidades que habían. Simplemente si nunca sales, nunca las ves.

Recuerdo que me senté con ellos en una comida y aunque no tenía la mayoría de edad yo pensaba diferente. Una vez que quieres irte de Cuba es muy difícil que otra persona te cambie de opinión, independiente de la educación que hayas tenido. Cuando tomas una decisión al 100 por ciento eso no tiene vuelta atrás.

Al salir de Cuba, tú has visto más. Ellos siguen esperando a que pase algo, que las cosas mejoren, pero uno no va a vivir ciento cincuenta años, si tienes la oportunidad de hacer los cambios por ti mismo y no esperar por otros, hazlo. Si no te pasa toda la vida, te quedas en el mismo lugar y te mueres en el mismo lugar. Nada cambia para mejor.

RM: Sobre la decisión más importante de tu vida. ¿Cómo saliste de Cuba?

Mi mamá falleció en abril del 2014 y ese mismo año se organiza el Campeonato Nacional con vistas a participar en la Copa Davis en Puerto Rico. Con la muerte de mi madre psicológicamente estaba muy mal y ni de cerca era el favorito, pero contra todos los pronósticos quedé Campeón Nacional.

La Copa Davis era muy importante porque hacía más de veinte años que el tenis cubano no pisaba el territorio de Estados Unidos. Con el dolor de mi madre partimos hacia Puerto Rico. No había hablado con mi padre sobre el tema de abandonar el equipo. En Puerto Rico perdimos en la final. Es aquí donde a mi me da el golpe de no querer regresar. No quería volver a entrenar sin pelotas, con malas condiciones, sin raquetas. Pensé, ya estoy aquí, tengo la oportunidad. Después que perdí la final, me demoré quince minutos en tomar la decisión. Llamé a mi papá por teléfono y le dije. Padre no regreso. El perdió a su mujer y a su hijo en menos de dos meses.

RM: Con la decisión de no regresar en la mente, ¿Explícanos cómo fueron estos primeros pasos?

Al momento de quedarme el periódico Granma dio la noticia y nos nombraron desertores. Me quedé con un compañero de equipo que tenía familia en Puerto Rico. Allí estuve alrededor de dos semanas. Esperamos que la otra parte del equipo Cuba regresara y entonces otro amigo que vive en Estados Unidos nos compró los tickets y así llegué al sur de la Florida. Entré en junio del 2014. Estuve otras dos semanas en casa de mi amigo y después me fui para casa de una tía lejana durante seis meses.

Al principio jugué algunos torneos profesionales, pero tampoco tenía dinero para respaldar eso. Entonces decidí trabajar Full Time en unos almacenes. Allí estuve diez meses hasta que llegó la documentación para trabajar legal, el permiso de trabajo y el Social Security. A partir de aquí comencé a hacer las cosas que yo quería.

RM: Coméntanos sobre tu vida en la emigración.

Apliqué para diferentes instituciones de tenis. Mi comunicación a través del idioma inglés no era buena. Arranqué a trabajar en una academia en Aventura, su nombre es Cañas Tennis, y sí choqué con las deficiencias a la hora de poder comunicarme. Todos los niños hablaban en inglés. Tenía el conocimiento de la técnica del tenis, pero no podía transmitírselo a los jugadores. Realmente era un muro ante mi. Me tomó un año poder impartir buenas clases.

Después de dos años salté a otra entidad mucho mejor, más grande, una de las mejores en Estados Unidos. Su nombre es Saviano High Performance. Aquí estuve cinco abriles y me consolidé como coach. Tuve la oportunidad de ser Assistant Coach de jugadores del Top 10 internacional como Amanda Anisimova y Sloane Stephens. Aprendí mucho del director de la escuela y pasé a convertirme en un preparador que sabía lo que estaba haciendo.

Ya tenía el idioma, el conocimiento y el deseo, ya no tenía impedimentos. Con treinta años logré ser el coach principal. Fue un gran mérito. Vienes de otro país, eres emigrante, no tienes la lengua y gracias a tu entrega y de querer hacer las cosas bien, terminas de principal en la academia.

Llegó el momento en que ya en ese lugar había cumplido todos mis objetivos. Es aquí cuando decido liberarme y formar mi carrera como entrenador independiente. Yo quería estar solo sin estar debajo de nadie.

Vengo a la ciudad de Plantation en el 2022 y creo la academia Alfonso Tennis Program. Inicio a trabajar con niños que están bien rankeados a nivel infantil y continúo con los sueños de tener alumnos que compitan a nivel internacional y que me sienta orgulloso de sus resultados.

RM: La vida como emprendedor conlleva muchos riesgos y más en un país extranjero. Sobre todo porque no tienes la seguridad de un salario fijo. ¿Cómo planificas?

La decisión más grande que he tomado fue quedarme en otro país. La segunda fue renunciar a la academia donde trabajaba para abrir mi propio negocio. En Cuba siempre nos enseñan que tú tienes que pertenecer a algo. Nunca ellos te muestran que por ti solo puedes lograr lo que te propongas.

Es cierto que al principio no me fue bien, tenía pocos alumnos. Pero si haces un buen trabajo el reconocimiento vienen a por ti, por sí solo. En poco tiempo aumenté la cantidad de clientes. Los niños comenzaron a tener buenos resultados, eso trae otros niños y actualmente ya todo depende de mi. Ya es tu nombre, es tu reputación y mientras mejor le vayan a tus alumnos, mejor es para ti.

No te voy a mentir, al principio uno tiene algunos miedos y preocupaciones. ¿Podré pagar la renta? ¿Podré pagar el carro? Las obligaciones que tienes que cumplir aquí. Yo sabía sobre los riesgos, pero también conocía los beneficios que podían venir.

Una vez que te independices en Estados Unidos puedes organizar tu tiempo en las cosas que verdaderamente te importan. Estar con la familia o irte de vacaciones. Realmente puedes vivir mejor, y eso no te lo paga ningún salario fijo o la seguridad de un cheque cada quince días. Actualmente vivo de manera independiente del deporte.

El tenis fue el eje de mi vida, fue la clave para no perderme en este lugar. Es un país donde sobran las opciones. Sabía que podía dedicarme al deporte. Solo me enfoqué y mantuve la línea.

Muchas personas creen que el Sueño Americano es inalcanzable. Todo pasa por la interpretación que le des a esta aspiración. Todo depende de donde vengas. Y una vez cuando piensas que ya alcanzaste el Sueño Americano, viene otro Sueño Americano que lograr. La vida es un proceso y una vez que alcanzaste tus metas personales, siempre vendrán otras. Será un constante aprendizaje y en dependencia de que tanto te esfuerces te va a tomar menos tiempo o más cumplirlos.

RM: Con el rápido paso del calendario y el cumplimiento de las responsabilidades en Estados Unidos uno va dejando Cuba atrás, pero siempre está la familia, el círculo más cercano. ¿Cómo fue tu experiencia una vez que quisiste volver a reencontrarte con tu padre?

Después de cinco primaveras me hice ciudadano americano e intenté entrar a Cuba. Sabía que me habían sancionado por ocho años por desertar. Cuando fui tuve una mala experiencia. Logré aterrizar pero no me dejaron pasar de emigración. Me regresaron en el mismo avión que fui. Fue un golpe muy duro porque yo pensaba ver a mi familia, a mis amigos y sobre todo a mi papá. No lo veía hacía cinco años. Pues nada, tuve que esperar otros tres y finalmente en el 2022 pude entrar. Aguanté ocho años en total.

Sentí una gran frustración, impotencia. Son medidas obsoletas que te restringen y juegan con la necesidad de ver a tu familia. Utilizan tus sentimientos para contrarrestar su incapacidad para mantener al atleta contento en Cuba. El objetivo de esto es que te arrepientas de la decisión que tomaste.

RM: Todos sabemos la situación que está pasando la isla. ¿Tienes algo que decir a los amigos?

Con respecto a mis amistades que tuvieron el momento para salir de Cuba y se quedaron. O que no tuvieron los deseos suficientes para salir adelante en su vida, te digo que, me imagino que deben estar arrepentidos. Uno se mantiene en contacto, ellos ven las cosas que tu haces. También saben que tuvieron el chance y muchas veces por el temor inculcado no se atrevieron a tomar la decisión. Se nos dice que aquí te va a ir mal, que el Sueño Americano es una utopía y que nunca lo vas a poder lograr. Ese susto fue mucho más grande a no pensar en su futuro. A ellos les digo que no pueden tener miedo, especialmente a las oportunidades que te da la vida.

Yo soy muy feliz en los Estados Unidos. Aquí las oportunidades no tienen límites, los horizonte te los pones tú como persona, y aquí puedes lograr todo lo que te propongas si trabajas por ellos.

(Autor: Pedro Enrique Rodríguez Uz)

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