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¿Están involucionando los cerradores?


El cerrador de los Seattle Mariners Hunter Strickland.
El cerrador de los Seattle Mariners Hunter Strickland.

Cuando vemos cómo ha cambiado el concepto y desarrollo de los lanzadores que concluyen los juegos de béisbol de Grandes Ligas, desde la década de 1950 a nuestros días, podemos pensar que el rol de cerrador pudiera estar dando un salto al pasado.

El célebre título cinematográfico “Back to the Future” (o de vuelta al futuro) pudiera estarse dando, porque pareciera que el futuro del trabajo de cerrador apunta a la década de los 50 y si sigue por ese camino, tiene tendencia a desaparecer, ya que un poco antes de esas ya lejanas fechas, nadie hablaba de cerradores.

La temporada pasada los Rays de Tampa usaron sus relevos para abrir una cantidad apreciable de juegos y lanzaron esos juegos “por comité” así que prácticamente no hubo abridores ni cerradores en esos partidos.

En lo que va de esta temporada Tampa ha usado hasta ahora 5 relevistas distintos para terminar los juegos.

Los campeones, los Medias Rojas de Boston, comenzaron la campaña sin relevista designado y hasta el momento no han nombrado uno.

Los Mellizos dijeron que “tenían reservas en nombrar un cerrador para este año” y los Bravos de Atlanta ya declararon que usarían un comité para hacer el trabajo.

Pero quizás los más determinantes en ese aspecto sean los equipos de los Orioles, los Reales y los maltrechos Marlins que declararon que no tenían planes de designar un cerrador para esta campaña.

El trabajo de cerrador fue emergiendo poco a poco con los años, primero esporádicamente, sin llamarlo con ese sexy nombre. De ahí surgieron algunos lanzadores relevo que fueron especializándose en ese rol y con el tiempo surgió el nombre de cerrador, la estadística de juegos salvados comenzó a adquirir relevancia y algunos lanzadores comenzaron una carrera en esa ocupación.

Antes de esa etapa los abridores estaban supuestos a terminar el juego que comenzaban. Abrían y cerraban. Al lanzador que enviaban a trabajar en el bullpen era generalmente un atleta al cual sus mejores días ya le habían pasado o que simplemente nunca llegó a alcanzar “mejores días”.
Evidentemente estos lanzadores no eran a los que el mánager le iba a entregar la bola para que salvara el juego para su equipo.

Los primeros lanzadores que cerraron partidos lo hacían lanzando 2 o más innings, no se veía mucho a pitchers de solo un inning y los de un solo bateador generaban comentarios en el periódico el día siguiente. Hoy los cerradores lanzan casi siempre un solo inning y cuando lo hacen por más de 3 outs muchas veces su efectividad sufre. Están mentalmente especializados (o atrofiados) para lanzar solo un inning.

Para acreditarse un “juego salvado” el equipo del nombrado cerrador, debe tener una ventaja de no más de 3 carreras. Puede tener una ventaja mayor si se le descuenta el número de corredores que estén en base cuando el cerrador haga el primer lanzamiento. También se le puede descontar el bateador de turno y hasta el que espera on deck para batear. Todo para incrementar los chances de que nuestro cerrador estrella se anote otro juego salvado.

Vamos a analizar a tres cerradores de tres décadas diferentes. Ellos encarnan, bastante bien, la evolución del trabajo de cerrador y nos pueden iluminar, si lo miramos al reverso, sobre cuál puede ser la involución de la profesión de cerrador.

Mariano Rivera.
Mariano Rivera.

Estos tres señores del montículo y de la conclusión del espectáculo son Hoyt Wilhelm, Bruce Sutter y Mariano Rivera. Los tres son distinguidos miembros del Salón de la Fama en Cooperstown.

En uno de mis programas del suspendido Deportes y Más dediqué el espacio en tratar de encontrar al mejor cerrador de todos los tiempos. Basado en sus números llegué a la conclusión que Hoyt Wilhelm fue el mejor de todos. Eso generó alguna controversia entre mis oyentes y mis colegas pero, en materia de números yo soy un profesional (no en radio) y además, ese era mi programa. Así que el que tenga otra teoría que la exprese pero con números no con historias anecdóticas.

Hoyt Wilhelm jugó de 1952 a 1972. 21 temporadas. Por cierto fue un lanzador estrella de los Leones de La Habana en Cuba, pero eso no lo contamos para esto.

Los salvados de Wilhelm fueron mayormente de 3 innings, por eso llegó en su carrera a 2,254 innings actuando en 1,070 juegos. Salvó 52 juegos pero “a la mala”. Aparte de los salvados ganó 143 juegos y perdió 122 con un ERA de 2.52 en sus 21 temporadas. De los juegos que abrió, aparte de los salvados, completó 20.

Bruce Sutter jugó de 1976 a 1986, 12 temporadas. El primer cerrador puro que entró en Cooperstown indicando la filosofía contemporánea de la profesión. Salvó 300 juegos y lanzó 1,042 innings, el 54% menos que Wilhelm y lanzó en 661 juegos, el 49% menos que Wilhelm. Sutter no completó ningún juego porque tampoco abrió ninguno, ganó 68 y perdió 71 con 2.83 de ERA.

Mariano Rivera jugó de 1995 a 2013 por 19 años, salvó 652 juegos, trabajó en 1,115 juegos y lanzó en 1,283 innings, 44% menos que Wilhelm. Rivera ha sido el único miembro del Salón de la Fama elegido unánimemente, ganó 82 juegos y perdió 60 con 2.21 de efectividad. En su Carrera no completó ningún partido.

Bueno, creemos que esos tres individuos en un mini análisis, encarnan la evolución del carácter del cerrador de juegos en el béisbol Quizás, mirando al pasado, podamos tomarlos como plantilla para vislumbrar la posible involución del cerrador.

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    Rafael García-Toledo

    Rafael Garcia-Toledo estuvo por décadas vinculado al Movimiento Olímpico. Cooperó con el Comité Olímpico Internacional, y con diferentes comités olímpicos nacionales y el Comité Olímpico de EEUU del cual formó parte. En ocho JJ OO de verano fue Huésped Distinguido, único caso de alguien nacido en Cuba. En el año 2006 comenzó a trabajar en Radio Martí,  integrando la unidad de deportes. Es co-presentador del programa Al Duro y Sin Guantes. Ha cubierto eventos deportivos olímpicos y mundiales para Radio y TV Martí.  Ha recibido diplomas de reconocimiento de comités olímpicos y ministerios del deporte de ocho países iberoamericanos y ha sido condecorado por Ecuador, Israel y Venezuela.
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