Aunque más de medio millón de estadounidenses están viajando anualmente a Cuba entre visitas familiares y los llamados viajes de pueblo a pueblo, el canal CNBC, que cita a expertos reunidos el sábado en la Muestra de Viajes del diario The New York Times, dice que esa puerta podría abrirse más con la posible aprobación de una licencia general para viajar a la isla.
El canal de noticias económicas señala que los grupos actualmente autorizados (bajo licencias puntuales del Departamento del Tesoro) siguen una agenda cultural que no permite mucha independencia a los viajeros.
En cambio, según John McAuliff, director ejecutivo de la entidad no lucrativa Fondo para la Reconciliación y el Desarrollo de Cuba, una licencia general permitiría alojarse en una casa de huéspedes, comer en restaurantes privados, moverse en autobuses públicos, y alquilar un auto y recoger a cubanos.
McAuliff espera que dicha licencia se apruebe antes de que termine la primavera boreal (el 21 de junio), y que establezca un proceso totalmente diferente de contacto.
En el panel sobre Cuba de la muestra del New York Times, en el que también se encontraban funcionarios de la empresa estatal cubana Havanatur, participó el coordinador de Asuntos Cubanos del Departamento de Estado, Raymond McGrath.
McGrath señaló que el gobierno de Cuba suele controlar meticulosamente los movimientos de los estadounidenses, y dijo sentirse esperanzado por informes sobre ciertos cambios en ese sentido reportados por otros panelistas. No obstante aconsejó a turoperadores y viajeros empaparse bien del contenido de sus viajes, de modo que no sean orquestados todo el tiempo; y contribuir a su regreso a EEUU a un debate bien informado.
El funcionario recordó que Fidel Castro causó muchos problemas en el mundo, y no renunció a hacerlo porque quisiera, sino porque se quedó sin fondos. Pero dijo que la administración Obama está tratando de buscar una forma de trabajar con el gobierno de Cuba en asuntos -además de los viajes- que claramente le interesan a EE.UU, como las fronteras marítimas.
“En los últimos dos años hemos bajado el volumen de la retórica bilateral y hemos estado trabajando en un enfoque más práctico. No queremos llegar a que ocurra un derrame de petróleo en la costa del occidente de Cuba que amenace a la Florida, o que caiga un avión en el Estrecho y que no sepamos a quién llamar”, explicó McGrath.
El canal de noticias económicas señala que los grupos actualmente autorizados (bajo licencias puntuales del Departamento del Tesoro) siguen una agenda cultural que no permite mucha independencia a los viajeros.
En cambio, según John McAuliff, director ejecutivo de la entidad no lucrativa Fondo para la Reconciliación y el Desarrollo de Cuba, una licencia general permitiría alojarse en una casa de huéspedes, comer en restaurantes privados, moverse en autobuses públicos, y alquilar un auto y recoger a cubanos.
McAuliff espera que dicha licencia se apruebe antes de que termine la primavera boreal (el 21 de junio), y que establezca un proceso totalmente diferente de contacto.
En el panel sobre Cuba de la muestra del New York Times, en el que también se encontraban funcionarios de la empresa estatal cubana Havanatur, participó el coordinador de Asuntos Cubanos del Departamento de Estado, Raymond McGrath.
McGrath señaló que el gobierno de Cuba suele controlar meticulosamente los movimientos de los estadounidenses, y dijo sentirse esperanzado por informes sobre ciertos cambios en ese sentido reportados por otros panelistas. No obstante aconsejó a turoperadores y viajeros empaparse bien del contenido de sus viajes, de modo que no sean orquestados todo el tiempo; y contribuir a su regreso a EEUU a un debate bien informado.
El funcionario recordó que Fidel Castro causó muchos problemas en el mundo, y no renunció a hacerlo porque quisiera, sino porque se quedó sin fondos. Pero dijo que la administración Obama está tratando de buscar una forma de trabajar con el gobierno de Cuba en asuntos -además de los viajes- que claramente le interesan a EE.UU, como las fronteras marítimas.
“En los últimos dos años hemos bajado el volumen de la retórica bilateral y hemos estado trabajando en un enfoque más práctico. No queremos llegar a que ocurra un derrame de petróleo en la costa del occidente de Cuba que amenace a la Florida, o que caiga un avión en el Estrecho y que no sepamos a quién llamar”, explicó McGrath.