¿Puede considerarse a Cuba un país productor de drogas?
No si lo comparamos con los niveles mundiales o las producciones que se combaten en otros países del área.
A excepción de pequeños cultivos de marihuana, que históricamente se han desarrollado en la zona oriental del país, el suministro de drogas en Cuba llega, fundamentalmente, desde el exterior.
Con la crisis económica y la miseria generalizada que se vive en el país y los excesivos controles gubernamentales, no existe la menor posibilidad de que los delincuentes puedan garantizar la producción de cocaína, anfetaminas o cualquier otra droga en el territorio nacional.
Además, esto encarecería el proceso de comercialización que, ahora mismo, tiene uno de los menores costos y mayores niveles de ganancias de toda la región.
La ubicación de Cuba en medio de la ruta de la droga, la convierte en punto de recalo natural de los paquetes y mercancías abandonadas por los traficantes en alta mar. Arrastrados por las mareas, llegan a sus costas cargamentos de cocaína pura, marihuana de laboratorio y hasta pastillas de anfetaminas.
Los paquetes que no son ocupados por las fuerzas guardafronteras y los miembros del ministerio del interior, se convierten inmediatamente en suministros para el mercado negro cubano, siendo su destino fundamental los polos turísticos y la capital del país.
Una incipiente e informal industria ha comenzado a operar en diferentes sitios para rebajar su concentración, mezclarla y envasarla, a fin de aumentar sus niveles de comercialización. Esto es un indicio de que el negocio ilegal ha comenzado a organizarse.
Pero producción y fabricación de drogas no existen en Cuba. En las condiciones actuales no necesitan producir algo que les llega gratis hasta sus costas y que ya ha sido elaborada, con altos niveles de pureza, por el traficante que la perdió.
No si lo comparamos con los niveles mundiales o las producciones que se combaten en otros países del área.
A excepción de pequeños cultivos de marihuana, que históricamente se han desarrollado en la zona oriental del país, el suministro de drogas en Cuba llega, fundamentalmente, desde el exterior.
Con la crisis económica y la miseria generalizada que se vive en el país y los excesivos controles gubernamentales, no existe la menor posibilidad de que los delincuentes puedan garantizar la producción de cocaína, anfetaminas o cualquier otra droga en el territorio nacional.
Además, esto encarecería el proceso de comercialización que, ahora mismo, tiene uno de los menores costos y mayores niveles de ganancias de toda la región.
La ubicación de Cuba en medio de la ruta de la droga, la convierte en punto de recalo natural de los paquetes y mercancías abandonadas por los traficantes en alta mar. Arrastrados por las mareas, llegan a sus costas cargamentos de cocaína pura, marihuana de laboratorio y hasta pastillas de anfetaminas.
Los paquetes que no son ocupados por las fuerzas guardafronteras y los miembros del ministerio del interior, se convierten inmediatamente en suministros para el mercado negro cubano, siendo su destino fundamental los polos turísticos y la capital del país.
Una incipiente e informal industria ha comenzado a operar en diferentes sitios para rebajar su concentración, mezclarla y envasarla, a fin de aumentar sus niveles de comercialización. Esto es un indicio de que el negocio ilegal ha comenzado a organizarse.
Pero producción y fabricación de drogas no existen en Cuba. En las condiciones actuales no necesitan producir algo que les llega gratis hasta sus costas y que ya ha sido elaborada, con altos niveles de pureza, por el traficante que la perdió.