El inicio del 2015 no podría ser de peor manera. La masacre en el semanario Charlie Hebdo, perpetrada por islamistas radicales en el nombre de Alá, ha generado una esperada ola de indignación mundial porque, además de las muertes de esas doce personas, se considera el múltiple asesinato como un ataque escabroso a la libertad de expresión y a la democracia. A la libertad, a secas.
Los medios de comunicación, los periodistas y los ciudadanos en general han respondido con un grito unánime en la defensa de los valores de libertad y democracia, por lo que el trágico evento supone un refuerzo de esos ideales y la necesidad de preservarlos y luchar para mantenerlos. Estas ideas están presentes en muchas de las opiniones que se pueden escuchar desde que se produjera el asalto a la revista.
Este es un evento de impacto mediático planetario que no ha podido pasar por alto en sociedades en las que la libertad de expresión no es reconocida por el Estado y en los que los medios están bajo el control del poder y dirigen sus esfuerzos en función de los intereses partidistas o políticos.
La matanza en París aparece como portada en los principales periódicos de todo el mundo con titulares que interpretan el asalto como una "guerra" a la libertad, a la libertad de expresión en específico y también a la democracia, es decir, a la convivencia en un mismo espacio de una gran diversidad de opiniones, religiones, ideologías y posiciones respecto a una religión o ideología concreta.
En Cuba, el órgano del Partido Comunista de Cuba (PCC), Granma, no ha mostrado esta noticia de gran impacto en su portada. La relega en cambio a un espacio de media página, en posición inferior, y no menciona en ningún momento las palabras que más resuenan en medios de todo el mundo: "libertad" y "democracia".
¿A qué responde esta ocultación por parte del régimen? Se trata de una ocultación deliberada de cuestiones sobre las que el Gobierno cubano no quiere que el pueblo discuta. El Gobierno cubano está alineado precisamente en el equipo contrario, en el de los radicales que no están dispuestos a permitir que la libertad exista para no poner en peligro sus símbolos de poder.
Algo parecido ha sucedido en China, donde el Diario del Pueblo, órgano del Partido Comunista de China (PCCH) también ha mantenido una discreta cobertura sobre un atentado que impacta en el corazón de los valores de democracia llevándose por delante la vida de doce personas que trabajaban por un medio que defendía, por delante de todo, la libertad de expresión.
El terror se lleva vidas por delante con violencia, como ha pasado esta semana en París, pero también tiene otros métodos para acabar con la libertad. En Cuba el terror se lleva las voces al calabozo, como ha sucedido en las últimas semanas y en este medio siglo. En un caso y en otro hay que subrayar que lo que desencadena esta violencia es la libertad de la que goza el ser humano, que se convierte en algo insufrible para el que necesita subyugar a todos los demás para que su visión de las cosas planee por encima de los demás. Nada que ver con los valores de la democracia. Frente a la violencia y a la fuerza bruta, se impone otra visión del mundo: la que busca el imperio de la ley, la justicia y el respeto a la dignidad del ser humano.
Todos los que defendemos esos valores somos hoy más que nunca Charlie, #JeSuisCharlie. Los enemigos de la libertad, lamentablemente, no pueden decir lo mismo.