La izquierda mundial suele ensalzar a Fidel Castro como el creador de una de las sociedades más igualitarias del mundo, la cubana. Esa parece ser una de las razones de que, desde Hollywood hasta Madrid o la ribera izquierda del Sena le hayan excusado siempre ciertos “excesos” como los fusilamientos, las casi vitalicias condenas de prisión a los que se salvaron del paredón, las UMAP, los actos de repudio y los miles de balseros autorizados a jugarse la vida en el mar en el verano de 1994.
Castro proclamó desde muy temprano la útopica meta de establecer en Cuba una sociedad igualitaria, y aunque décadas después reconoció que ese objetivo no se había logrado, todavía en mayo del 2000 aseguraba que “revolución…es igualdad y libertad plenas”.
VIDEO: Castro proclama igualdad de clases en minuto 4:52
Pero el igualitarismo de Fidel Castro, como el de todos los comunistas que disfrutaron de “las mieles del poder”, era de la variedad que plasmó George Orwell en su novela Rebelión en la Granja, donde todos los animales eran iguales, aunque unos eran más iguales que otros.
La diferencia clave es que Castro, en su “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago” procuró encubrir con tal celo sus privilegios, placeres y caprichos ─dignos de reyes europeos y jeques árabes─ que la existencia de su paraíso particular desde los años 60, Cayo Piedra, a la entrada de la Bahía de Cochinos, sólo empezó a conocerse entre los cubanos de a pie con las deserciones de altos oficiales de las fuerzas armadas y la inteligencia que empezaron a prodigarse desde finales de los años 80, cuyos testimonios fueron transmitidos a Cuba por Radio Martí.
Entre los testigos, hubo uno excepcional, porque estuvo desde 1977 hasta 1994 literalmente al lado de “el Jefe”, como ellos le llamaban, primero en los anillos de su seguridad personal, donde desempeñó tareas de abastecimiento a la también arcana residencia fija de Castro en Punto Cero, y luego como su sombra, escoltándolo aun debajo del agua en sus pesquerías submarinas, y anotando cada uno de sus actos para los archivos del Consejo de Estado.
Después de caer en desgracia e ir a la cárcel por solicitar un retiro temprano, el teniente coronel Juan Reinaldo Sánchez salió de Cuba clandestinamente y murió en Miami en 2015. Una muerte, a los 66 años, quizás demasiado convenientemente para el régimen; pero no sin antes publicar La vie cachée de Fidel Castro (español: La vida oculta de Fidel Castro) sus memorias “explosivas”, como las presentó la editorial francesa Éditions Michel Lafon.
Los recuerdos de quien fuera por 17 años "la sombra" de Fidel Castro, e indagaciones posteriores del investigador Luis Domínguez, quien ha sido clave para este reportaje, incluyendo su aporte de decenas de fotos muy poco conocidas (cliquear en primera y última foto para ver fotogalerías), nos conducirán a través de este breve inventario de las secretas inequidades (de las iniquidades se ha escrito bastante) del Gran Igualitario.
Cayo Piedra, paraíso particular
● También llamado Cayo Piedras del Sur, está formado por dos cayos adyacentes de kilómetro y medio de largo en total, situados a unos 15 kilómetros de las costas de la Bahía de Cochinos, con playa por el oeste, y por el este, un entorno marino prácticamente virgen e ideal para el buceo, la caza submarina y la pesca.
● Cuando Castro descubrió Cayo Piedra poco después de la invasión de la Brigada 2506 por Playa Larga y Girón, solo conocían el lugar los lugareños. Vivía allí un farero, que el gobernante mandó a retirar.
● Las construcciones emprendidas en el lugar, para el uso exclusivo de Castro, su familia y sus invitados, incluyen un muelle de 60 metros de largo; una casa de vivienda familiar construida donde estaba el faro; un puente de 215 metros para unir los dos cayos; un helipuerto; un canal de un kilómetro de largo dragado para permitir la llegada de embarcaciones; una estación eléctrica; un edificio para albergar a cocineros; mecánicos; electricistas; oficiales de radio y guardaespaldas; una reserva de agua potable llevada desde Cienfuegos en una patana, y otra de combustible; un escondite; un embarcadero de 60 metros al que se agregó una patana de 15 que sirve de comedor; incluidos un bar y parrilla; un delfinario y un enclaustramiento para la cría de tortugas.
En el otro cayo se construyeron una casa de invitados con piscina de agua dulce y jacuzzi y una instalación para lanzar misiles antiaéreos. Castro solo aludió alguna vez en público a este paraíso particular como “una modesta cabaña de pescador”.
● Los viajes de la familia y parte del abastecimiento del cayo se solían hacer en un helicóptero soviético MI-8 con capacidad para 24 personas, que despegaba del aeródromo de Playa Baracoa, situado a unos 190 kilómetros, en el lado sur de la carretera Panamericana entre Santa Fe y Mariel. (Las fotos que acompañan esta historia incluyen una bitácora de vuelo conservada por uno de los pilotos del MI-8, con escalas en Cayo Piedra).
● Castro salía siempre de paseo o pesquería, bien con avíos o a practicar caza submarina, en el yate Aquarama II, que tiene 27,5 metros de eslora, cuatro motores, dos camarotes dobles y capacidad para doce personas. Cuenta con dos cuartos de baño, bar (abastecido con su whisky favorito, Chivas Regal) aire acondicionado y televisión. Está decorado con maderas preciosas angolanas. Se fondea en Caleta del Rosario, una zona militar en la costa de la bahía, donde Castro tenía otra casa y un museo.
● El Aquarama II navegaba generalmente acompañado por otros tres barcos: uno de pesca, Purrial de Vicana I o II, y los Pionera I y II. Las visitas al cayo implicaban la movilización de una decena de guardaespaldas, un patrullero de las fuerzas guardafronteras y pilotos de cazas MiGs, listos para despegar desde las bases de Sajn Antonio de los Baños o Santa Clara.
● Las pesquerías eran precedidas por un reconocimiento tempranero de las zonas más abundantes en peces, a cargo de un equipo de pescadores dirigido por José M.Finalé, “el viejo Finalé”, quien le mostrara por primera vez el cayo a Castro.
● Capturaban pargos, dorados y meros, pero también especies protegidas como las caguamas, y langostas, cuya captura y venta estaban prohibidas para los cubanos.
● Cayo Piedra ha sido visitado por muy pocas personas fuera del círculo íntimo de Castro, que incluye a su esposa Dalia Soto del Valle (por largo tiempo un secreto de Estado), sus cinco hijos con ella y sus nueras y nietos; su edecán Pepín Naranjo; su médico de cabecera Eugenio Selman: el geógrafo y ex capitán del Ejército Rebelde Antonio Núñez Jiménez; y el escritor colombiano Gabriel García Márquez.
Además se conoce que visitaron el cayo el presidente de Colombia Alfonso López Michelsen y su esposa; el gobernante de Alemania Oriental Erich Honecker, (a quien Castro le regaló un cayo de la geografía cubana, Cayo Blanco del Sur, que rebautizaron como Ernest Thaelman); el Presidente de México Luis Echevarría y el ex presidente Carlos Salinas de Gortari; el ministro socialista francés de Cultura Jack Lang; el propietario de la CNN Ted Turner; la periodista estadounidense Barbara Walters; y algunos empresarios y cosmonautas soviéticos.
VIDEO: Paseo en yate con Walters a partir del minuto 10:28
● Aunque Castro aseguraba que la revolución no le dejaba tiempo libre, y hasta manifestó desprecio por el concepto burgués de vacaciones, Juan Reinaldo Sánchez asegura que en los veranos, de junio a septiembre, él y Dalia se iban a Cayo Piedra todos los fines de semana.
La Casa de Once: vacas en la azotea
● Se trata de la que fuera residencia de Celia Sánchez, muy conocida por los habaneros por estar enclavada cerca de las transitadas calles 12 y Línea del Vedado. En el cuarto piso se estableció la que fuera secretaria y confidente de Castro en la Sierra Maestra, y también su amante según Sánchez. El paso alrededor de esa manzana estaba controlado por puntos de control.
● Entre las obras que se emprendieron en el lugar, donde Castro era visita casi diaria, se unificaron todas las azoteas de la manzana, se instaló un elevador, y se construyeron un gimnasio, una cancha de básquetbol techada y una bolera de dos pistas. También un establo para cuatro vacas que fueron izadas en helicóptero, destinadas a los malhadados experimentos genéticos de Castro que arruinaron la ganadería en Cuba.
● La cancha de baloncesto fue el fruto de una egoísta decisión del gobernante cuando una empresa alemana que instaló una pista sintética en el estadio Pedro Marrero de La Habana ofreció obsequiar a Cuba el equipamiento que escogiera, en agradecimiento por el contrato.
Punto Cero: la casa de familia y sus despensas
● Más que una casa, Punto Cero es un complejo enclavado en lo que fuera un campo de golf, cerca de Jaimanitas, al oeste de La Habana, sobre un terreno de 30 hectáreas. La casa principal tiene 500 metros cuadrados de planta, dos pisos, piscina, área de juegos, seis hidropónicos para el cultivo de verduras, matas de plátano, y árboles frutales de naranjas, mandarinas, toronjas y limones. Otra casa para los guardaespaldas tiene unos 350 metros cuadrados.
La casa principal está decorada en el estilo de las casas señoriales de las Antillas, con mobiliario de mimbre y maderas tropicales.
● Sánchez dice que los Castro Soto del Valle comían a la carta como en restaurante; Dalia se encargaba de programar las comidas. Para ello tenían a su disposición dos cocineros y un mayordomo que les servía en la mesa. Cada miembro de la familia disponía en la propiedad de su propia vaca para la leche. Además había gallinas ponedoras. Varias sirvientas se ocupaban de la limpieza y el lavado y planchado de la ropa, menos la de Fidel, que se enviaba a diario a la tintorería del Palacio de la Revolución.
● Las preferencias culinarias de Castro incluían mariscos como los camarones y langostas, pescado a la parrilla, pollo, y en ocasiones cordero y jamón español pata negra. Renunció a la carne de res por prescripción médica. También frutas y verduras frescas. Acompañaba las comidas con vinos enviados desde Argelia, y como digestivo, coñac Napoleón.
● La llamada Unidad 160, ubicada en el reparto Siboney, cerca de Punto Cero, es la unidad logística de la Seguridad Personal pero allí también radicaban las despensas y los frigoríficos que surtían a la familia Castro-Soto del Valle. El lugar comprende gallinas ponedoras, un criadero de ocas y una fábrica de helados, más un pequeño taller donde se elaboraban los destinados a los dos hermanos Castro.
● Para la educación de sus hijos, Dalia, pedagoga de profesión, dirigía en la práctica una escuela para unos 50 niños situada en la calle 202 del cercano reparto La Coronela. Los alumnos y maestros eran escogidos por ella.
Entretenimiento y aventuras de cama
● También en la Unidad 160 se encontraba una sala privada de proyección de películas a disposición del Comandante y su familia (la favorita de él era la soviética de cinco horas de duración La Guerra y la Paz), y un museo con los regalos recibidos por el Jefe de Estado. Detrás de ese museo se encontraba una villa conocida como la Casa de Carbonell, escenario de los encuentros extramaritales del “Jefe”, que solía coordinar su edecán, José “Pepín” Naranjo.
● Según la descripción de Sánchez una de las amantes habituales de Castro era su intérprete de inglés, la coronel del servicio de información Juanita Vera, con quien tuvo un hijo, Abel, en 1983. El guardaespaldas dice que durante la única visita del gobernante a Corea del Norte él fue asignado a montar guardia en la puerta de su habitación y le avisaron que Vera lo visitaría esa noche “Al cabo de un rato (ella) llamó a la puerta de la suite, donde pasó dos o tres horas antes de volver a sus aposentos”, precisa. Luego, en 1992 en España, ordenó abrir un pasaje para comunicar las habitaciones de ambos.
Otras amantes de Castro de las que Sánchez dice tener constancia fueron Gladys Duarte, una azafata que le atendía en sus desplazamientos al extranjero; y Pilar, conocida como "Pili", una intérprete de francés.
Dos millones en una visita de cinco días
● Sánchez cuenta que para la visita de Castro a Zimbabue en 1986, en ocasión de la Octava Cumbre de los Países No Alineados, él viajó como “precursor” para ocuparse de la logística, con un maletín que contenía 250 mil dólares. Buscando un lugar seguro para su jefe, decidió comprar una conveniente casa de una planta en Harare.
● La casa fue totalmente renovada por obreros llevados desde Cuba que repararon el tejado, reforzaron la alambrada y construyeron un refugio antiaéreo y dos alojamientos para la escolta. Además se compraron otras dos casas para alojar al diplomático Carlos Rafael Rodríguez y al ministro del Interior José Abrahantes, y cinco vehículos para la escolta. Total: 2 millones de dólares.
● Castro llevaba siempre en sus viajes al extranjero su propia cama, grande y de madera. La única excepción fue su viaje a Corea del Norte
Salud VIP
● Se conoce que la mayoría de los dirigentes cubanos, y amigos de alto perfil como Hugo Chávez, se atienden cuando tienen problemas de salud en el bien equipado Centro Internacional Médico Quirúrgico, CIMEQ, donde también laboran médicos de mucho prestigio. Pero a pesar de que el lugar queda muy cerca de Punto Cero, Castro tenía su propia clínica personal en el Palacio de la Revolución.
● Sánchez describe esa instalación como un hospital en miniatura, con tres habitaciones, una era para Fidel con baño y terraza, otra para sus guardaespaldas, especialmente dos donantes de su grupo sanguíneo que dormían siempre allí y la tercera para el personal médico de guardia.
● La clínica cuenta con rayos X, farmacia, laboratorio, escáner de resonancia magnética y otros equipos avanzados, así como un gabinete dental, gimnasio, y cocina y comedor. Allí lo atendían al menos cuatro médicos: el Dr. Eugenio Selman, su médico de cabecera; el eminente Dr. Raúl Dorticós; el Dr. Ariel, anestesista; y el Dr. Cabrera, responsable de las transfusiones.
● En esa clínica Castro fue atendido en 1983 y 1992 por sendas crisis intestinales anteriores a la que le separó del poder en 2006. En la primera se le descubrió una úlcera cancerosa. En ninguna de estas ocasiones se informó de su salud a los cubanos, y como maniobra diversionista se hizo circular por La Habana en sus autos a un doble maquillado (Silvino Alvarez) que saludaba al pasar como si fuera él.
La reserva: dinero negro y blanco, no fiscalizado
● Aunque Castro se quejó de que en 2006 la revista estadounidense Forbes le calculara una fortuna de 900 millones de dólares, y aseguró que él solo recibía unos 750 pesos mensuales, la revista basó su cálculo en negocios creados y controlados por él como la corporación CIMEX, el palacio de Convenciones de La Habana y Medicuba.
● Sánchez asegura que en numerosas ocasiones le escuchó dar órdenes a su secretario “Chomy” Miyar o a su edecán Pepín Naranjo, sobre ventas internacionales de activos o creación de empresas fantasmas en Panamá.
● Para escapar a toda fiscalización Castro creó en los años 60 la llamada Reserva del Comandante, que manejaba a discreción. Esta era alimentada entre otras fuentes por las mencionadas instituciones oficiales, reventas de petróleo soviético o venezolano, y negocios turbios como las transacciones con diamantes y marfil angolanos, venta de licores (Chivas Regal) o ropa de marca (Levi’s) falsos, o el contubernio con el Cartel de Medellín con cuya culpa cargaron el general Arnaldo Ochoa y el coronel Tony de la Guardia (según el ex jefe de seguridad de Pablo Escobar, Jhon Jairo Velázquez, Popeye, “los cubanos recibían 2000 dólares por cada kilo de droga transportada y 200 dólares por cada kilo custodiado”) Sánchez relata que en una ocasión el luego defenestrado ministro del Interior José Abrantes entró en el despacho de Fidel con una maleta llena de billetes “para la revolución” y que Castro le pidió a Naranjo que ingresara el dinero en la reserva.
Cacería de patos en La Deseada, y otras propiedades para su uso exclusivo
● El autor de La vida oculta de Fidel Castro, un libro que Sánchez escribió en colaboración con el periodista francés Axel Gyldén, recuerda que el otro lugar de asueto favorito de Fidel Castro, después de Cayo Piedra, era la finca La Deseada, un pabellón de caza de patos y otras aves acuáticas en una zona pantanosa de la provincia de Pinar del Río que frecuentaba en los meses de invierno.
Otras propiedades de uso exclusivo del gobernante y sus allegados
En Pinar del Río: casa del Americano (con piscina, incautada al estadounidense Lawrence Lunt) y granja de la Tranquilidad.
En La Habana: casa de Cojímar (primera residencia en 1959); casa de 160, municipio Playa; casa de Carbonell; casa en Santa María del Mar, junto al hotel Trópico; y casas con refugios antiaéreos en Punta Brava y Casa del Gallego.
En Matanzas: casa en Varadero que da a la playa, y casa y marina en Caleta del Rosario.
En Ciego de Avila: casa en las arenas de la isla de Turiguanó, cerca de Cayo Coco.
En Camagüey: finca San Cayetano, con picadero de caballos, y casa de Tabayito.
En Holguín: casa en Guardalavaca
En Santiago de Cuba: casas en la calle Manduley, con dos pisos y bolera, y casa con piscina en complejo del MININT.
Para cerrar este apretado resumen vale la pena reproducir un párrafo que tanbién sintetiza la visión que se formó Juan Reinaldo Sánchez sobre su ex jefe durante 17 años:
"Contrariamente a lo que siempre se ha dicho, Fidel no ha renunciado en modo alguno al confort capitalista ni ha optado por vivir en la austeridad. Al revés, su modo de vida se asemeja al de un capitalista sin limitaciones de ninguna clase. Jamás ha considerado que sus discursos sobre el modo de vida austero propio de todo buen revolucionario fueran vincuulantes a su persona. Ni él ni Raúl se han aplicado nunca los preceptos que enuncian para sus compatriotas".