El mandatario Hugo Chávez ha designado como su sucesor al vicepresidente Nicolás Maduro para, según dijo, mantener unidos a los socialistas en el poder, en caso de que el cáncer o la muerte le impidan el ejercicio cesáreo del cargo.
Al nombrar a Maduro sucesor y heredero político, Chávez busca emplear su liderazgo, antes de perderlo vía el cáncer, para lograr el apoyo absoluto para el vicepresidente que, como se dijo en el pasado del canciller Felipe Pérez Roque respecto a Fidel Castro, parece ser el mejor intérprete de su pensamiento o, mejor dicho, del recetario marxista para el sostenimiento de eso que han dado en llamar "socialismo del siglo XXI".
Maduro, de 49 años, que en octubre además de canciller ascendió a la vicepresidencia, asumirá interinamente la regencia si Chávez queda imposibilitado para el mando o muere, y fue designado por el mandatario para que sea también el candidato del oficialismo en las elecciones que se harán en un plazo de 30 días.
Chávez dijo el sábado que sufre de una nueva recurrencia del cáncer y debe someterse de urgencia a una cuarta operación en La Habana. El objetivo es que Maduro garantice la unidad del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela, (PSUV), y la permanencia en el poder del modelo chavista que aspira, como ha declarado el propio Chávez, convertir a Venezuela en el mismo mar de la felicidad por el que navega Cuba.
Pero, ¿quién es Nicolás Maduro? Bueno, nació el 23 de noviembre de 1962 en Caracas. Es un ex militante de la Liga Socialista, y trabajó desde joven como conductor en el Metro de Caracas, donde llegó a dirigir su sindicato.
En 1998 Hugo Chávez resulta electo presidente de Venezuela, y en 2000 Maduro es designado diputado para la Asamblea Nacional del país, cargo en el que fue reelecto en las elecciones legislativas de 2005, y poco después logra ser designado presidente del Parlamento.
En el año 2006 deja este cargo a pedido de Chávez para ingresar en el gabinete ministerial como cabeza del Ministerio del Poder Popular para los Asuntos Exteriores, sustituyendo así al ministro Alí Rodríguez Araque.
El 10 de octubre de 2012, pasados 3 días de las elecciones presidenciales, fue nombrado nuevo vicepresidente del Ejecutivo, al ocupar el puesto de Elías Jaua, quien tuvo que separarse de su cargo para aspirar a la gobernación de Miranda. Al jurar Maduro como vicepresidente del país, el hecho se interpretó como un ascenso que premiaba su lealtad a Chávez y que, ya entonces, lo ponía en una posición de gran poder, en caso de alguna emergencia irreversible.
Colaborador histórico y beneficiario de una gran confianza presidencial, Maduro se levanta como el hombre con mayor proyección del chavismo gracias a su larga experiencia política como ministro de Exteriores, a lo que suma varios años como líder sindical. Pero, más que ello, lo que garantizaría a Maduro alzarse como el heredero del socialismo del siglo XXI, no ya en Venezuela sino en la región latinoamericana, sería su militancia marxista desde la más temprana edad, y su adherencia al radicalismo izquierdista preconizado, y practicado, por Fidel Castro.
Maduro es un convencido izquierdista que se inició en esos trajines cuando cursaba la enseñanza media como líder estudiantil de tendencia francamente maoísta.
El heredero elegido conoció a Chávez mientras éste cumplía condena en prisión por su intentona de golpe de Estado en febrero de 1992, debido a que su pareja, la abogada y actual procuradora del país, Cilia Flores, fue una de las encargadas de luchar por la liberación del actual mandatario, el mismo que ahora acusa a sus opositores de golpistas. Maduro fue uno de los fundadores del Movimiento V República (MVR), antecesor del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
En tanto hombre de máxima confianza, Maduro ha sido el único ministro que no se ha separado de Chávez las tres veces que fue operado en La Habana, e incluso ha sido el encargado de informar en algunas ocasiones de la salud del presidente cuando no ha sido éste el que ha aludido al cáncer que padece.
Chávez, al designar a Maduro, dijo: “Mi opinión… es que en ese escenario, que obligaría a convocar a elecciones presidenciales, ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente”, ya que, agregó, es “uno de los líderes jóvenes de mayor capacidad para continuar (...) con su mano firme, con su mirada, con su corazón de hombre del pueblo, seguir dirigiendo, junto al pueblo siempre y subordinado a los intereses del pueblo, los destinos de esta patria”.
Pero lo que no escapa a los más avispados analistas es que la designación de Nicolás Maduro como el heredero, privilegia aún más las estratégicas relaciones con el régimen comunista cubano y blinda al chavismo con un hombre muy bien visto por la familia gobernante de Cuba, pues se le considera marxista desde siempre y muy cercano a los Castro.
El anuncio de Chávez, aunque no generó sorpresa debido a que Maduro era mencionado como posible sucesor desde que al gobernante le detectaron cáncer en junio de 2011, sí suscitó dudas sobre si el vicepresidente podrá contener las luchas internas en el chavismo por el liderazgo de la organización, y si podrá triunfar en unas nuevas elecciones presidenciales. Pues lo que sí parece cierto es que Maduro, el exchofer de ómnibus, no tiene formación académica alguna ni mucho brillo propio y que su voz suele ser un eco de la voz de su mentor y jefe político Hugo Chávez. Quizá eso sería más que suficiente en la actual coyuntura venezolana donde a lo que se aspira es a consolidar una suerte de monarquía marxista al estilo cubano y, es de destacar, además, que como jefe de la diplomacia, Maduro fue clave en la firma de acuerdos con China, Rusia, Bielorrusia e Irán, los distantes aliados escogidos por Chávez para confrontar a Estados Unidos.
Con Nicolás Maduro la suerte o mala suerte parece estar echada para Venezuela, sellada, atada y bien atada, más allá de la muerte o la inhabilitación del caudillo Hugo Chávez, como diría el generalísimo Franciso Franco Bahamonde en España, pero, como a veces suele ocurrir, el imponderable, o el pueblo venezolano a caballo del imponderable, podría tener la última palabra.
Al nombrar a Maduro sucesor y heredero político, Chávez busca emplear su liderazgo, antes de perderlo vía el cáncer, para lograr el apoyo absoluto para el vicepresidente que, como se dijo en el pasado del canciller Felipe Pérez Roque respecto a Fidel Castro, parece ser el mejor intérprete de su pensamiento o, mejor dicho, del recetario marxista para el sostenimiento de eso que han dado en llamar "socialismo del siglo XXI".
Maduro, de 49 años, que en octubre además de canciller ascendió a la vicepresidencia, asumirá interinamente la regencia si Chávez queda imposibilitado para el mando o muere, y fue designado por el mandatario para que sea también el candidato del oficialismo en las elecciones que se harán en un plazo de 30 días.
Chávez dijo el sábado que sufre de una nueva recurrencia del cáncer y debe someterse de urgencia a una cuarta operación en La Habana. El objetivo es que Maduro garantice la unidad del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela, (PSUV), y la permanencia en el poder del modelo chavista que aspira, como ha declarado el propio Chávez, convertir a Venezuela en el mismo mar de la felicidad por el que navega Cuba.
Pero, ¿quién es Nicolás Maduro? Bueno, nació el 23 de noviembre de 1962 en Caracas. Es un ex militante de la Liga Socialista, y trabajó desde joven como conductor en el Metro de Caracas, donde llegó a dirigir su sindicato.
En 1998 Hugo Chávez resulta electo presidente de Venezuela, y en 2000 Maduro es designado diputado para la Asamblea Nacional del país, cargo en el que fue reelecto en las elecciones legislativas de 2005, y poco después logra ser designado presidente del Parlamento.
En el año 2006 deja este cargo a pedido de Chávez para ingresar en el gabinete ministerial como cabeza del Ministerio del Poder Popular para los Asuntos Exteriores, sustituyendo así al ministro Alí Rodríguez Araque.
El 10 de octubre de 2012, pasados 3 días de las elecciones presidenciales, fue nombrado nuevo vicepresidente del Ejecutivo, al ocupar el puesto de Elías Jaua, quien tuvo que separarse de su cargo para aspirar a la gobernación de Miranda. Al jurar Maduro como vicepresidente del país, el hecho se interpretó como un ascenso que premiaba su lealtad a Chávez y que, ya entonces, lo ponía en una posición de gran poder, en caso de alguna emergencia irreversible.
Colaborador histórico y beneficiario de una gran confianza presidencial, Maduro se levanta como el hombre con mayor proyección del chavismo gracias a su larga experiencia política como ministro de Exteriores, a lo que suma varios años como líder sindical. Pero, más que ello, lo que garantizaría a Maduro alzarse como el heredero del socialismo del siglo XXI, no ya en Venezuela sino en la región latinoamericana, sería su militancia marxista desde la más temprana edad, y su adherencia al radicalismo izquierdista preconizado, y practicado, por Fidel Castro.
Maduro es un convencido izquierdista que se inició en esos trajines cuando cursaba la enseñanza media como líder estudiantil de tendencia francamente maoísta.
El heredero elegido conoció a Chávez mientras éste cumplía condena en prisión por su intentona de golpe de Estado en febrero de 1992, debido a que su pareja, la abogada y actual procuradora del país, Cilia Flores, fue una de las encargadas de luchar por la liberación del actual mandatario, el mismo que ahora acusa a sus opositores de golpistas. Maduro fue uno de los fundadores del Movimiento V República (MVR), antecesor del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
En tanto hombre de máxima confianza, Maduro ha sido el único ministro que no se ha separado de Chávez las tres veces que fue operado en La Habana, e incluso ha sido el encargado de informar en algunas ocasiones de la salud del presidente cuando no ha sido éste el que ha aludido al cáncer que padece.
Chávez, al designar a Maduro, dijo: “Mi opinión… es que en ese escenario, que obligaría a convocar a elecciones presidenciales, ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente”, ya que, agregó, es “uno de los líderes jóvenes de mayor capacidad para continuar (...) con su mano firme, con su mirada, con su corazón de hombre del pueblo, seguir dirigiendo, junto al pueblo siempre y subordinado a los intereses del pueblo, los destinos de esta patria”.
Pero lo que no escapa a los más avispados analistas es que la designación de Nicolás Maduro como el heredero, privilegia aún más las estratégicas relaciones con el régimen comunista cubano y blinda al chavismo con un hombre muy bien visto por la familia gobernante de Cuba, pues se le considera marxista desde siempre y muy cercano a los Castro.
El anuncio de Chávez, aunque no generó sorpresa debido a que Maduro era mencionado como posible sucesor desde que al gobernante le detectaron cáncer en junio de 2011, sí suscitó dudas sobre si el vicepresidente podrá contener las luchas internas en el chavismo por el liderazgo de la organización, y si podrá triunfar en unas nuevas elecciones presidenciales. Pues lo que sí parece cierto es que Maduro, el exchofer de ómnibus, no tiene formación académica alguna ni mucho brillo propio y que su voz suele ser un eco de la voz de su mentor y jefe político Hugo Chávez. Quizá eso sería más que suficiente en la actual coyuntura venezolana donde a lo que se aspira es a consolidar una suerte de monarquía marxista al estilo cubano y, es de destacar, además, que como jefe de la diplomacia, Maduro fue clave en la firma de acuerdos con China, Rusia, Bielorrusia e Irán, los distantes aliados escogidos por Chávez para confrontar a Estados Unidos.
Con Nicolás Maduro la suerte o mala suerte parece estar echada para Venezuela, sellada, atada y bien atada, más allá de la muerte o la inhabilitación del caudillo Hugo Chávez, como diría el generalísimo Franciso Franco Bahamonde en España, pero, como a veces suele ocurrir, el imponderable, o el pueblo venezolano a caballo del imponderable, podría tener la última palabra.