Podemos es ya la tercera fuerza política en España, a una distancia muy corta del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), mientras que el Partido Popular (PP), actualmente en el gobierno, sigue liderando la intención de voto.
Podemos, el partido filochavista, ha conseguido una estimación de voto del 15,3%, y se sitúa a seis puntos de los socialistas, con un 21,2%. Mientras tanto, el PP sigue siendo la mayor fuerza política con una estimación de voto del 30%. Es solo el resultado de una encuesta de opinión, la del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), en la que se lee el alcance del malestar en la sociedad española, ante un ir y venir de casos de corrupción, así como de las estrecheces causadas por los recortes en los servicios sociales debido a la austeridad impuesta ante la crisis económica.
No tendríamos que sorprendernos por estos resultados dado que todo ello es el producto de una actitud, un comportamiento y una forma de hacer política que acarrea, evidentemente, unas consecuencias inevitables. Precedentes de oportunismo de algunos líderes políticos ante situaciones de crisis tenemos muchos y variados a lo largo de la historia, empezando por Fidel Castro, que entró a trapo en Cuba con la excusa de Fulgencio Batista, o Hugo Chávez en Venezuela, para frenar una situación de desigualdad social como objetivo inicial. Sus liderazgos, en cambio, más en el caso de Castro, resultaron en una debacle para el país, hoy hundido en la más absoluta de las miserias.
Las situaciones económicas adversas, las crisis y los momentos en que las personas se sienten desprotegidas, abandonadas por una clase política mucho más preocupada por sus propios asuntos más que por los problemas reales de la gente, son el caldo de cultivo para el surgimiento de ciertos líderes políticos que prometen el cielo sin necesidad de que argumenten o razonen cómo van a alcanzarlo. La frustración o la desesperación del momento hace que muchos se entreguen casi con los ojos cerrados a esos líderes que identifican de forma muy simple al culpable de todos los problemas. De Pablo Iglesias, líder de Podemos, sabemos que quiere acabar con la "casta", pero desconocemos cuáles son sus propuestas para reactivar la economía. Está claro que no podemos tomar en cuenta el aumento de los impuestos a los más ricos como una "fórmula" para que crezca la riqueza.
Hoy por hoy, el escenario político que se dibuja en España pinta una pequeña América Latina dentro de Europa, en la que se les puede augurar futuro a los que quieren sacar partido de la crisis, no con una propuesta de mayor transparencia y democracia sino con el proyecto de ir a por los ricos. Para los desesperados puede sonar muy atractivo un discurso que identifica fácilmente al culpable y que propone ir a por él como único proyecto político. Ya no es el corrupto el objetivo sino el que tiene más. Ojalá nos equivoquemos con este análisis, pero todo parece indicar que a algunos conviene que esta sea la percepción de las cosas por parte de la gente. Es la manera de cohesionar una bolsa de votantes importante que les dé, dentro de algunos años, las llaves del gobierno. Luego los Mesías, con el pueblo -convertido en rebaño-, harán lo que quieran.