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Orioles, pese al estadio vacío, animó a la afición de Baltimore


Los Medias Blancas jugaron contra los Orioles en el estadio Camden Yards de Baltimore, Maryland, sin asistencia de público debido a las protestas civiles antirracistas en la ciudad.
Los Medias Blancas jugaron contra los Orioles en el estadio Camden Yards de Baltimore, Maryland, sin asistencia de público debido a las protestas civiles antirracistas en la ciudad.

El juego se disputó a puerta cerrada como medida de seguridad por los saqueos y disturbios que han ocurrido cerca del estadio y en otros sectores de Baltimore desde el lunes.

Orioles derrotó contundentemente a Chicago White Sox, ocho carreras por dos en las Grandes Ligas de Estados Unidos, y le brindó un poco de consuelo a la afición de Baltimore… que no pudo entrar al estadio.

Medidas extremas de seguridad, a partir de los recientes disturbios callejeros que sucedieron al sepelio de un joven afroamericano --previamente detenido por la policía--, determinaron que, por primera vez en el Big Show, un partido se jugara --el parque Camden Yards marcó este hito-- sin la posibilidad de que alguien comprase un boleto.

Estadio Camden Yards.
Estadio Camden Yards.

El suceso disparó mis recuerdos hasta finales de los años 90 del siglo pasado, precisamente cuando una escuadra de Orioles jugó en Cuba un encuentro amistoso, después de varias décadas de absoluto distanciamiento entre los peloteros de primer nivel de ambas naciones. Esa vez --1999-- el equipo nacional de la Isla se había entrenado a puertas cerradas, con la presencia diaria del gobernante Fidel Castro en los palcos detrás del home, y con la prohibición de acceso inclusive para algunos periodistas deportivos acreditados.

Hubo finalmente público en el desafío Cuba-Orioles, conquistado por los visitantes norteamericanos --los antillanos tomaron desquite en el choque de vuelta-- pero mucha insatisfacción entre los más fieles seguidores del béisbol en la capital: la entrada al estadio del Cerro se lograba solo mediante invitaciones impresas, las que el gobierno se encargó de distribuir entre militantes del Partido Comunista, los sindicatos oficialistas y los Comités de Defensa de la Revolución.

Pero la violencia condujo también, al menos en una ocasión, a mover de sitio un programa de la Serie Nacional de Cuba. Ocurrió a inicios de los propios años 90, cuando los fanáticos presentes en el estadio santiaguero Guillermón Moncada lanzaron una lluvia de botellas de ron vacías sobre el visitante equipo de Ciudad de La Habana, y se decidió, al día siguiente, reasignar el pleito de turno para la vecina urbe de Guantánamo.

En los años subsiguientes, diversas previsiones en aras de erradicar el alcohol de las instalaciones deportivas de la Isla incentivaron la argucia de los bebedores: trasegaban ron dentro de los biberones del bebé, llevado en brazos al estadio, y hasta inyectaban con licor puñados de naranjas, cuyo excitante zumo chupaban después en el graderío.

Es lícito, en cambio, tomar cerveza en los parques de la Unión, aunque no se vendió ninguna este miércoles en la sede de Baltimore, donde Ubaldo Jiménez (2-1) condujo exitosamente a los Orioles. El derecho limitó a Chicago a tres hits, dos carreras sucias, un boleto y seis ponches en siete innings.

Samardzija (1-2) soportó el revés de White Sox (hubo jonrones de Davis y Machado) y en medio de la escuálida ofensiva de los derrotados, los cubanos José Dariel "Pito" Abreu y Alexei Ramírez fallaron en tres turnos per cápita.

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