A finales de mayo de 2011, pocos meses después de pasar la presidencia a su ahijada política y ex primera ministra, Dilma Rousseff, Lula volvió a Cuba sin los amarres del cargo, pero investido de autoridad para cabildear a favor de las empresas brasileñas y sobre todo -de acuerdo con la fiscalía brasileña- de su principal cliente: Odebrecht.
Relata la acusación por tráfico de influencia, que la comitiva del expresidente fue recibida en el hotel por José Dirceu, uno de los hombres más influyentes del primer gobierno Lula e incondicional del régimen cubano, y el propio expresidente de la constructora brasileña, Marcelo Odebrecht, quien agasajó a los visitantes con un almuerzo en La Habana.
Marcelo Odebrecht se mantuvo al frente de la compañía hasta diciembre de 2015, seis meses después de caer preso de manera preventiva en la Operación Lava Jato que investiga el megaescándalo de corrupción destapado en Brasil. En 2016 fue condenado a más de 19 años de prisión por corrupción, blanqueo de dinero y participación en organización criminal, así como también Dirceu, condenado a más de 30 años.
Los lazos de Dirceu con Cuba se remontan a la década del 70, cuando pasó allí entrenamiento en guerrillas y se sometió a una cirugía plástica para cambiar sus facciones y poder volver clandestinamente a Brasil.
Junto a Raúl Castro, los brasileños visitaron las obras del Mariel, ya para entonces avanzadas “en todos los frentes” y con 1.567 trabajadores cubanos contratados, de acuerdo con el Informe Anual 2012 de Odebrecht.
Según relató el diario Folha de Sao Paulo citando cables diplomáticos, Raúl Castro se deshizo en elogios a la labor de la constructora brasileña. El general exaltó el cumplimiento del cronograma de las obras y criticó la precariedad de la dirección de las empresas estatales cubanas. “Los cubanos tienen mucho que aprender de ustedes”, expresó Raúl Castro a Marcelo Odebrecht y sus directivos.
En una cena ofrecida por el dictador cubano, Lula dejó claro los motivos de su visita: aumentar la presencia brasileña y reafirmar el apoyo de Brasil a pesar de tener un nuevo presidente. “Dilma es amiga de Cuba”, sentenció Lula, según cable de la embajada brasileña divulgado por la revista Época.
Era exactamente todo lo que Raúl Castro y Odebrecht necesitaban escuchar.
En los años en que Dilma Rousseff ocupó cargos ministeriales del gobierno Lula, la relación con la constructora no fluía de la misma manera que con su jefe; por eso, ante la inminencia de su arribo a palacio, Odebrecht “entró en un cierto pánico”. Así lo expuso en declaración al juez Sergio Moro, responsable por la operación Lava Jato, nadie menos que Antonio Palocci, el exministro de Hacienda durante el primer mandato de Lula y posterior Jefe de Gabinete de Rousseff, hombre además encargado de recibir las contribuciones partidarias de Odebrecht.
El exministro contó al juez cómo Emilio Odebrecht, presidente del Consejo Administrativo del conglomerado y padre de Marcelo, propuso a Lula da Silva, poco antes de este dejar la presidencia, “una especie de pacto de sangre” para que la empresa no perdiese los privilegios con que contaba en las contrataciones públicas.
A cambio, puso ante Lula un paquete de sobornos que incluía la donación de un terreno para la construcción del futuro Instituto Lula, una finca que reformaban para uso familiar y una cuenta abierta por $300 millones de reales ($176 millones de dólares a la fecha) para “sus actividades políticas”, según contó el exbrazo derecho de Lula, actualmente tras las rejas.
El 30 de diciembre de 2010, penúltimo día de Lula en el gobierno, el presidente saliente puso frente a frente a Emilio Odebrecht y Dilma Rousseff para que la presidenta electa quedase a la par de los vínculos con la compañía. Lula dejó claro su deseo de que “esa relación se preservase en todos los aspectos, lícitos e ilícitos”, puntualizó el ex ministro.
Para el jurista brasileño Helio Bicudo, cofundador junto a Lula del Partido de los Trabajadores y más tarde uno de los autores de la demanda que llevó a la acusación para destituir (impeachment) a Rousseff, Lula se convirtió en un “representante de ventas de Odebrecht”.
Más negocios para Odebrecht
En enero de 2013 Lula da Silva repitió visita a Cuba. Como parte de la agenda política, intervino en la Conferencia Internacional "Por el Equilibrio del Mundo", organizada en el Palacio de Convenciones por el 160 aniversario del natalicio de José Martí.
Lula se presentó con guayabera roja en homenaje a Chávez, convaleciente en La Habana de una compleja cirugía. Volvió a visitar Punto Cero y auspició el lanzamiento del libro "Los últimos soldados de la guerra fría", un texto de exaltación heroica de los cinco espías presos en Estados Unidos que elaboró, con el visto bueno del gobierno cubano, el escritor y biógrafo oficial de Lula, Fernando Morais.
En el ámbito de los negocios, además de visitar el Mariel junto a Raúl Castro, Lula promocionó el negocio de la soja en la isla. Técnicos de la Embrapa, empresa estatal dedicada a la investigación agropecuaria, acompañaban a Lula. Como invitado ilustre, el ex presidente llevó a Blairo Maggi, un político y empresario conocido como el Rey de la Soja por ser el mayor productor individual del mundo y dueño de una de las mayores fortunas de Brasil.
Para ese viaje, Odebrecht contrató un avión particular por $270,000 dólares -según recibo interceptado- para llevar a su “representante” de Sao Paulo a La Habana y de ahí a Santo Domingo, donde la empresa le pagó $162,000 dólares por una conferencia antes de seguir a un evento de la UNESCO en Washington.
La denuncia a Lula por tráfico de influencia cita un diálogo ocurrido un año antes de ese viaje con el funcionario Alessandro Teixeira, ex secretario ejecutivo del Ministerio de Industria y Comercio Exterior -entidad gestora del BNDES, el banco estatal de fomento que financió las obras del Mariel.
Texeira informó categóricamente al ejecutivo encargado de los negocios de Odebrecht en Cuba, Mauro Hueb, que “sería imposible una nueva financiación del BNDES para proyectos de producción de azúcar y la reforma del aeropuerto de La Habana”, y que Odebrecht no recibiría nuevos aportes del banco hasta el término del Mariel.
Sin embargo, tres meses después de la presencia de Lula a Cuba, el mismo funcionario elevó un parecer favorable a nuevos créditos para reformas de terminales aeroportuarias en Cuba, y cuatro meses después se firmaba el contrato entre Odebrecht y la Corporación de la Aviación Cubana S.A., con un préstamo de $150 millones de dólares del banco de fomento para modernizar los aeropuertos de La Habana, Santa Clara, Holguín, Cayo Coco y Cayo Largo.
Asuntos de familia
Otra vez la fiscalía vio la mano de Lula en el cambio de parecer del alto funcionario.
Por esa fecha, Teixeira aspiraba a ser nombrado por Rousseff para la presidencia del banco de fomento brasileño y su candidatura enfrentaba oposición de algunos sectores del gobierno. Para barrer esos contratiempos, apareció en la conexión Odebrecht-Lula-Cuba otro personaje oscuro de la trama: Taiguara Rodrigues dos Santos, sobrino del expresidente Lula.
Correspondencia encontrada en un ordenador y mensajes de celular, dan cuenta de que Taiguara pidió al tío que intercediese a favor de Teixeira “como la persona más indicada para garantizar los intereses en Cuba”.
El sobrino político de Lula, muy cercano al expresidente, se enriqueció de la noche a la mañana por millonarios contratos cerrados con Odebrecht en la construcción de una hidroeléctrica y carreteras en Angola. Llamó la atención de los investigadores la contratación para complejos trabajos de ingeniería -que superaron los $12 millones de dólares- de una empresa como la de Taiguara cuya competencia se limitaba hasta la fecha a la instalación de cristales en balcones. Tampoco tenía estudios universitarios u otros relacionados al área y no contaba con “experiencia empresarial exitosa, ni siquiera capital” para crear la compañía.
Los mismos servicios del sobrino de Lula en Angola serían útiles para Odebrecht en Cuba. A principios de 2014, la compañía lo llevó de viaje a la isla parapresentarle su obra estrella: el Mariel. Antes de viajar, Taiguara pidió una cita con su tío para recoger instrucciones: “Odebrecht, a través del Dr. Alexandrino, me convidó a ir a Cuba y quería estar antes con mi tío”, escribió al agente de seguridad del ex presidente que concertaba todos sus encuentros.
Lula da Silva no usa celular propio y para hablar emplea el teléfono del guardaespaldas, a su vez registrado bajo el nombre de otra persona, según el informe policiaco. La secuencia de mensajes intercambiados con el guardaespaldas de Lula concluye con un: “La lucha continúa compañero”, escrito por el sobrino a manera de despedida.
A finales de ese mismo año, el sobrino de Lula volvió a Cuba acompañado de Fábio Luis Lula da Silva, hijo del expresidente. Lulinha, como se le conoce, acaparó titulares de la prensa brasileña por el considerable patrimonio que acumuló durante los años de presidencia de su padre, un monto, hay que decir, que las redes sociales se encargaron de inflar.
Durante el viaje, Taiguara envió más recados al guardaespaldas de Lula avisando que “todo corría de la mejor manera posible” y que estaban “atentos a todo, sin fotos, sin Facebook, todo discreto”. El contador y representante legal de la empresa de Taiguara dijo que viajó a Cuba junto a los allegados de Lula en busca de oportunidades para exportar alimentos, según aseguró bajo juramento ante una comisión investigadora del Congreso.
Una conferencia costosa para “empresarios” cubanos
El 27 de enero de 2014, Raúl Castro y la presidenta “amiga de Cuba” inauguraban las obras del Puerto del Mariel. Rousseff adelantó en la ocasión un nuevo aporte brasileño de $290 millones para la Zona Especial de Desarrollo de Mariel, aledaña a la terminal de contenedores. Exactamente cuatro días después, Odebrecht hizo una donación de $435,000 dólares al Instituto Lula y dos más por el mismo valor en marzo de 2014. Los recibos fueron entregados a la policía por Marcelo Odebrecht.
Lula da Silva, el “representante de Odebrecht”, hizo su último viaje a Cuba a finales de febrero de 2014, un mes después de la inauguración del puerto. Durante el viaje de tres días, Odebrecht pagó $200,000 dólares al expresidente por una conferencia impartida en el Hotel Nacional ante un selecto público integrado por “empresarios” y dirigentes cubanos. Como era usual, la empresa corrió con los gastos de transporte y hospedaje: esta vez $288,000 dólares.
En su testimonio de colaboración con la justicia brasileña, Alexandrino Alencar, el ejecutivo al frente del cabildeo de Odebrecht que tantas veces acompañó a Lula en viajes internacionales, admitió que las conferencias de Lula fueron un invento de Odebrecht como una forma de remuneración legal por lo que hizo “durante años por el grupo”, confesó el exdirector de relaciones institucionales.
El precio de las conferencias se fijó en $200,000 dólares, basado en lo que cobraba el expresidente Bill Clinton. “Hice más que Bill Clinton, entonces merezco por lo menos lo mismo”, declaró Lula a la Policía Federal.
Otros clientes comenzaron a contratar las conferencias de Lula da Silva, llegando a un total de 72 conferencias e ingresos de $14 millones de dólares entre 2011 y 2015, según datos del Instituto Lula. Del total de conferencias, 30 fueron contratadas por empresas involucradas en el caso Lava Jato, en su mayoría grandes constructoras brasileñas.
“La conferencia que más me llamó la atención fue en Cuba, donde él habló de ‘La experiencia brasileña en la atracción de inversiones: el estado como inductor, socio y facilitador’, ¿imagínese hacer en Cuba una conferencia para activar el espíritu empresarial?”, dijo Alencar a los fiscales sin poder disimular una sonrisa.
Epílogo
En 2016, los expresidentes Lula da Silva -ya con la justicia pisándole los talones- y Dilma Rousseff volvieron a Cuba para asistir a los funerales de Fidel Castro.
En 2018, Lula fue condenado a 12 años de cárcel por corrupción y blanqueo de dinero. El destino del expresidente depende ahora de una apelación que tramita en la Corte Suprema.
Tiene prohibido salir de Brasil.
¿Alcanzó a Cuba el mayor caso de sobornos internacionales de la historia? ¿Extendió Odebrecht su modelo ilícito a los negocios en la isla? ¿Cuánto costó el Puerto del Mariel ejecutado por el gigante de la construcción brasileña? La serie de reportajes “Los oscuros negocios de Odebrecht en Cuba” que comienza a publicar Martí Noticias, busca respuestas a estas y otras interrogantes siguiéndole los pasos a la compañía desde que arribó al país, entre 2007 y 2008, conducida por Hugo Chávez y Lula da Silva. Para reconstruir esa trayectoria, la investigación periodística revisó centenas de páginas de documentos sacados a la luz a raíz de la operación Lava Jato, que investiga la megatrama de corrupción destapada en Brasil y extendida a al menos 12 países de la mano de Odebrecht. Tras el examen de acusaciones de la fiscalía brasileña, auditorías del Tribunal de Cuentas de la Unión, pericias de correspondencia capturada por la policía, demandas en tribunales, videos de las delaciones premiadas de ejecutivos de Odebrecht y políticos brasileños y cables diplomáticos desclasificados relacionados a Cuba, Odebrecht y las operaciones de crédito para el Mariel, además de decenas de reportajes de la prensa brasileña, la serie consolida un retrato actual y revelador de todo lo que se sabe hasta la fecha de los obscuros negocios de Odebrecht en Cuba. De acuerdo al director de Transparency International en Brasil, Bruno Brandão, los pilares para la expansión internacional de la corrupción de Odebrecht fueron: privilegios concedidos a la empresa en Brasil, la diplomacia del ex presidente Lula da Silva para facilitar su actuación en el exterior y la concesión de créditos del banco de fomento brasileño para obras internacionales. La pesquisa periodística muestra cómo todas esas condiciones se dieron en el caso cubano. El cuadro se agrava cuando se tiene en cuenta que Odebrecht fue nombrada por el gobierno cubano para ejecutar el Mariel sin pasar por licitaciones, sumado a la inexistencia en Cuba de órganos independientes de fiscalización del estado y un factor no menos importante: dirigieron los negocios en Cuba los mismos ejecutivos que admiten hoy haber pagado sobornos en República Dominicana, Angola, Perú y otros países de América Latina y África, como parte del modus operandi de expansión de la compañía. |