El 16 de abril de 1962 un disparo segó la vida de Osvaldo Ramírez, insurgente cubano que se levantó en armas contra Fidel Castro. El proyectil cortó la trayectoria del cubano que subió a las montañas del Escambray para evitar, con la lucha armada, que en su país se instaurara un sistema comunista.
Osvaldo Ramírez avizoró que las intenciones de los recién llegados al poder en Cuba en 1959 vaticinaban una etapa negra para la historia del país y creyó firmemente que las armas y la guerra eran las únicas vías posibles para sacarlos del poder.
Dejó atrás casa, familia y comodidades y en unión de otros cubanos que compartían sus convicciones tomó las montañas. Así lo han contado los sobrevivientes de la lucha en el Escambray que compartieron con Osvaldo Ramírez los rigores de la montaña, las persecuciones y el fuego cerrado de los cercos milicianos contra los insurgentes.
La confrontación contra el comunismo cuenta con una larga lista de nombres de cubanos que como Osvaldo Ramírez, Julio Emilio Carretero, Tomás San Gil y otros tantos, entendieron de inmediato que había que tomar el camino de la lucha y sin vacilaciones se internaron en las montañas secundados por muchos campesinos y jóvenes humildes.
Fidel Castro convirtió en sus discursos al rebelde Ramírez en un ‘bandido’ de la peor especie y ordenó la persecución y su eliminación a cualquier precio. La historia oficial de Cuba lo ha recogido así y a más de cinco décadas de la muerte del luchador anticomunista, las nuevas generaciones en la isla poco conocen de la verdadera motivación de hombres que como él perdieron la vida en los combates desiguales por liberar a Cuba de una larga noche.
Eduviges Zúñiga decidió en agosto de 1960 enfilar sus pasos tras las huellas de Osvaldo Ramírez. Sintió total simpatía por el guerrero que desde el momento que tomó el camino de la lucha no admitió ningún tipo de arreglo con Fidel Castro y sus simpatizantes.
Estrella Cuéllar, su viuda recuerda la época en que Osvaldo Ramírez era perseguido y ella junto a sus cuatro hijos soportaba en la ciudad la vigilancia perenne, los allanamientos de morada, los desprecios y los insultos por ser “la mujer del bandido”. Remonta su recuerdo al momento que lo pudo ver por última vez en diciembre de 1961 y destaca que ya después se le hizo muy difícil subir a las montañas porque la vigilancia sobre ella era muy fuerte y temía que sus pasos delataran la posición de la guerrilla.
Se cerraron los caminos del encuentro del guerrero con la esposa y los hijos y según destaca Estrella: “Después nos dijeron de su muerte pero nunca nos dieron su cuerpo para darle sepultura,”.
Estrella destaca que la familia se cansó de hacer gestiones de todo tipo para que al menos le dijeran el lugar de la tumba donde lo sepultaron y jamás hubo una información de eso”.
Los que sobrevivieron aquellas jornadas y compartieron con Osvaldo Ramírez el rigor de la lucha, lo recuerdan como el aguerrido cubano que decidió no pactar nunca con el enemigo, desconfiar de cualquier propuesta de un adversario que consideró tramposo y taimado. Lo conocieron como el hombre que trazó una cruzada contra el comunismo con la ayuda de sus coterráneos, hombres humildes, campesinos que no tenían nada que perder como dijera el guerrillero Eduviges Zúñiga cuando le preguntaron por qué se fue a las montañas a luchar.
Osvaldo Ramírez forma parte del grupo de insurgentes ejemplares que dieron su vida porque Cuba tuviera una historia diferente a la que ha tenido en estos últimos cincuenta años. En Miami le honran y recuerdan sus hijos, sus amigos y los compatriotas que como él intentaron con todas las fuerzas y la mejor intención, la búsqueda de una patria sin tiranía, ni totalitarismo.
Osvaldo Ramírez avizoró que las intenciones de los recién llegados al poder en Cuba en 1959 vaticinaban una etapa negra para la historia del país y creyó firmemente que las armas y la guerra eran las únicas vías posibles para sacarlos del poder.
Dejó atrás casa, familia y comodidades y en unión de otros cubanos que compartían sus convicciones tomó las montañas. Así lo han contado los sobrevivientes de la lucha en el Escambray que compartieron con Osvaldo Ramírez los rigores de la montaña, las persecuciones y el fuego cerrado de los cercos milicianos contra los insurgentes.
La confrontación contra el comunismo cuenta con una larga lista de nombres de cubanos que como Osvaldo Ramírez, Julio Emilio Carretero, Tomás San Gil y otros tantos, entendieron de inmediato que había que tomar el camino de la lucha y sin vacilaciones se internaron en las montañas secundados por muchos campesinos y jóvenes humildes.
Fidel Castro convirtió en sus discursos al rebelde Ramírez en un ‘bandido’ de la peor especie y ordenó la persecución y su eliminación a cualquier precio. La historia oficial de Cuba lo ha recogido así y a más de cinco décadas de la muerte del luchador anticomunista, las nuevas generaciones en la isla poco conocen de la verdadera motivación de hombres que como él perdieron la vida en los combates desiguales por liberar a Cuba de una larga noche.
Eduviges Zúñiga decidió en agosto de 1960 enfilar sus pasos tras las huellas de Osvaldo Ramírez. Sintió total simpatía por el guerrero que desde el momento que tomó el camino de la lucha no admitió ningún tipo de arreglo con Fidel Castro y sus simpatizantes.
Estrella Cuéllar, su viuda recuerda la época en que Osvaldo Ramírez era perseguido y ella junto a sus cuatro hijos soportaba en la ciudad la vigilancia perenne, los allanamientos de morada, los desprecios y los insultos por ser “la mujer del bandido”. Remonta su recuerdo al momento que lo pudo ver por última vez en diciembre de 1961 y destaca que ya después se le hizo muy difícil subir a las montañas porque la vigilancia sobre ella era muy fuerte y temía que sus pasos delataran la posición de la guerrilla.
Se cerraron los caminos del encuentro del guerrero con la esposa y los hijos y según destaca Estrella: “Después nos dijeron de su muerte pero nunca nos dieron su cuerpo para darle sepultura,”.
Estrella destaca que la familia se cansó de hacer gestiones de todo tipo para que al menos le dijeran el lugar de la tumba donde lo sepultaron y jamás hubo una información de eso”.
Los que sobrevivieron aquellas jornadas y compartieron con Osvaldo Ramírez el rigor de la lucha, lo recuerdan como el aguerrido cubano que decidió no pactar nunca con el enemigo, desconfiar de cualquier propuesta de un adversario que consideró tramposo y taimado. Lo conocieron como el hombre que trazó una cruzada contra el comunismo con la ayuda de sus coterráneos, hombres humildes, campesinos que no tenían nada que perder como dijera el guerrillero Eduviges Zúñiga cuando le preguntaron por qué se fue a las montañas a luchar.
Osvaldo Ramírez forma parte del grupo de insurgentes ejemplares que dieron su vida porque Cuba tuviera una historia diferente a la que ha tenido en estos últimos cincuenta años. En Miami le honran y recuerdan sus hijos, sus amigos y los compatriotas que como él intentaron con todas las fuerzas y la mejor intención, la búsqueda de una patria sin tiranía, ni totalitarismo.