El paro nacional de este 21 de noviembre en Colombia en contra de las reformas del gobierno de Iván Duque terminaron en disturbios y vandalismo en algunas ciudades del país.
Encapuchados atacaron la fuerza pública en la ciudad de Bogotá cuando intentaban ingresar a los edificios públicos de la plaza de Bolívar. También se registraron daños a otros bienes públicos de la ciudad.
El alcalde Enrique Peñalosa señaló que “todos los recursos que se destinan a las reparaciones de los actos vandálicos necesariamente implican quitarle recursos a los servicios que presta el gobierno, principalmente a los ciudadanos menos favorecidos”.
Peñalosa confirmó que en horas de la tarde resultaron afectadas por los disturbios 14 estaciones de transmilenio y 19 buses de la misma entidad en Bogotá.
Según el director de la policía, el general Óscar Atehortúa, en un reporte público sobre los hechos ocurridos, se lograron identificar “28 policías lesionados, especialmente en la ciudad de Cali”. El general resaltó que “los vándalos querían empañar la protesta pacífica que se estaba generando en la ciudad”.
La situación en Cali escaló a otro nivel, con saqueos a los comercios y daños a los bienes públicos de la ciudad.
Toque de Queda
Debido a la situación que se presentó en la ciudad de Cali, el alcalde Maurice Armitage declaró el toque de queda a partir de las 7 de la noche hasta las 6 de la mañana del viernes. Sin embargo, la medida fue violada por muchos ciudadanos, y en diferentes barrios y viviendas de la ciudad ocurrieron robos.
A través de internet, los caleños denunciaron como fueron víctimas de robos y asaltos a sus viviendas, sobre todo los apartamentos localizados en los primeros pisos.
Algunos ciudadanos decidieron armarse y salir a las calles a defender sus propiedades pese al toque de queda.
Para la media noche, según la alcaldía de la ciudad, Cali se encontraba militarizada para proteger la integridad y seguridad de sus residentes.
Las protestas continuaron durante la noche en barrios residenciales de Bogotá y otras ciudades colombianas con el llamado "cacerolazo".
Lo que comenzó en las ventanas de los edificios con ciudadanos expresando a golpes de cacerola su descontento con el actual gobierno, terminó en las calles con manifestantes que usaban utensilios de cocina y pitos para fortificar su protesta.
Al final de la noche, Duque reconoció la actitud de los ciudadanos que rechazaron el vandalismo y resaltó el valor de la manifestación pacífica con la “intención legítima de hacer escuchar su voz”, a pesar de los actos de violencia perpetrados en el país.
