El general Raúl Castro habló en la reciente Cumbre de las Américas en Panamá sobre internet y lo hizo para hacer unas declaraciones ambivalentes que muestran la aproximación temerosa que el régimen hace hacia este campo. Por un lado acepta los beneficios que puede traer la conectividad, pero no deja de advertir que es también un instrumento que tiene "muchas cosas malas", sobre todo –entendemos– por lo que respecta al futuro de su supervivencia.
Con el general cubano podemos estar de acuerdo: Internet puede traer cosas malas y sobre ello se ha escrito mucho. Pero lo cierto es que en ningún caso será tan malo como para negar el beneficio de un mayor flujo de información, de la posibilidad que ofrece esta vía a las personas para comunicarse entre ellas y de establecer una autoorganización, eludiendo el control de un poder central.
Si por algo es revolucionario internet es por su capacidad de otorgar a las personas una libertad de gestión con la que antes no contaban. Pueden ofrecer servicios y llegar a un mercado potencial desde su propias casas. Y subrayamos: Desde sus propias casas.
El gran impacto de internet sobre la economía solo puede ser posible si la conectividad llega a los hogares, lugares desde los que se hacen hoy en día millones de transacciones comerciales todos los días. Millones de personas conectadas desde casa son un elemento que dinamiza la economía, beneficia a los emprendedores y hace la vida más sencilla a todo el mundo. Los cubanos se están dando cuenta de ello y lo vemos en iniciativas que aparecen cada día, muchas en una absurda condición de clandestinaje.
Lo irrefutable es que vivimos mejor conectados que desconectados. Y por supuesto que existen muchos riesgos relacionados con las redes, pero esos riesgos nunca serán lo suficientemente poderosos como para que encontremos evasivas para el uso de estas nuevas tecnologías y su integración en nuestras vidas.
Lo que en realidad vino a evidenciar el general Raúl Castro en la Cumbre de Panamá es que el régimen considera negativo el descontrol informativo que puede suponer que cualquiera pueda acceder a las redes y usarlas como plataforma libre de expresión.
Una sociedad acostumbrada a que los medios masivos de comunicación estén en manos de órganos estatales puede cambiar bastante si de pronto pasa a otro modelo, aquel en el que cada ciudadano con acceso en la red se convierte en un medio de comunicación emisor de sus propios mensajes.
Es evidente que Raúl Castro no está muy convencido de que internet sea algo bueno. Hasta el momento, la inexistencia de este canal de comunicación no ha hecho nada más que beneficiar el sistema sobre el que se asienta su régimen. El establecimiento de una tiranía de corte estalinista como la cubana habría sido muy difícil en una sociedad interconectada.
Miles de personas con capacidad de interacción al mismo tiempo desde lugares distintos es un capital poderoso para el cambio. Esto es lo que Raúl Castro considera "muy malo" para el futuro de su régimen.
Y también es por esta razón que todavía está lejos el día en que el Gobierno de la Isla se decida a abrir ese canal de comunicación para todos los cubanos.
