Los políticos cubanoamericanos, Bob Menendez y Marco Rubio, integran el reducido grupo de ocho senadores, cuatro demócratas y cuatro republicanos, que anunciaron este lunes una propuesta bipartidista para lograr una reforma migratoria.
El selecto grupo, compuesto por influyentes figuras de ambos partidos lo integran por el lado demócrata: Dick Durbin, Chuck Schumer, Bob Menéndez, presidente del comité de Relaciones Exteriores y Michael Bennet, presidente del Comité de Campaña Senatorial Demócrata; y por el republicano: el excandidato presidencial John McCain, Lindsey Graham, Jeff Flakey y Marco Rubio, siendo este último una pieza clave de su partido para conquistar el voto latino.
El acuerdo marco de reforma migratoria que incluye una vía para dar la ciudadanía a 11 millones de indocumentados en Estados Unidos, con condiciones previas, propone "crear un camino a la ciudadanía para los inmigrantes sin autorización, supeditado a que la frontera sea segura y se luche contra la violación del plazo de un visado"
La iniciativa fue dada a conocer un día antes de un discurso al respecto que pronunciará el martes en Las Vegas (Nevada) el presidente Barack Obama, quien tuvo una primera reacción positiva, según señaló la Casa Blanca.
Los senadores mostraron optimismo en que la reforma pueda lograrse este año, aunque admitieron que aún son muchos los obstáculos a superar.
"Aún nos queda un largo camino por recorrer, pero esta hoja de ruta bipartidista es un gran logro", dijo el senador demócrata Charles Schumer, en una rueda de prensa junto a varios de los autores del acuerdo.
Schumer dijo que la intención es que estos principios desemboquen en un proyecto de ley que se presente en marzo y que "pueda aprobarse en el Senado hacia finales de la primavera o en el verano (boreal)". "Creemos que este será el año en que finalmente el Congreso lo logre", dijo.
"Hoy se ha dado un importante primer paso en lo que será una ruta complicada. (...) Pero pensamos que tenemos una oportunidad de hacerlo bien", dijo el republicano Marco Rubio.
La ciudadanía era hasta ahora uno de los principales puntos de desacuerdo entre republicanos (que dominan la Cámara de Representantes) y demócratas (Senado).
Los republicanos, tras la derrota electoral de noviembre, aceptaron que era necesario hablar de una legalización, pero se resistían a hablar de una vía clara para convertir a esos indocumentados en ciudadanos, y por lo tanto en futuros votantes.
"El Partido Republicano está perdiendo el apoyo de los hispanos", reconoció el republicano John McCain.
Los senadores dijeron que la vía para formalizar a los inmigrantes sin papeles será "dura pero justa", y que podría tomar años. Además estará supeditada a resultados tangibles de seguridad en la frontera, donde aún queda trabajo por hacer, recordó McCain, senador por Arizona, un estado fronterizo con México donde se produce el mayor número de arrestos de ilegales.
Pero al instante de que se apruebe la reforma los sin papeles obtendrán "el derecho a quedarse y trabajar", dijo Schumer.
Los indocumentados tendrán que ponerse a la cola de espera para obtener los papeles en regla, aunque dos categorías quedarían a salvo de este tiempo largo de espera: los jóvenes del Dream Act, o sea que entraron en el país sin papeles pero sin saberlo, y los trabajadores agrícolas.
Dese 1986 no se acomete una reforma migratoria en EEUU, cuando bajo la presidencia del republicano Ronald Reagan se aprueba el Acta de Control y Reforma Migratoria, una amplia amnistía para los indocumentados que cumplieran ciertas condiciones, con la que cerca de 3 millones de inmigrantes se beneficiaron.
El intento de reforma migratoria integral ha fracasado en varias ocasiones en los últimos años en el Congreso, la última en 2007.
El selecto grupo, compuesto por influyentes figuras de ambos partidos lo integran por el lado demócrata: Dick Durbin, Chuck Schumer, Bob Menéndez, presidente del comité de Relaciones Exteriores y Michael Bennet, presidente del Comité de Campaña Senatorial Demócrata; y por el republicano: el excandidato presidencial John McCain, Lindsey Graham, Jeff Flakey y Marco Rubio, siendo este último una pieza clave de su partido para conquistar el voto latino.
El acuerdo marco de reforma migratoria que incluye una vía para dar la ciudadanía a 11 millones de indocumentados en Estados Unidos, con condiciones previas, propone "crear un camino a la ciudadanía para los inmigrantes sin autorización, supeditado a que la frontera sea segura y se luche contra la violación del plazo de un visado"
La iniciativa fue dada a conocer un día antes de un discurso al respecto que pronunciará el martes en Las Vegas (Nevada) el presidente Barack Obama, quien tuvo una primera reacción positiva, según señaló la Casa Blanca.
Los senadores mostraron optimismo en que la reforma pueda lograrse este año, aunque admitieron que aún son muchos los obstáculos a superar.
"Aún nos queda un largo camino por recorrer, pero esta hoja de ruta bipartidista es un gran logro", dijo el senador demócrata Charles Schumer, en una rueda de prensa junto a varios de los autores del acuerdo.
Schumer dijo que la intención es que estos principios desemboquen en un proyecto de ley que se presente en marzo y que "pueda aprobarse en el Senado hacia finales de la primavera o en el verano (boreal)". "Creemos que este será el año en que finalmente el Congreso lo logre", dijo.
"Hoy se ha dado un importante primer paso en lo que será una ruta complicada. (...) Pero pensamos que tenemos una oportunidad de hacerlo bien", dijo el republicano Marco Rubio.
La ciudadanía era hasta ahora uno de los principales puntos de desacuerdo entre republicanos (que dominan la Cámara de Representantes) y demócratas (Senado).
Los republicanos, tras la derrota electoral de noviembre, aceptaron que era necesario hablar de una legalización, pero se resistían a hablar de una vía clara para convertir a esos indocumentados en ciudadanos, y por lo tanto en futuros votantes.
"El Partido Republicano está perdiendo el apoyo de los hispanos", reconoció el republicano John McCain.
Los senadores dijeron que la vía para formalizar a los inmigrantes sin papeles será "dura pero justa", y que podría tomar años. Además estará supeditada a resultados tangibles de seguridad en la frontera, donde aún queda trabajo por hacer, recordó McCain, senador por Arizona, un estado fronterizo con México donde se produce el mayor número de arrestos de ilegales.
Pero al instante de que se apruebe la reforma los sin papeles obtendrán "el derecho a quedarse y trabajar", dijo Schumer.
Los indocumentados tendrán que ponerse a la cola de espera para obtener los papeles en regla, aunque dos categorías quedarían a salvo de este tiempo largo de espera: los jóvenes del Dream Act, o sea que entraron en el país sin papeles pero sin saberlo, y los trabajadores agrícolas.
Dese 1986 no se acomete una reforma migratoria en EEUU, cuando bajo la presidencia del republicano Ronald Reagan se aprueba el Acta de Control y Reforma Migratoria, una amplia amnistía para los indocumentados que cumplieran ciertas condiciones, con la que cerca de 3 millones de inmigrantes se beneficiaron.
El intento de reforma migratoria integral ha fracasado en varias ocasiones en los últimos años en el Congreso, la última en 2007.