“Llegó la hora de recapitular. Hay que ir haciendo las maletas. Desaparecer es una actividad ingrata que solo se justifica porque es la única prueba irrefutable de que hemos vivido. Si la vida fuera eterna, sería otra cosa muy cercana a las pesadillas”, así comienza Carlos Alberto Montaner el “prólogo para un epílogo” de su libro de memorias, Sin ir más lejos, que presentara este martes en el Interamerican Institute for Democracy (IID).
Varios de los miembros del IDD (Beatrice Rangel, María Fernanda Egas, César Vidal, Tomás Regalado, Oscar García Mendoza y Carlos Sánchez Berzaín) comentaron el libro, elogiaron la labor y la personalidad de Montaner y contaron anécdotas de su relación con el prominente intelectual y activista político, nacido en La Habana el 3 de abril de 1943 y quien en 1961 lograra escapar de una prisión castrista para menores, comenzando así el largo exilio que ha marcado su vida.
“Desde mi particular rincón existencial, Carlos Alberto Montaner llena un espacio muy importante. Porque yo pertenezco a esa generación que sucumbió ante la narrativa de la Revolución cubana. Además yo tenía al gran panfletario de esa generación en mi casa, porque mi padre murió creyendo en la Revolución cubana, y el símbolo de esto era el Che Guevara”, declaró Beatrice Rangel.
La política y politóloga venezolana, relató que en su etapa universitaria, luego de participar en protestas, “cuya intención era cambiar el mundo”, resolvió militar en la Social Democracia.
“Y cuando ya estaba agotada con el estudio de los líderes del socialismo democrático, cayó en mis manos un artículo de Firma Press [fundado por Montaner] firmado por Montaner. El texto más o menos delineaba la contradicción entre la redención del hombre y la supresión de la libertad. Comencé a pensar entonces que la prioridad absoluta para América Latina era obtener la libertad, jamás experimentada en ese territorio y siempre secuestrada”, reconoció Rangel.
Según la exministra del gobierno de Carlos Andrés Pérez, “gracias a ese vuelco” su partido [Acción Democrática] decidió que se ocupara de organizar las verbenas con que celebraba el aniversario de su fundación”.
“Y ahí, a través de las verbenas, conocí a fondo el pueblo venezolano. Cuando llegó el momento de participar en la formulación de políticas públicas, me incliné hacia la libertad. Y aún cuando la propuesta no fue exitosa -ya que el gobierno del que formé parte fue desalojado del poder por los intereses del clientelismo- constaté la exactitud de los argumentos de Montaner: la única forma de realmente lograr el progreso es a través de la libertad. Y la libertad demanda que dejemos a un lado las ideologías”, defendió la activista y consultora.
Montaner, elegido por la revista Foreign Policy como uno de los 50 intelectuales más influyentes de Iberoamérica, fue vicepresidente de la Internacional Liberal durante 20 años. Con una treintena de libros de ensayo (Viaje al corazón de Cuba, La libertad y sus enemigos, Las raíces torcidas de América Latina) y ficción (La trama, Otra vez adiós, La mujer del coronel, Tiempo de canallas), es sin dudas uno de los autores cubanos más reconocidos a nivel mundial. Desde hace varias décadas millones de personas leen su columna semanal y escuchan sus comentarios radiales en más de medio centenar de medios de habla hispana, entre diarios, emisoras radiales y televisoras.
“Sus memorias son un testimonio de cómo el comunismo tomó por sorpresa a los cubanos, de tantas historias de gente noble, valiosa, valiente y patriota. Es la historia de la resistencia cubana que poco reconocimiento ha recibido por parte de los demócratas y los luchadores de la libertad del mundo. Y es el testimonio de aquella promesa que se hizo Carlos Alberto al salir de su amada Cuba: luchar por su libertad”, precisó la periodista ecuatoriana María Fernanda Egas.
En el concurrido evento, homenaje a la vez del IID a la trayectoria de su ilustre miembro, quien presidió el instituto desde 2015 hasta 2018, Egas habló de los valores de la visión política de Montaner, de las características literarias de su obra y del empleo del humor como recurso recurrente en sus discursos y escrituras de diversos géneros.
“Desde el principio de las memorias podemos disfrutar de un sentido del humor, que es una forma de inteligencia y además un recurso artístico. Adentrándonos en su formación como escritor, aprendemos que ese recurso no es una casualidad sino una deliberada elección en su formación. ¿Es el humor un componente de su resistencia a la dictadura? ¿Es ese humor, que leemos en cada página y que también lo podemos escuchar en los discursos de Montaner, una forma de sobrevivir?”, preguntó Egas.
“El humor es consustancial a mi persona. Quizás se practica en la familia de una manera muy intensa. Quizás lo aprendí de mi padre que era un humorista muy notable en su vida diaria. A lo mejor quise emular con él”, respondió Montaner, quien en el evento compartió cuánto le ha servido la sugerencia de Karen Hollihan, exrelacionista pública del IID, de no esconder la enfermedad de Parkinson que padece. “Hago perfectamente en hacerle caso porque efectivamente es lo correcto no ocultar esas cosas. Y decirlas y se acabó y no pasa nada”, expresó el autor de La última batalla de la guerra fría y Los cubanos. Historia de Cuba en una lección.
Egas, exiliada política del gobierno de Rafael Correa, mencionó los constantes ataques, por parte el régimen cubano, a la imagen y el trabajo de Montaner. “Los perseguidos políticos cubanos, que los vamos conociendo a través de la historia de vida de Carlos Alberto, algunos sobreviven, algunos no, fueron los primeros en sufrir aquellos actos de repudio y asesinatos de la reputación, que hoy los regímenes castrochavistas replican, incluso a través de las redes sociales (…). En sus memorias, Carlos Alberto se da el gusto de desmentir al G2 cubano (policía política) contando la historia de primera mano. Sin tener necesidad de hacerlo, pues su trayectoria y su honradez hablan por él mismo”, resaltó.
A la pregunta de si guarda algún rencor a la falta de solidaridad por parte de los gobiernos y naciones de la región con la causa de la libertad de Cuba, Montaner confesó que no existe rencor: “Lo que sucede es que hay una hostilidad permanente del gobierno hacia mí y de mí hacia el gobierno, hacia la dictadura de los Castro, en este caso de Raúl porque Fidel ya desapareció”.
“Incluso he llegado a pensar que he sido muy afortunado en poder salir de Cuba y hacer mi vida fuera de Cuba. No tengo ningún problema personal con la dictadura de Cuba, no me quitaron nada porque yo no tenía nada. Lo único que trataron fue de desacreditarme. Yo creo que no lo han logrado. El aparato de difamación del gobierno es constante pero no creo que eso la gente lo tome en serio. El agente de la CIA que me han dicho que yo soy, o terrorista o que ponía bombas en los cines, eso es ridículo porque yo me he opuesto a todo eso durante toda la vida”, reveló el autor, quien en 2010 recibió en Madrid el Premio Juan de Mariana por una vida dedicada a la defensa de la libertad, y en México en 2019 TV Azteca le otorgó el Caminos de Libertad.
En sus palabras sobre Montaner, el politólogo uruguayo y profesor de Ciencias Políticas y Sociología en universidades de Estados Unidos, Luis Fleischman, recordó a los presentes que “Cuba es un país que ha destruido la humanidad de la gente. Un Estado totalitario que ha eliminado cualquier expresión individual” y que ante esto Montaner “representa la defensa de las ideas liberales”, manifestó el autor de América Latina en la era post-Chávez: la amenaza a la seguridad en los Estados Unidos.
“Las ideas de Carlos Alberto Montaner son siempre muy iluminantes y yo realmente aprendo muchísimo de él cada vez que leo algo. Pero lo más importante es la personalidad de Carlos Alberto y qué es lo que él irradia en sus escritos. Y lo que yo veo es no solamente un compromiso con la democracia sino también un humanismo verdadero. No hay ninguna demagogia. Es realmente un auténtico liberal que cree en la democracia. Un humanista”, afirmó el también asesor del Proyecto de Seguridad Hemisférica por el Centro de Política de Seguridad en Washington.
Fleischman, de origen judío, agradeció que Montaner haya mantenido siempre una “sensibilidad especial” hacia el pueblo judío. “Uno de los Estados más difamados del mundo es obviamente el Estado de Israel y Montaner ha sido siempre un defensor del Estado de Israel, que ha sido víctima de difamaciones muy serias, donde no existe prácticamente la verdad”.
Montaner “es un ejemplo de que toda regla tiene excepción. Yo sigo insistiendo en que la política es la actividad en la que se hacen amigos de mentira y enemigos de verdad. Pero es precisamente la política, el exilio político, el que me permite hacer un amigo de verdad, don Carlos Alberto Montaner. Porque yo encuentro en él, el modelo de lo que es el exiliado político”, dijo el abogado, político y catedrático boliviano, exiliado en Estados Unidos, Carlos Sánchez Berzaín.
“Me quedo con el amigo. Es un militante de la esperanza. Para Montaner no hay imposibles. Es un ejemplo de lealtad. Pero sobre todo es un profeta de la solidaridad”, concluyó el politólogo.
En Sin ir más lejos, publicado por la colección Debate de Penguin Randon House, Montaner escribe sobre álgidos momentos de la Revolución cubana y sus exilios, su peregrinaje de más de medio siglo entre Miami, Puerto Rico y Madrid, entre otros temas recurrentes en su obra. Para no pocos, éstas memorias son también una historia de la Cuba contemporánea y su larga diáspora.
“No recuerdo un solo día en el que esa isla no hubiera estado presente en mí de alguna forma. Siempre ha existido una llamada, una noticia, un visitante, un artículo, un libro, una entrevista, una firma colectica, una conversación, algo que me obligaba a recordar mi condición de exiliado y me retrotraía al centro del conflicto”, asevera el intelectual en sus memoriosas páginas.
Montaner, quien ha adelantado que sus dos próximos libros serán una obra teatral y una novela sobre Paul Lafargue y Laura Marx, una de las hijas de Karl Marx que se suicidara junto a su marido, pone punto final a sus memorias respondiendo a la pregunta: “¿Algún lamento especial antes de partir?”.
“Sí, no haber visto una Cuba libre y encaminada hacia la prosperidad. Me habría gustado cerrar los ojos por última vez en la tierra en que nací. Para lograrlo “hice lo que pude”, leyenda que el filósofo [español] Julián Marías sugirió que le pusieran en su tumba. Me gustaría reproducir ese epitafio en la mía: “Hice lo que pude”. Sin duda, no fue suficiente”, así termina, en la página 396, Sin ir más lejos.