La Habana que se derrumbó en 1959 no cabe en la etiqueta de un género literario. Un ‘Marielito’, un hombre que no perdió la esperanza, esperó 37 años para escribir un libro de tres relatos largos donde más allá del desenfreno sexual respira una ciudad que encandiló a varias generaciones de creadores. Se llama Jorge Posada, vive y traduce en Miami y en este noviembre se estrena como autor cubano.
Tres relatos eróticos componen ese retrato que Posada ha liberado con sus manos, como quien se deshace de un recuerdo, una culpa, un tizón encendido.
“Culos habaneros” es la última producción de la joven Editorial Hypermedia, que apuesta cada día por voces diferentes y contenidos que se construyen sobre sí mismos: el recuerdo, las ausencias y el desastre de un país que transitó de la mordaza al grito y del estruendo al silencio más asombroso.
El primer relato de Posada apunta en el sentido del título del libro. Desde la perspectiva de un niño, el protagonista se asombra de que tantos hombres en el sancocho tropical de La Habana admiraran las protuberancias traseras de su madre para irse directo a la obsesión por las jovencitas que se contoneaban como si cargara el país entero. El complejo de Edipo transfigurado en una búsqueda tenaz por las ofensas a la madre que empujaba a una Habana que ya languidecía.
La Habana de Bohemia, Carteles, Vanidades, Cinegráfico y Romances son el terreno de fértil de un ojo avizor, en un adolescente que va a gozar un submundo que ha estallado en sus manos.
La decadencia que vino con la imposición comunista en el breve periodo de 1959 a 1963 bastó para que desaparecieran los encantos de una capital que se desmoronó cuando ya sobresalía como una de las ciudades más codiciadas de las Américas.
¿Posada o el engendro de personaje que se pasea por este apretado cuaderno de cuentos? Los dos y uno a la vez: el antropólogo y el narrador obsesivo; el animal habanero y el sobreviviente que asoma la cabeza luego del bombardeo.
Hay un dejo del Cabrera Infante de los “TTT”, un regusto perdonable de las correrías –al revés- de un Reinaldo Arenas que se convertiría en el fugitivo más estridente de la literatura cubana, más allá de los apalencados y rancheadores del siglo XX. Posada mira desde la colina de los que observan “la matazón”, por eso escribe, por eso la larga espera en ese condumio de erotismo tropical.
En el segundo y tercer relatos “Tiroteo en Radio Centro” y “El amanecer más bello del mundo”, la narrativa gana espacio línea a línea, a punta de anécdotas bien contadas: una felación, el descubrimiento de la candidez de una joven desperdigada del mundo, la alucinación por el sexo del Otro y la frontera mínima entre un actante y un ‘voyeur’, son todo el compuesto de este final de libro.
Los cuentos de Posada tienen el gusto de quien sin presumir de erudito evoluciona hacia el que se sabe dueño de una información marginalizada.
No hay Estado que pueda esconder la maldad de arrasar con un país. Cada nombre de las actrices que hicieron época, cada cartelera cayéndose a pedazos o cada ordenanza desde Palacio para echar abajo las ganas de una sociedad que ya se sentía libre, es recorrida por este personaje que una vez que muda de la adolescencia más pintoresca hasta la juventud más cruel no deja huella alguna.
El libro es una manera de hablar de un país borrado a fuerza de ordenanzas. El miedo se respira aquí. Licores, comidas gourmets, gestos amanerados de las divas de la tarde: todo cae ante los ojos del lector que ha dejado de mirar a las nalgas contoneantes de una cubana para atender al pistoletazo de un uniformado, un discurso, una manera de cerrar una puerta como quien reinscribe un país a la fuerza.
La Editorial Hypermedia invita a la presentación del libro el 17 de noviembre a las 7:30 de la noche en la librería Altamira, 219 Miracle Mile, Coral Gables.