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Un paso más y te robo


El título de este artículo es una parodia del famoso slogan “Un Paso Más y Llegamos”. Así decía el lema del glorioso equipo de béisbol cubano en la era de la pelota profesional, los Cuban Sugar Kings o como se le conocíanen Cuba, Los Reyes del Azúcar. El creador de esa campaña fue su dueño Roberto “Bobby” Maduro.

El gobierno de Cuba constantemente le exige cambios a EEUU, sin embargo, jamás los castristas han cedido en su posición.

Entre los pedidos norteamericanos, uno de los principales es que se devuelvan las propiedades que les fueron confiscadas a los ciudadanos de esta gran nación. Luego más tarde deben de hacer lo mismo con el resto de los cubanos que tuvieron que marcharse del país.

Esto me lleva al mensaje del comienzo de este trabajo.

Si existe una propiedad en Cuba que haya servido de más propaganda para el régimen no la conozco ni he escuchado de ella.

Es un lugar “sagrado” según el gobierno. Es la cuna de lo que ha sido la mejor campaña publicitaria a través de los años de mandato. Los logros obtenidos o nacidos allí han servido para crear mitos y leyendas. Desde el principio de la revolución Castrista, fue un artífice de relaciones públicas.

Me refiero al estadio de béisbol que todos conocen. Lo llaman “El Cerro”, “El Estadio del Cerro”, “El Coloso del Cerro”, “El Latinoamericano” o “El Latino”. Todo torneo internacional pasa por este terreno. Los partidos importantes de la isla son celebrados en este lugar.

El pueblo cubano tiene conocimiento de esta joya y lo venera como se venera un templo. Lo que desdichadamente ocurre es que la gran mayoría desconoce la verdadera historia.

El Gran Estadio de La Habana es su nombre original y su construcción comenzó en 1945 y terminó al siguiente año. Su inauguración ocurrió el 26 de octubre del 1946. Desafortunadamente en el año 1961 todo el esfuerzo de su creación, todo el dinero invertido, todo el espectáculo ofrecido a lo largo de su existencia, toda la historia icónica, fue arrebatada. La nueva dictadura se robó El Gran Estadio de La Habana.

Esta obra de arte fue el resultado del sueño de Bobby Maduro quien junto a su socio de negocios, el empresario Miguel Suárez y con la ayuda del publicista Emilio de Armas, lograron realizarlo. Su costo llegó a la suma de $2,000,000.

Las familias Maduro y Suárez fueron vilmente despojados de sus bienes y tuvieron que marcharse de su patria. Tristemente los familiares han sido testigos de cómo su gloriosa posesión sigue siendo objeto de felicitaciones por parte de otros gobiernos, a los ladrones que se las arrebataron a sus padres y abuelos.

Nunca ha existido un cuestionamiento hacia Cuba por el hurto de este estadio. Las familias jamás han sido contactadas ni tampoco se les ha dado el crédito meritorio.

Con el pasar del tiempo, el adoctrinamiento a base de mentiras y la llegada de nuevas generaciones, se legaliza el robo del Gran Estadio.

En estos momentos, Rob Manfred, el comisionado de las grandes ligas de béisbol está haciendo todo lo posible por rescatar la pelota cubana; la cual fué abolida por Fidel Castro, cuando la llamó “pelota rentada”. Irónicamente para Manfred, su aliado es Antonio Castro, el hijo de Fidel y zar de la pelota perteneciente a la Mayor de Las Antillas.

Cabildearon al gobierno de Obama, han viajado a Cuba, han llevado peloteros cubanos a impartir seminarios en el deporte. Todo este tiempo la mayor parte de las actividades han sido llevadas a cabo en dicho terreno. Sin embargo en ningún instante se ha mencionado nada de su historia ni de los antiguos dueños.

Estimo bochornoso que una entidad como las grandes ligas se haga de la “vista gorda” y no haya actuado en defensa de una persona que los representó y defendió hasta el último día de su vida y en este caso me refiero a Bobby Maduro.

Estimo que si los políticos norteamericanos; en especial los de descendencia cubana, en algún momento han pensado ponerle presión al gobierno castrista en lo que se refiere a la devolución de propiedades intervenidas, ese momento ya llegó.

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