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Venezuela, socialismo real a la cubana


Ramiro Valdés y Nicolás Maduro en La Habana.
Ramiro Valdés y Nicolás Maduro en La Habana.

La última farsa electoral chavista con el esperado fraude que ratifica a Nicolás Maduro en la gobernación, permite suponer que el país sudamericano se aproxima a la implantación de un régimen de control político y policial que reproducirá, en los aspectos fundamentales, las disposiciones que le han permitido a los hermanos Castro imponer en Cuba, un régimen de seis décadas.

La argamasa de Miraflores, el Fuerte Tiuna, los narcotraficantes y una boliburguersía en expansión usufructuaria de cuantiosas riquezas, forman una especie de guardia pretoriana muy difícil de derrotar, porque están obligadas a defender sus privilegios y evitar ir a la cárcel.

Por las condiciones antes expuestas las actividades económicas del sector asociado al régimen están exentas de medidas restrictivas y de controles que pudieran afectarle, sin embargo, los sectores económicos independientes de la mafia gubernamental sufrirán regulaciones más severas y aceleradas que los padecidos hasta el momento, afectándose gravemente su capacidad de sobrevivencia.

Sin dudas Hugo Chávez y su cancerbero Maduro, aprendieron del régimen cubano el uso de los mecanismos del Estado y del gobierno para conservar el poder y superar exitosamente los sucesivos fracasos, sin considerar los perjuicios humanos y sociales que causan el empecinamiento de gobernar bajo el patrón de un modelo fracasado y destructivo en todas sus puestas en escenas.

El control de la gestión económica para estos regímenes es básico, puesto que la oposición política necesita recursos para sus actividades, que al faltarles, afecta negativamente su capacidad operativa. La producción de riquezas desde las perspectivas de los émulos del castrismo, tiene que ser un monopolio del estado, entre otras motivaciones, porque dificulta y entorpece el surgimientos de grupos que les antagonicen.

Hay otros capítulos del castrismo, la forma más virulenta que conocemos del socialismo real, que posiblemente sean implementados o incrementado con extrema urgencia.

El régimen se enfocara en el control sistémico de la información y los medios que la divulgan, cierto que han avanzado mucho en ese sector pero le faltan espacios para asumirlo completamente sin obviar el reto que implica someter a las redes sociales. La censura nunca podrá ser absoluta, siempre restarán resquicio para los informadores libres que estén dispuestos a enfrentar las sanciones gubernamentales.

De vital importancia para la mafia chavista es dominar los diferentes componentes de la sociedad civil. El movimiento sindical, los colegios profesionales y otras entidades cívicas recibirán más atención gubernamental hasta imponer a sus partidarios en directivas definitivamente fieles al proyecto.

Por supuesto que en ese tejido social uno de los principales objetivos son los partidos políticos y sus dirigentes. Desacreditar y dividir a la oposición organizada es vital porque el debilitamiento culmina en la extinción de esos organismos a la vez que se fortalecen las condiciones para que solo quede en el escenario público el Partido de Gobierno y en el mejor de los casos sus aliados más incondicionales.

La batería de medidas que conducen al dominio absoluto no se agotan con lo anteriormente descrito y es que si la educación y la sumisión de las universidades revisten una importancia clave en el presente, adquieren un valor inestimable para el futuro del régimen. La educación se instrumenta con el objetivo de recrear un pasado que justifica las acciones del presente, prometiendo un porvenir en el que inexorablemente todos compartirán el paraíso prometido.

No obstante no se debe pasar por alto el control a la movilidad ciudadana y sus bienes, impuesto exitosamente en Cuba por Castro. Las restricciones de entrada y salida del país, la abolición de las herencias incluido el derecho de legar una vivienda o un auto, parecen medidas de menor cuantía, pero al ser tan personales, son particularmente intimidantes porque todos están en capacidad de sentir el peso del puño del estado.

Para complementar el mar de la Felicidad prometido por Chávez, la autocracia venezolana cuenta con la asesoría del régimen castrista, en particular, con los vastos conocimientos en control social y represión extrema de Ramiro Valdés, un personaje que ha asistido incontables veces con su experiencia represiva a la caterva de facinerosos que maneja el país sudamericano.

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    Pedro Corzo

    Pedro Corzo, Santa Clara, 1943. Trabajó en Radio Martí desde 1998 hasta el 2021. Conferencista y escritor. Residió en Venezuela durante doce años y colaboró allí en varios medios de información.

    Es presentador del programa Opiniones de WLRN, Canal 17 y columnista de El Nuevo Herald. Ha producido varios documentales históricos, entre ellos Zapata, Boitel y Los Sin Derechos.

    Entre sus libros se cuentan Cuba, Cronología, Perfiles del Poder, La Porfía de la Razón, Guevara Anatomía de un Mito,  Cuba, Desplazados y Pueblos Cautivos y El Espionaje Cubano en Estados Unidos. 

    En mayo del 2017 recibió la Medalla de la Libertad que otorga el gobernador del estado de la Florida.

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