La campaña sostenida contra la democracia y sus valores de libertad y emancipación del ser humano podría haber conseguido esterilizar a muchos cubanos, manteniéndoles alejados de estas ideas.
El cable de Venezuela ha desaparecido por completo del mapa. ¿Hay alguien que confíe en su puesta en marcha? Probablemente no. El gobierno cubano no hace más que comprar tiempo para ir demorando los verdaderos cambios que son necesarios en el país. Cuba, la isla de las eternas promesas, solo alberga un atraso continuado y sostenido en el tiempo. Lo peor de todo, es que se trata de un subdesarrollo a conciencia, escogido por una elite que frena cualquier posibilidad de avance hacia un futuro de progreso. Mantener a los cubanos en ese tránsito que va de la pobreza extrema a la precariedad sostenible es la condición ideal que los absolutistas necesitan para permanecer en los órganos de control.
Hace tan solo unas semanas circulaban por la blogosfera cubana unas tarifas de conexión a Internet para los cubanos desde establecimientos hoteleros que, en cierta forma, suponían el reconocimiento del derecho de los ciudadanos a conectarse libremente y para propósitos privados a la red. No se ha verificado que esa información sea cierta aunque, de todas formas, de serlo no sería tampoco una noticia a tomar en cuenta porque los precios, a seis pesos convertibles la hora, seguirían siendo a todas luces prohibitivos para cualquier residente en Cuba.
Una noticia favorable sería la llegada de un servicio de Internet privado que los cubanos pudieran contratar como si se tratara de una línea telefónica para su domicilio. Está claro que esto tardará en llegar porque es obvio que el gobierno no quiere, bajo ningún concepto, que los cubanos tengan a su alcance herramientas que supongan no solo una mejora de su calidad de vida, sino también una posibilidad de organización al margen de las instituciones de la dictadura. Dando servicio de Internet a particulares el régimen estaría poniendo mucho en juego. El control existente podría muy rápidamente convertirse en descontrol. Como los objetivos del gobierno cubano son los de mantener el poder y no los de mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía, tendremos que esperar sentados a que llegue esa noticia.
Aun así también hay que tener en cuenta que la tarea del régimen durante todos estos años en cuanto a adoctrinamiento y a desinformación ha sido tan intensiva y dura que resulta inquietante pensar en qué grado puede afectar todo esto a la interpretación que los cubanos hagan de informaciones sobre otros sistemas de gobierno, como el democrático. Hay opositores y activistas que defienden la democracia como un ideal para el país, pero una gran mayoría de sus conciudadanos solo conocen de esa palabra las manipulaciones chapuceras que el régimen difunde a través de sus órganos de propaganda. De alguna manera esta campaña sostenida contra la democracia y sus valores de libertad y emancipación del ser humano podría haber conseguido esterilizar a muchos cubanos, manteniéndoles alejados de estas ideas.
¿Personas que viven bajo regímenes comunistas podrían haber sido inmunizados contra ideas libertadoras y democráticas? Pues es muy probable. Hace tan solo unos días tuve la posibilidad de charlar con un joven estudiante chino, de Shangai, que realiza estudios de negocios en una de las mejores escuelas de Barcelona. Al preguntarle sus impresiones sobre la democracia y el sistema de partido único comunista, lo único que hizo, ante mi asombro, fue echarse a reír. Tras sus estudios no aspira a vivir en China, por lo que dijo que no le importaba lo que iba a suceder allí ya que él no quiere, en el futuro, vivir en ese país. Acepta incluso que se bloqueen páginas web aunque lamenta que cuando regrese a China va a perder todos sus contactos en Facebook porque esta red social está bloqueada en su país y él la abrió al llegar a Europa. Aunque persigue un estilo de vida occidental, aunque su modelo de consumo corresponde al de una economía de mercado libre, su interés por el desarrollo de libertades individuales resulta nulo. Además, a pesar de venir de un país comunista que aspira a extender la justicia social, el grado de desinterés por la suerte de sus compatriotas resulta asombroso. Su egoísmo, insultante. Así pues la tarea resulta más ardua, porque cualquiera pueda acostumbrarse a un nuevo estilo de vida, con más comodidades, pero mantener una absoluta inapetencia respecto a condiciones de vida cuya base deben ser el respeto a las libertades fundamentales, los derechos políticos y civiles.
Esperemos que en Cuba, el desarrollo de hábitos de consumo capitalistas no desarrollen al mismo tiempo esa triste inapetencia por lo que supone la democracia y su régimen de libertades.
Hace tan solo unas semanas circulaban por la blogosfera cubana unas tarifas de conexión a Internet para los cubanos desde establecimientos hoteleros que, en cierta forma, suponían el reconocimiento del derecho de los ciudadanos a conectarse libremente y para propósitos privados a la red. No se ha verificado que esa información sea cierta aunque, de todas formas, de serlo no sería tampoco una noticia a tomar en cuenta porque los precios, a seis pesos convertibles la hora, seguirían siendo a todas luces prohibitivos para cualquier residente en Cuba.
Una noticia favorable sería la llegada de un servicio de Internet privado que los cubanos pudieran contratar como si se tratara de una línea telefónica para su domicilio. Está claro que esto tardará en llegar porque es obvio que el gobierno no quiere, bajo ningún concepto, que los cubanos tengan a su alcance herramientas que supongan no solo una mejora de su calidad de vida, sino también una posibilidad de organización al margen de las instituciones de la dictadura. Dando servicio de Internet a particulares el régimen estaría poniendo mucho en juego. El control existente podría muy rápidamente convertirse en descontrol. Como los objetivos del gobierno cubano son los de mantener el poder y no los de mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía, tendremos que esperar sentados a que llegue esa noticia.
Aun así también hay que tener en cuenta que la tarea del régimen durante todos estos años en cuanto a adoctrinamiento y a desinformación ha sido tan intensiva y dura que resulta inquietante pensar en qué grado puede afectar todo esto a la interpretación que los cubanos hagan de informaciones sobre otros sistemas de gobierno, como el democrático. Hay opositores y activistas que defienden la democracia como un ideal para el país, pero una gran mayoría de sus conciudadanos solo conocen de esa palabra las manipulaciones chapuceras que el régimen difunde a través de sus órganos de propaganda. De alguna manera esta campaña sostenida contra la democracia y sus valores de libertad y emancipación del ser humano podría haber conseguido esterilizar a muchos cubanos, manteniéndoles alejados de estas ideas.
¿Personas que viven bajo regímenes comunistas podrían haber sido inmunizados contra ideas libertadoras y democráticas? Pues es muy probable. Hace tan solo unos días tuve la posibilidad de charlar con un joven estudiante chino, de Shangai, que realiza estudios de negocios en una de las mejores escuelas de Barcelona. Al preguntarle sus impresiones sobre la democracia y el sistema de partido único comunista, lo único que hizo, ante mi asombro, fue echarse a reír. Tras sus estudios no aspira a vivir en China, por lo que dijo que no le importaba lo que iba a suceder allí ya que él no quiere, en el futuro, vivir en ese país. Acepta incluso que se bloqueen páginas web aunque lamenta que cuando regrese a China va a perder todos sus contactos en Facebook porque esta red social está bloqueada en su país y él la abrió al llegar a Europa. Aunque persigue un estilo de vida occidental, aunque su modelo de consumo corresponde al de una economía de mercado libre, su interés por el desarrollo de libertades individuales resulta nulo. Además, a pesar de venir de un país comunista que aspira a extender la justicia social, el grado de desinterés por la suerte de sus compatriotas resulta asombroso. Su egoísmo, insultante. Así pues la tarea resulta más ardua, porque cualquiera pueda acostumbrarse a un nuevo estilo de vida, con más comodidades, pero mantener una absoluta inapetencia respecto a condiciones de vida cuya base deben ser el respeto a las libertades fundamentales, los derechos políticos y civiles.
Esperemos que en Cuba, el desarrollo de hábitos de consumo capitalistas no desarrollen al mismo tiempo esa triste inapetencia por lo que supone la democracia y su régimen de libertades.