La bloguera oficialista sostuvo que creía que “el último disidente que terminó en Isla de Pinos fue Fidel Castro después del Moncada”.
Hace escasos días la bloguera oficialista Elaine Díaz estuvo en Brasil en un encuentro sobre internet y derechos humanos. Curioso que el régimen conceda ese privilegio a uno de sus funcionarios, salir del país para asistir a un encuentro donde se va a hablar de algo que en Cuba suena a delito y alta traición, es decir, “derechos humanos”.
Cuando estuve en la Isla vi que para muchos cubanos hablar de ese asunto resultaba algo embarazoso o vergonzante, era el momento que aprovechaban para entornar la ventana del salón, reducir el volumen de la voz hasta llevarla al nivel de un susurro imperceptible. Pero en fin, celebro que Elaine Díaz haya salido de Cuba –en otras ocasiones sus jefes no le dieron permiso- y haya podido intercambiar pareceres sobre este asunto sin tener que hablar en murmullos ni entornando ninguna ventana por miedo a los satélites del CDR. Cuba es así, no hay libertad ni entre las cuatro paredes de tu casa.
Pero en fin, la estancia de Elaine Díaz en Brasil tiene algunos puntos a resaltar. En concreto un comentario que ella misma escribió en Twitter cuando estaba intercambiando algunos mensajes a través de esa red con el presidente de la Human Rights Foundation, Thor Halvorssen, con quien coincidió en el mismo encuentro en Río de Janeiro. Fue un mensaje en Twitter breve pero suficiente para rechazar la idea de que en Cuba ha habido presos políticos. Exactamente la bloguera sostuvo que creía que “el último disidente que terminó en Isla de Pinos fue Fidel Castro después del Moncada”. Con afirmaciones de este tipo resulta sorprendente que blogueros como Elaine Díaz se molesten después cuando los tachan de oficialistas. ¿Y qué menos?
Está claro que la historia la escriben los vencedores como se dice comúnmente, pero por suerte cada vez menos. Lo cierto es que Elaine se apuntó un buen tanto ante sus jefes con este comentario en Twitter. Deja a Fidel Castro, ni más menos, como el último disidente en Cuba y de un plumazo pasa por encima de todos los fusilados, asesinados y torturados por el castrismo. Así, alegremente, y en el marco de un encuentro sobre ¡derechos humanos! Algunos de sus compatriotas se dejaron la piel para acabar con la dictadura; Pedro Luis Boitel, que estuvo en Isla de Pinos, murió en huelga de hambre tras un presidio protagonizado por las torturas; no fue el único, muchos pasaron por lo mismo hasta llegar a Orlando Zapata Tamayo o Willmar Villar, pero a pesar de ello en Cuba todavía hay quien se da el lujo de posarse encima de todo el horror sufrido por muchos en esa Isla y alegremente burlarse del dolor ajeno.
Resulta sorprendente que se pueda asistir a un encuentro sobre derechos humanos y negar la mayor en tu país, donde se acumulan récords de violación de los mismos. Pues un encuentro de derechos humanos en cualquier parte del mundo tiene que reconocer la inexistencia del respeto de estos valores fundamentales en países como Cuba y no creo que se les tenga que dar más votos de confianza a los representantes de este régimen para que se siga justificando lo injustificable. No creo que se tengan que escuchar más voces autorizadas por el castrismo en ningún foro para entender lo que pasa en Cuba.
¿Qué supone una voz autorizada por una dictadura a hablar en un encuentro sobre derechos humanos? La reproducción interesada de un discurso que no hace más que lavar la cara a un sistema empecinado en mantener a sus ciudadanos en un estado de desasosiego, paralizados por el miedo y resignados a continuar viviendo una vida que no merecen. En este punto no está de más recordar que al final, lo que no cae gracias a la fuerza de gravedad lo hará, en un momento u otro, por su propio peso. Y es que sin derechos humanos no hay paraíso.
Cuando estuve en la Isla vi que para muchos cubanos hablar de ese asunto resultaba algo embarazoso o vergonzante, era el momento que aprovechaban para entornar la ventana del salón, reducir el volumen de la voz hasta llevarla al nivel de un susurro imperceptible. Pero en fin, celebro que Elaine Díaz haya salido de Cuba –en otras ocasiones sus jefes no le dieron permiso- y haya podido intercambiar pareceres sobre este asunto sin tener que hablar en murmullos ni entornando ninguna ventana por miedo a los satélites del CDR. Cuba es así, no hay libertad ni entre las cuatro paredes de tu casa.
Pero en fin, la estancia de Elaine Díaz en Brasil tiene algunos puntos a resaltar. En concreto un comentario que ella misma escribió en Twitter cuando estaba intercambiando algunos mensajes a través de esa red con el presidente de la Human Rights Foundation, Thor Halvorssen, con quien coincidió en el mismo encuentro en Río de Janeiro. Fue un mensaje en Twitter breve pero suficiente para rechazar la idea de que en Cuba ha habido presos políticos. Exactamente la bloguera sostuvo que creía que “el último disidente que terminó en Isla de Pinos fue Fidel Castro después del Moncada”. Con afirmaciones de este tipo resulta sorprendente que blogueros como Elaine Díaz se molesten después cuando los tachan de oficialistas. ¿Y qué menos?
Está claro que la historia la escriben los vencedores como se dice comúnmente, pero por suerte cada vez menos. Lo cierto es que Elaine se apuntó un buen tanto ante sus jefes con este comentario en Twitter. Deja a Fidel Castro, ni más menos, como el último disidente en Cuba y de un plumazo pasa por encima de todos los fusilados, asesinados y torturados por el castrismo. Así, alegremente, y en el marco de un encuentro sobre ¡derechos humanos! Algunos de sus compatriotas se dejaron la piel para acabar con la dictadura; Pedro Luis Boitel, que estuvo en Isla de Pinos, murió en huelga de hambre tras un presidio protagonizado por las torturas; no fue el único, muchos pasaron por lo mismo hasta llegar a Orlando Zapata Tamayo o Willmar Villar, pero a pesar de ello en Cuba todavía hay quien se da el lujo de posarse encima de todo el horror sufrido por muchos en esa Isla y alegremente burlarse del dolor ajeno.
Resulta sorprendente que se pueda asistir a un encuentro sobre derechos humanos y negar la mayor en tu país, donde se acumulan récords de violación de los mismos. Pues un encuentro de derechos humanos en cualquier parte del mundo tiene que reconocer la inexistencia del respeto de estos valores fundamentales en países como Cuba y no creo que se les tenga que dar más votos de confianza a los representantes de este régimen para que se siga justificando lo injustificable. No creo que se tengan que escuchar más voces autorizadas por el castrismo en ningún foro para entender lo que pasa en Cuba.
¿Qué supone una voz autorizada por una dictadura a hablar en un encuentro sobre derechos humanos? La reproducción interesada de un discurso que no hace más que lavar la cara a un sistema empecinado en mantener a sus ciudadanos en un estado de desasosiego, paralizados por el miedo y resignados a continuar viviendo una vida que no merecen. En este punto no está de más recordar que al final, lo que no cae gracias a la fuerza de gravedad lo hará, en un momento u otro, por su propio peso. Y es que sin derechos humanos no hay paraíso.