Huawei, el gigante chino del que muchos desconfían

La compañía china Huawei

La fórmula de vender equipos de telecomunicaciones de alta calidad a precios bajos, les ha asegurado la expansión: es un imperio de negocios 32 billones con 140.000 empleados y clientes en 140 países.
Las empresas chinas han comenzado a ganar el primer lugar en los mercados mundiales. Huawei, es un ejemplo, pues ha superado a la empresa sueca Ericsson para convertirse en la mayor fabricante de equipos de telecomunicación a nivel mundial.

Huawei, fundada por Ren Zhengfei, quien fuera ingeniero en el ejército de liberación popular (ELP), ganó clientes en China; luego en Europa, donde está implicado en más de la mitad de las redes de telecomunicaciones 4 G y es un fuerte competidor en teléfonos móviles (ver artículo), asegura un artículo de The Economist.

La fórmula de vender equipos de telecomunicaciones de alta calidad a precios bajos, les ha asegurado la expansión: es un imperio de negocios 32 billones con 140.000 empleados y clientes en 140 países.

Pero Huawei inspira a la vez mucho recelo entre sus competidores y entre muchos gobiernos occidentales que sospechan que las redes de la empresa puedan convertirse en una potente arma en el ciberarsenal de China.

Australia bloqueó la participación de Huawei en un plan para construir una red nacional de banda ancha en el país y en Estados Unidos un Comité del Congreso centrado en cuestiones de inteligencia está poniendo la firma bajo un microscopio por la reciente avalancha de ciber-ataques atribuidos a los hackers chinos.

La Comisión Europea está considerando abrir una investigación, pues suponen que el gobierno chino está ayudando a Huawei a ganar contratos de ultramar para que “los espías puedan usar sus redes para husmear en el tráfico electrónico del mundo", explica la nota titulada Whos' afraid os Huawei? (¿Quién le teme a Huawei?)

Informes recientes hablan de los esfuerzos de los piratas informáticos chinos patrocinados por el Estado. Sin embargo, Huawei, tendría mucho que perder si fueran capturados en un acto de espionaje, el poder del Estado en el capitalismo chino hace que Occidente lleve razón en sospechar.