La red de blogueros del régimen, que Mariela Castro arropó en un acto en Matanzas, no tiene al parecer ningún estímulo para crecer y desarrollarse.
No corremos el riesgo de equivocarnos si afirmamos que la blogosfera cubana, dentro de la isla, va en retroceso. Al menos eso es lo que todo parece indicar cuando contemplamos lo que está sucediendo con los blogs que se escriben desde dentro. Varios blogueros están de retirada, sea del ámbito alternativo o bien sea del ámbito que bascula entre el oficialismo y ciertas ansias de construir un espacio propio, alejado de la retórica agresiva del régimen, dando una de cal y otra de arena.
En los últimos días se ha hablado del cierre del blog de la periodista Elaine Díaz, La Polémica Digital, pero hace ya más de un año que una voz de la blogosfera alternativa, Claudia Cadelo, ha dejado de actualizar una bitácora desde la que aprendimos mucho del sentimiento actual de las nuevas generaciones cubanas, Octavo Cerco. Mediante los posts de Claudia nos llegó el relato de una Habana silenciada por mucho tiempo, de los abusos y todos los atropellos de la Seguridad del Estado contra los jóvenes más contestatarios.
Desconocemos las razones exactas del cierre de todas estas bitácoras pero, al fin, la causa final, o la razón principal, todo el mundo sabe cuál es. No es que en Cuba sobren voces, ni blogs: en esa Isla precisamente sobran aquellos que deciden controlar incluso el pensamiento más íntimo de las personas. No parece el castrismo un terreno abonado para que prospere un género nuevo que invita a compartir cierta intimidad de los autores del blog con un público global. Todo demasiado contrarrevolucionario, un ámbito demasiado peligroso, fácilmente escurridizo, altamente letal para un sistema cuya bomba de oxígeno se fundamenta en el miedo inoculado en las mentes de cada uno de los ciudadanos que permanecen bajo su tutela. Una reedición del miedo a la palabra.
Sea por una razón u otra, lo que está claro es que lo que el régimen tenía pensado para el terreno de los medios ciudadanos no le funciona ni le va a funcionar. La red de blogueros del régimen, que Mariela Castro arropó en un acto en Matanzas, no tiene al parecer ningún estímulo para crecer y desarrollarse, dado que tener un blog en ese país es un actividad claramente molesta, por el hecho de que es de difícil control y, en este sentido, el régimen prefiere boicotear a los blogueros. O están con el sistema, hablan bien del mismo y no se meten en nada, o sobran.
¿Y qué decir de Twitter, esa herramienta totalmente desconocida por la práctica totalidad e los cubanos? El régimen ni tan siquiera se atrevería a permitir algo como lo que sí ha permitido el totalitarismo en China: el florecimiento de una red de microblogging parecida a Twitter, Weibo, que hoy día es usada por miles de chinos. Aunque con censura de contenidos, lo cierto es que los chinos hoy tienen una plataforma de información alternativa en la que también se puede compartir datos y lanzar críticas, algo inimaginable hoy por hoy en la Cuba castrista.
Ganar tiempo comprándolo como sea es uno de los objetivos del régimen, sea en el terreno que sea. Lástima que en esta carrera por mantenerse en el poder vayan cayendo uno tras otro los blogs que hacen un esfuerzo por acercarnos la Cuba que jamás nos acercará la prensa del régimen.
En los últimos días se ha hablado del cierre del blog de la periodista Elaine Díaz, La Polémica Digital, pero hace ya más de un año que una voz de la blogosfera alternativa, Claudia Cadelo, ha dejado de actualizar una bitácora desde la que aprendimos mucho del sentimiento actual de las nuevas generaciones cubanas, Octavo Cerco. Mediante los posts de Claudia nos llegó el relato de una Habana silenciada por mucho tiempo, de los abusos y todos los atropellos de la Seguridad del Estado contra los jóvenes más contestatarios.
Desconocemos las razones exactas del cierre de todas estas bitácoras pero, al fin, la causa final, o la razón principal, todo el mundo sabe cuál es. No es que en Cuba sobren voces, ni blogs: en esa Isla precisamente sobran aquellos que deciden controlar incluso el pensamiento más íntimo de las personas. No parece el castrismo un terreno abonado para que prospere un género nuevo que invita a compartir cierta intimidad de los autores del blog con un público global. Todo demasiado contrarrevolucionario, un ámbito demasiado peligroso, fácilmente escurridizo, altamente letal para un sistema cuya bomba de oxígeno se fundamenta en el miedo inoculado en las mentes de cada uno de los ciudadanos que permanecen bajo su tutela. Una reedición del miedo a la palabra.
Sea por una razón u otra, lo que está claro es que lo que el régimen tenía pensado para el terreno de los medios ciudadanos no le funciona ni le va a funcionar. La red de blogueros del régimen, que Mariela Castro arropó en un acto en Matanzas, no tiene al parecer ningún estímulo para crecer y desarrollarse, dado que tener un blog en ese país es un actividad claramente molesta, por el hecho de que es de difícil control y, en este sentido, el régimen prefiere boicotear a los blogueros. O están con el sistema, hablan bien del mismo y no se meten en nada, o sobran.
¿Y qué decir de Twitter, esa herramienta totalmente desconocida por la práctica totalidad e los cubanos? El régimen ni tan siquiera se atrevería a permitir algo como lo que sí ha permitido el totalitarismo en China: el florecimiento de una red de microblogging parecida a Twitter, Weibo, que hoy día es usada por miles de chinos. Aunque con censura de contenidos, lo cierto es que los chinos hoy tienen una plataforma de información alternativa en la que también se puede compartir datos y lanzar críticas, algo inimaginable hoy por hoy en la Cuba castrista.
Ganar tiempo comprándolo como sea es uno de los objetivos del régimen, sea en el terreno que sea. Lástima que en esta carrera por mantenerse en el poder vayan cayendo uno tras otro los blogs que hacen un esfuerzo por acercarnos la Cuba que jamás nos acercará la prensa del régimen.