El periodismo independiente dentro de Cuba está sufriendo una nueva etapa de acoso que va en incremento alarmante tal y como se evidencia con las últimas informaciones sobre las detenciones de varios periodistas de la agencia independiente Hablemos Press.
Bielorrusia, aquel país hacia el centro de Europa del que a penas unos pocos europeos han oído hablar jamás y al que yo prefiero llamar la Cuba europea, está también ahora enfrascada en un proceso electoral, esos comicios fraudulentos con los que pretenden proyectar al mundo una imagen de democracia cristalina. Como en el caso cubano, el trabajo para la prensa extranjera en estos contextos es arduo, por no decir que prácticamente imposible, además de muy riesgoso para la integridad personal del periodista. Así vemos el caso reciente de un fotorreportero de la agencia Associated Press al que agentes de la Seguridad del Estado bielorrusos vestidos de civil propinaron una brutal paliza dejándole la cara ensangrentada, que hemos podido ver en fotos.
Es curioso como estos regímenes logran, sin encontrarse en una situación de conflicto bélico de ningún tipo, establecer las peores condiciones de trabajo para la prensa de manera que su labor se haga imposible. No es ya la decepción por unas crónicas de corresponsales en la Isla que jamás aportarán esa información comprometedora para el régimen lo que resulta desesperante, sino también esas visitas esporádicas de periodistas que viajan al país y tampoco son incursiones lo suficientemente arriesgadas como para sacar las mejores historias que, con toda seguridad, se podrían encontrar. Es normal que sea así porque en Cuba el periodismo libre no es posible, solo si se asumen los riesgos que ello podría conllevar y es difícil que un periodista los vaya a asumir en solitario. Pero algunos sí lo hacen.
El periodismo independiente dentro de Cuba está sufriendo una nueva etapa de acoso que va en incremento alarmante tal y como se evidencia con las últimas informaciones sobre las detenciones de varios periodistas de la agencia independiente Hablemos Press. El director del centro, Roberto Jesús Guerra, ha sido detenido en varias ocasiones en los últimos días y uno de sus corresponsales más activos, Calixto Ramón Martínez Arias, permanece encarcelado en estos momentos tras ser detenido mientras investigaba un asunto referente a un cargamento de medicinas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que, de acuerdo con Hablemos Press, se ha echado a perder por un mal racionamiento. Una vez en los calabozos, a Martínez Arias se le ha acusado de desacato a las figuras de Fidel y Raúl Castro por unos hechos que habrían tenido lugar en esos mismos calabozos y tras su detención. Se da la coincidencia de que Martínez Arias fue uno de los periodistas que, desde dentro de la Isla, informó más sobre los casos de cólera y dengue, y ésta podría ser una de las razones por las cuales ahora se le está aplicando el correctivo que podría enviarlo a prisión por un período de hasta tres años.
Estas denuncias suponen una nueva afrenta del régimen castrista a los derechos fundamentales y un ataque imperdonable contra el ejercicio periodístico. Martínez Arias también sufre las consecuencias de asumir los riesgos de intentar sacar a la luz lo que el régimen pretende esconder a pesar de tratarse de un asunto de interés general. Según denuncian sus compañeros, en el calabozo ha recibido palizas y se le ha rociado gas pimienta en el rostro para acallar sus demandas de liberación. Cuando una persona asume en solitario los riesgos de plantar cara al aparato de un régimen totalitario no podemos hacer más que explicar su historia y esparcir la denuncia por todos lados. No debe haber nada más desalentador que encontrarse solo frente a un régimen como el cubano. La solidaridad con Calixto, y con todos los que como él se arriesgan, es obligación moral.
Es curioso como estos regímenes logran, sin encontrarse en una situación de conflicto bélico de ningún tipo, establecer las peores condiciones de trabajo para la prensa de manera que su labor se haga imposible. No es ya la decepción por unas crónicas de corresponsales en la Isla que jamás aportarán esa información comprometedora para el régimen lo que resulta desesperante, sino también esas visitas esporádicas de periodistas que viajan al país y tampoco son incursiones lo suficientemente arriesgadas como para sacar las mejores historias que, con toda seguridad, se podrían encontrar. Es normal que sea así porque en Cuba el periodismo libre no es posible, solo si se asumen los riesgos que ello podría conllevar y es difícil que un periodista los vaya a asumir en solitario. Pero algunos sí lo hacen.
El periodismo independiente dentro de Cuba está sufriendo una nueva etapa de acoso que va en incremento alarmante tal y como se evidencia con las últimas informaciones sobre las detenciones de varios periodistas de la agencia independiente Hablemos Press. El director del centro, Roberto Jesús Guerra, ha sido detenido en varias ocasiones en los últimos días y uno de sus corresponsales más activos, Calixto Ramón Martínez Arias, permanece encarcelado en estos momentos tras ser detenido mientras investigaba un asunto referente a un cargamento de medicinas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que, de acuerdo con Hablemos Press, se ha echado a perder por un mal racionamiento. Una vez en los calabozos, a Martínez Arias se le ha acusado de desacato a las figuras de Fidel y Raúl Castro por unos hechos que habrían tenido lugar en esos mismos calabozos y tras su detención. Se da la coincidencia de que Martínez Arias fue uno de los periodistas que, desde dentro de la Isla, informó más sobre los casos de cólera y dengue, y ésta podría ser una de las razones por las cuales ahora se le está aplicando el correctivo que podría enviarlo a prisión por un período de hasta tres años.
Estas denuncias suponen una nueva afrenta del régimen castrista a los derechos fundamentales y un ataque imperdonable contra el ejercicio periodístico. Martínez Arias también sufre las consecuencias de asumir los riesgos de intentar sacar a la luz lo que el régimen pretende esconder a pesar de tratarse de un asunto de interés general. Según denuncian sus compañeros, en el calabozo ha recibido palizas y se le ha rociado gas pimienta en el rostro para acallar sus demandas de liberación. Cuando una persona asume en solitario los riesgos de plantar cara al aparato de un régimen totalitario no podemos hacer más que explicar su historia y esparcir la denuncia por todos lados. No debe haber nada más desalentador que encontrarse solo frente a un régimen como el cubano. La solidaridad con Calixto, y con todos los que como él se arriesgan, es obligación moral.