La medida parece dirigida contra la corrupción, pero también a blindar una importante --y abusiva-- vía de ingresos en divisas.
Escrutando la escurridiza Gaceta Oficial de la República de Cuba, el portal Café Fuerte publica que una nueva disposición del Ministerio de Finanzas y Precios de la isla ha establecido un mecanismo de reclamación para los usuarios de la Aduana de Cuba, “por el cobro indebido de impuestos a mercancías importadas sin fines comerciales, en medio de numerosas quejas tras la puesta en vigor de nuevas resoluciones aduanales”.
La Resolución 319/2012 comprende “todas las operaciones de entrada de productos como carga, paquetes postales o equipajes de pasajeros y tripulantes de buques o aeronaves, sean residentes en el país o visitantes extranjeros”. Y establece que “las personas tendrán hasta un año para presentar la reclamación, personalmente o mediante un representante legal”.
Según el Artículo 5 de la mencionada resolución, se admitirán reclamaciones de devolución de derechos arancelarios:
a-) Cuando se demuestre que la base sobre la que fueron calculados los derechos no fue la correcta.
b-) Por los productos que han sido declarados y han tenido faltantes.
c-) Cuando se demuestre, después de efectuado el despacho de los productos importados, que la moneda en la que se efectuó el pago de los impuestos no fue la correcta.
d-) Cuando los productos han sido declarados, y pagados los derechos, en más de una oportunidad.
e-) Cuando los productos hayan sido declarados, pagados los derechos y se cancele la Declaración de Aduanas.
f-) Por los productos dañados, destruidos o irremediablemente perdidos.
g-) Cuando el importador, gozando de la exención del pago de derechos arancelarios, no haya contado con los documentos en el momento del despacho.
Varios de los incisos se insertan en el inventario de traquimañas y trapalerías mediante las cuales los corruptos funcionarios de Aduana de la isla han venido esquilmando durante años a los viajeros, en particular a los cubanos residentes en el extranjero.
Las webs donde se hace referencia a los trámites aduaneros en Cuba suelen tener una cola de iracundos comentarios: “Un nido de ratas”; “AGR no significa Aduana General de la República, sino Asociación de Grandes Rateros” “La Aduana Babá y sus 40 ladrones”…
En algunos casos las quejas tienen que ver con el saqueo de los equipajes, como cuenta esta matancera residente en Estados Unidos:
“Llegar y que te des cuenta que han registrado y robado en tu maleta, la grande, la que tú crees que es la más segura; aquello es una caja'e muerto de un plástico duro, y cerrada por combinación (…) pues se llevaron la cámara de fotos, el lector de tarjetas y un perfume de Guerlain que me regaló mi esposo (…)dentro de la cámara estaba la tarjeta con todas las fotos de mis dos semanitas de vacaciones (si se puede decir) en Cuba, que además tuve que trabajar mucho para poder ir y ayudar mi familia , en especial a mi hermana que acaba de parir”.
Pero la historia más común es la del chantaje a los viajeros, alegando que traen sobrepeso o artículos prohibidos. Como en los siguientes comentarios:
La misma matancera:
"A un amigo cubano que viajó conmigo, en el viaje de ida le hicieron pagar ciento y pico de CUC por exceso de equipaje; él llevaba 28 kg, y a mí, que traia 35 kg, (según LA PEEESAA, donde te pesan el equipaje hasta con la carretilla) no me hicieron pagar”.
Gitana Cuba Libre:
“A mi mamá y a mi papá les tumbaron un montón de dinero por gusto. El problema es que si no pagas no puedes pasar tus cosas. Allí te dicen “esto no puede pasar” o “este equipaje va de sobrepeso, vete a aquella ventanilla”, o “con aquella persona”. Ya uno sabe por dónde le van a dar. Entonces, cuando llegas con esa persona, uno le dice: “Te pago tanto por dejarme pasar las cosas”. Le pagas y esta persona le hace una señal a otra y te pasan el equipaje por otro lado. Obvio que todos ellos se reparten el dinero. Y si te quitan el equipaje, se reparten el contenido”.
“Por eso, un amigo que llevaba un equipo electrónico lo rompió en el piso cuando se lo iban a quitar. Dijo que, mejor roto, que dejárselo a ellos”.
Marioncubana100%cubana:
“Cuando entra el vuelo de TAME procedente de Ecuador, donde radica tanta gente de Cuba, ahí los ves ansiosos, tratando de ver a quien le quitan el equipaje, y al final sale gente llorando de allí porque les quitaron su equipaje”.
“Cuando logras que no te lo quiten tienes que pagarles a los estafadores cubanos que ahí trabajan y que se dicen ser parte de la ley. Pagarles, por supuesto, lo que a ellos les dé su regalada gana, de lo contrario te quitarán todo, y cuídate de no protestar, si no, viene un gorila y te advierte que si protestas no podrás entrar nunca más en tu tierra”.
YENDO POR LANA
En el papel, la Aduana cubana está encargada de prevenir delitos internacionales como narcotráfico, contrabando de obras de arte o de especies en extinción, intentos de lavado de dinero o introducción de armas, entre otros. Pero el grueso de su actividad se concentra en el control de cargas comerciales y no comerciales, del equipaje de los más de 2 millones de turistas que pasan anualmente por la isla.
Los cubanos residentes en el exterior, con más de 400.000 anuales, son actualmente la segunda fuente de emisión de turismo a la isla, después de Canadá. Y a su llegada o salida de Cuba suelen ser presas de los "lobos" de la Aduana.
Las autoridades lo saben bien desde hace mucho tiempo, y el asunto incluso se ha discutido en la Asamblea del Poder Popular. Sin embargo, hasta hace poco hacían la vista gorda o daban al problema un enfoque ideológico: la culpa era de los que se fueron: era la “escoria” la que venía a tratar de sobornar a sus incorruptibles funcionarios del Ministerio del Interior.
En un reportaje de Associated Press fechado en La Habana hace ya unos años, el subjefe de la Aduana cubana admitía que el año anterior se habían recibido 124 quejas por parte de los usuarios, de las cuales 10 habían conducido a procesos investigativos contra oficiales aduaneros. Pero para combatir la corrupción, según el dirigente, se hizo pública una circular por la cual se instaba a los inspectores aduanales a poner denuncias contra las personas que intentaran pagarles por algún favor. Adivine cuántos lo hicieron.
¿Por qué ahora se reconoce el derecho de los perjudicados a reclamar?
Desde que entraron en vigor el pasado primero de septiembre los nuevos aranceles aduaneros impuestos por La Habana a “las importaciones no comerciales”, la mascada de los corruptos funcionarios de Aduanas ha crecido.
"Antes uno pagaba el sobrepeso y ya, pero ahora han vuelto a decomisar a troche y moche, en mi vuelo les quitaron muchísimas cosas a otros cubanos", relató a CaféFuerte un cubano que viajó a la provincia de Holguín hace dos semanas desde un país europeo.
Pero el chantaje sigue funcionando, por una simple razón: aunque los lobos hambrientos han aumentado la “multa” a sus presas proporcionalmente a las nuevas tarifas, siempre resulta más barato aceptar su invitación a dejarse sobornar que pagar los onerosos impuestos, sean reales o inflados.
En el mejor de los casos la disposición del Ministerio de Finanzas y Precios parece dirigida a matar dos pájaros de un tiro:
Por un lado presenta al gobierno como una especie de policía bueno, un impoluto Elliot Ness institucional, enfrascado en una lucha a muerte contra la corrupción.
Por el otro, que es el que importa, recuerda a los aduaneros corruptos que no se deben pasar de rosca: como siempre, pueden robar, pero con moderación, porque las nuevas tarifas arancelarias no son "la cantimplora del batallón", sino un importante esquema de transfusión de divisas que el régimen ha puesto en marcha para asegurar su supervivencia.
La Resolución 319/2012 comprende “todas las operaciones de entrada de productos como carga, paquetes postales o equipajes de pasajeros y tripulantes de buques o aeronaves, sean residentes en el país o visitantes extranjeros”. Y establece que “las personas tendrán hasta un año para presentar la reclamación, personalmente o mediante un representante legal”.
Según el Artículo 5 de la mencionada resolución, se admitirán reclamaciones de devolución de derechos arancelarios:
a-) Cuando se demuestre que la base sobre la que fueron calculados los derechos no fue la correcta.
b-) Por los productos que han sido declarados y han tenido faltantes.
c-) Cuando se demuestre, después de efectuado el despacho de los productos importados, que la moneda en la que se efectuó el pago de los impuestos no fue la correcta.
d-) Cuando los productos han sido declarados, y pagados los derechos, en más de una oportunidad.
e-) Cuando los productos hayan sido declarados, pagados los derechos y se cancele la Declaración de Aduanas.
f-) Por los productos dañados, destruidos o irremediablemente perdidos.
g-) Cuando el importador, gozando de la exención del pago de derechos arancelarios, no haya contado con los documentos en el momento del despacho.
Varios de los incisos se insertan en el inventario de traquimañas y trapalerías mediante las cuales los corruptos funcionarios de Aduana de la isla han venido esquilmando durante años a los viajeros, en particular a los cubanos residentes en el extranjero.
Las webs donde se hace referencia a los trámites aduaneros en Cuba suelen tener una cola de iracundos comentarios: “Un nido de ratas”; “AGR no significa Aduana General de la República, sino Asociación de Grandes Rateros” “La Aduana Babá y sus 40 ladrones”…
En algunos casos las quejas tienen que ver con el saqueo de los equipajes, como cuenta esta matancera residente en Estados Unidos:
“Llegar y que te des cuenta que han registrado y robado en tu maleta, la grande, la que tú crees que es la más segura; aquello es una caja'e muerto de un plástico duro, y cerrada por combinación (…) pues se llevaron la cámara de fotos, el lector de tarjetas y un perfume de Guerlain que me regaló mi esposo (…)dentro de la cámara estaba la tarjeta con todas las fotos de mis dos semanitas de vacaciones (si se puede decir) en Cuba, que además tuve que trabajar mucho para poder ir y ayudar mi familia , en especial a mi hermana que acaba de parir”.
Pero la historia más común es la del chantaje a los viajeros, alegando que traen sobrepeso o artículos prohibidos. Como en los siguientes comentarios:
La misma matancera:
"A un amigo cubano que viajó conmigo, en el viaje de ida le hicieron pagar ciento y pico de CUC por exceso de equipaje; él llevaba 28 kg, y a mí, que traia 35 kg, (según LA PEEESAA, donde te pesan el equipaje hasta con la carretilla) no me hicieron pagar”.
Gitana Cuba Libre:
“A mi mamá y a mi papá les tumbaron un montón de dinero por gusto. El problema es que si no pagas no puedes pasar tus cosas. Allí te dicen “esto no puede pasar” o “este equipaje va de sobrepeso, vete a aquella ventanilla”, o “con aquella persona”. Ya uno sabe por dónde le van a dar. Entonces, cuando llegas con esa persona, uno le dice: “Te pago tanto por dejarme pasar las cosas”. Le pagas y esta persona le hace una señal a otra y te pasan el equipaje por otro lado. Obvio que todos ellos se reparten el dinero. Y si te quitan el equipaje, se reparten el contenido”.
“Por eso, un amigo que llevaba un equipo electrónico lo rompió en el piso cuando se lo iban a quitar. Dijo que, mejor roto, que dejárselo a ellos”.
Marioncubana100%cubana:
“Cuando entra el vuelo de TAME procedente de Ecuador, donde radica tanta gente de Cuba, ahí los ves ansiosos, tratando de ver a quien le quitan el equipaje, y al final sale gente llorando de allí porque les quitaron su equipaje”.
“Cuando logras que no te lo quiten tienes que pagarles a los estafadores cubanos que ahí trabajan y que se dicen ser parte de la ley. Pagarles, por supuesto, lo que a ellos les dé su regalada gana, de lo contrario te quitarán todo, y cuídate de no protestar, si no, viene un gorila y te advierte que si protestas no podrás entrar nunca más en tu tierra”.
YENDO POR LANA
En el papel, la Aduana cubana está encargada de prevenir delitos internacionales como narcotráfico, contrabando de obras de arte o de especies en extinción, intentos de lavado de dinero o introducción de armas, entre otros. Pero el grueso de su actividad se concentra en el control de cargas comerciales y no comerciales, del equipaje de los más de 2 millones de turistas que pasan anualmente por la isla.
Los cubanos residentes en el exterior, con más de 400.000 anuales, son actualmente la segunda fuente de emisión de turismo a la isla, después de Canadá. Y a su llegada o salida de Cuba suelen ser presas de los "lobos" de la Aduana.
Las autoridades lo saben bien desde hace mucho tiempo, y el asunto incluso se ha discutido en la Asamblea del Poder Popular. Sin embargo, hasta hace poco hacían la vista gorda o daban al problema un enfoque ideológico: la culpa era de los que se fueron: era la “escoria” la que venía a tratar de sobornar a sus incorruptibles funcionarios del Ministerio del Interior.
En un reportaje de Associated Press fechado en La Habana hace ya unos años, el subjefe de la Aduana cubana admitía que el año anterior se habían recibido 124 quejas por parte de los usuarios, de las cuales 10 habían conducido a procesos investigativos contra oficiales aduaneros. Pero para combatir la corrupción, según el dirigente, se hizo pública una circular por la cual se instaba a los inspectores aduanales a poner denuncias contra las personas que intentaran pagarles por algún favor. Adivine cuántos lo hicieron.
¿Por qué ahora se reconoce el derecho de los perjudicados a reclamar?
Desde que entraron en vigor el pasado primero de septiembre los nuevos aranceles aduaneros impuestos por La Habana a “las importaciones no comerciales”, la mascada de los corruptos funcionarios de Aduanas ha crecido.
"Antes uno pagaba el sobrepeso y ya, pero ahora han vuelto a decomisar a troche y moche, en mi vuelo les quitaron muchísimas cosas a otros cubanos", relató a CaféFuerte un cubano que viajó a la provincia de Holguín hace dos semanas desde un país europeo.
Pero el chantaje sigue funcionando, por una simple razón: aunque los lobos hambrientos han aumentado la “multa” a sus presas proporcionalmente a las nuevas tarifas, siempre resulta más barato aceptar su invitación a dejarse sobornar que pagar los onerosos impuestos, sean reales o inflados.
En el mejor de los casos la disposición del Ministerio de Finanzas y Precios parece dirigida a matar dos pájaros de un tiro:
Por un lado presenta al gobierno como una especie de policía bueno, un impoluto Elliot Ness institucional, enfrascado en una lucha a muerte contra la corrupción.
Por el otro, que es el que importa, recuerda a los aduaneros corruptos que no se deben pasar de rosca: como siempre, pueden robar, pero con moderación, porque las nuevas tarifas arancelarias no son "la cantimplora del batallón", sino un importante esquema de transfusión de divisas que el régimen ha puesto en marcha para asegurar su supervivencia.