Cuba: en el abismo de Internet

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La última ola represiva en La Habana fue dirigida especialmente al ámbito de la prensa independiente y los blogueros.

Una mala noticia para todos aquellos que tenían el privilegio de decidir lo que circulaba y lo que no acerca de ellos mismos y sus actividades (gobiernos, grandes compañías, partidos políticos, asociaciones) es la del auge de las redes sociales. Mala noticia a la que se le suma el incremento del empleo, por parte de la ciudadanía, de blogs y otras plataformas desde las que se expresan y proyectan sus opiniones, no siempre cómodas, más allá de lo que les estaba permitido hasta el momento.


Un mundo en el que sucede esto está condenado a ser un mundo distinto, por lo que gobiernos, compañías y demás tienen que reubicar sus expectativas en cuanto al control de la información y la capacidad de influencia en la creación de estados de opinión. Esto sucede en el mundo en el que existe libertad de expresión, en donde también se dan situaciones de resistencia al cambio. Los que controlaban la información desearían mantener ese status.


En Cuba, donde no existe libertad de expresión –es más, donde el gobierno se mofa del concepto-, la situación es mucho más grave porque, por un lado, la ciudadanía no está autorizada a opinar libremente sobre cualquier asunto, y mucho menos a pronunciarse en sentido contrario a lo que ordene y mande el Consejo de Estado. Pero, por el otro, en el país la gente no cuenta con las herramientas y los recursos para la lucha cibernética. Es decir, Cuba es ahora la máxima expresión de un mundo ficticio e irreal, un universo increíble, en el que el gobierno lo mediatiza absolutamente todo.


Para este tipo de sistemas el problema radica en que Internet es el terreno por donde circula cada vez más el desarrollo humano, la economía, la educación, por lo que contar con este canal y sus herramientas será paulatinamente más necesario, también en Cuba. En Egipto, los activistas que conocimos al explotar los hechos de la Primavera Árabe se beneficiaron del desarrollo de Internet y la conectividad que el régimen tuvo que permitir para el desarrollo económico. Poco a poco en Cuba puede que suceda lo mismo, de manera que las grietas en el muro de la censura y el control informativo se irán ensanchando.

Los que quieren controlar la información, porque observan que si se sabe la verdad su poder disminuye, están en muy mala situación en este nuevo contexto. Los que quieren defenderse de informaciones falsas que circulan impunemente en la Red, también están en aprietos. En un nuevo contexto, hay ventajas y desventajas, pero por supuesto, entre disponer o no de Internet, es preferible tenerlo. Es mejor tener mil verdades desnudas que mil silenciadas. Y asimismo, siempre será mejor tener la posibilidad de desenmascarar falsedades, que no tenerla.

Internet es hoy para el régimen cubano un asunto de seguridad nacional, y por ese flanco se juegan su futuro. Han tomado nota y van a por todas. La última ola represiva en La Habana fue dirigida especialmente al ámbito de la prensa independiente y los blogueros. Y por eso se llevaron detenidas a Yaremis Flores y Laritza Diversent. Son dos de las blogueras más certeras dentro de Cuba a la hora de denunciar los abusos del régimen, pues ambas son, además, abogadas y sus denuncias van acompañadas por el conocimiento de las leyes del país.

Contrastar la realidad cubana con las leyes y comunicar al mundo a través de Internet todas sus contradicciones y atropellos es un ejercicio de riesgo. Reproducir las denuncias que salen de la Isla puede ser relativamente fácil, pero lo más difícil sigue siendo la protección de los que se arriesgan, más cuando el régimen puede que se esté viendo en el abismo.