La desconexión cubana

El presidente chino, Hu Jintao, ofrece un discurso durante la ceremonia de apertura del XVIII Congreso del Partido Comunista de China.

La reciente celebración del 18 congreso del Partido Comunista de China ha mostrado un aspecto revelador sobre la gestión de la propaganda política en tiempos de redes sociales por parte de regímenes totalitarios. Un reporte realizado por la televisión establecida en Estados Unidos Link TV ha exhibido algunos ejemplos de censura en el marco del congreso. Pero lo más importante es que los eventos han puesto sobre la mesa el hecho de que la propaganda estatal china ya no puede ejercer un control absoluto de la información, de manera que la conversación crítica en los márgenes de lo permitido va en aumento y probablemente la censura tomará otros caminos.

A pesar de todo, lo cierto es que no hay régimen que pueda permitirse poner un policía controlador al lado de cada individuo. Y eso es beneficioso para los que anhelan mayores cotas de libertad. Ahora bien, mejor que cualquier censura seguirá siendo el mantener a una masa humana (empobrecida) que no pueda permitirse la posesión de una computadora en casa y, además, sin conectividad privada posible a Internet en sus propios domicilios. ¿Dónde sucede esto? En Cuba. La falta de conexión a la Red es actualmente una nueva mordaza. Es decir, a efectos de control, antes que la censura china es mucho mejor la “desconexión cubana”, mantenida con mala fe por el gobierno de La Habana, escondido cobardemente siempre tras la fachada del embargo.

Durante el 18 congreso del Partido Comunista de China, los censores se han visto desbordados por el alud de críticas en los márgenes de la propaganda oficial. A pesar de la censura, en China existe una red social de microblogging como Twitter, la conocida Weibo. Las autoridades aplicaron filtros para censurar en esta red la información crítica acerca del congreso, de manera que en las búsquedas, tal y como ha mostrado Link TV, se recuperaban exclusivamente informaciones de cuentas oficiales o de la agencia de noticias oficial china. Todos estos mensajes arrojaban una imagen de historia perfecta, que algunos pudieron criticar abiertamente en Weibo, aunque los censores hicieron su trabajo borrando los contenidos, ya no subversivos, simplemente críticos. Algunos mensajes permanecieron visibles cuatro horas hasta que el censor pasó las tijeras.

Algunos de estos mensajes podrían haber sido lanzados también durante alguna sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular en Cuba. Apuntaban a la extraña sensación de un auditorio en el que no se plantean ni debates ni cuestionamientos acerca de la línea oficial, que se empeña en presentar una historia perfecta. En el programa de Link TV se expone también el caso de una corresponsal del canal chino en los Emiratos Árabes que muestra a cámara la mitad de una portada de un periódico de ese país, ocultando el titular a cinco columnas que hace referencia a la corrupción. A pesar de ello, la periodista habla de la expectación levantada en la prensa sobre el congreso del Partido obviando el titular que obviamente los telespectadores chinos jamás pudieron leer.

A ese juego de ocultaciones están sometidos los ciudadanos de países autoritarios como China y Cuba. Se dirá que en algunos países democráticos también hay información que queda oculta porque los medios masivos no la publican. Puede ser hasta cierto punto cierto, pero no existe, como en el caso cubano o chino, la voluntad política de cortar los canales de comunicación. De existir esa voluntad, la ciudadanía podría denunciar esas intenciones, contaría con instrumentos para subvertir la situación y penalizar a los políticos que trabajaran con esos objetivos. De momento, Cuba cuenta con la mejor estrategia de control informativo, que es la de dejar fuera de cobertura a los cubanos, mientras les embute por todos los medios bajo control de un único partido la información seleccionada y sazonada a gusto de las élites que dominan el juego y las únicas autorizadas a repartir las cartas en la partida cubana.