Iglesia Católica enfrenta secuela de Sandy

Un hombre rescata algunas pertenencias de su hogar, destruido por el paso del huracán "Sandy", en la ciudad de Santiago de Cuba. La urbe, en el este de la isla, fue una de las zonas más castigadas por el paso del huracán, con derrumbes de viviendas

“Las imágenes que han presentado los medios de comunicación hablan por sí solas, pero nunca llegan a comunicar el dolor que experimentan personas y familias", afirma el Arzobispo de Santiago de Cuba, Monseñor Dionisio García.
Un mes después de la devastación causada por el huracán Sandy tras su paso por las provincias de Santiago de Cuba y Holguín, la Iglesia Católica en esas provincias orientales continúa asistiendo a los damnificados y se organiza para reconstruir sus templos y dependencias, destruidos o severamente dañados por el huracán.

“En el orden civil, los efectos han sido devastadores; los datos hablan de 150,000 viviendas dañadas y miles de estas, destruidas en su totalidad. A esto se añade las afectaciones sobre los servicios básicos como son la electricidad y el agua potable, educación, sanidad, cultura, abastecimiento y otros”, explicó el Arzobispo de Santiago de Cuba, Monseñor Dionisio García, en una carta dirigida a sus fieles y publicada en el sitio oficial de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (COCC).

“Las imágenes que han presentado los medios de comunicación hablan por sí solas, pero nunca llegan a comunicar el dolor que experimentan personas y familias. La ciudad se va recuperando gracias al trabajo de los santiagueros y por la ayuda brindada por obreros y militares venidos de otras provincias, pero la reconstrucción material y espiritualmente llevará mucho tiempo”, afirma el Arzobispo.

La carta de Monseñor García, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, llama a la reflexión y a la solidaridad, subraya que “este momento nos urge a comportanos como hermanos” y destaca cómo sacerdotes, religiosos y fieles, se han dado a la tarea de ayudar de inmediato a los más necesitados, con los pocos recursos disponibles.

“Como es nuestro deber y proceder, las ayudas se entregan a los necesitados sin hacer ninguna distinción de personas. Seguiremos en esta tarea por un buen tiempo. Esta decisión pastoral nos ha permitido estar más cerca del pueblo y que éste se sienta más cerca de Jesucristo”, enfatizó el Arzobispo.

Por su parte, Ana María Piñol Navarrete, directora de Cáritas en la diócesis de Santiago de Cuba, declaró que los primeros fondos de ayuda económica para los damnificados llegaron de Cáritas Alemania y Cáritas Suiza, y de la Agencia Católica de Asistencia de la Conferencia de Obispos de los Estados Unidos.

“Hasta el momento llegaron trece cargamentos procedentes de varias diócesis cubanas, especialmente Camagüey, Bayamo-Manzanillo y Guantánamo. Estos han permitido llegar de alguna manera a aquellos que han sido identificados como los grupos más vulnerables ancianos que viven solos, discapacitados, madres solas con niños pequeños, familias con ancianos a su cargo, así como los lugares más afectados: Guamá, Gran Piedra, San Pedrito, El Caney, Songo”, dijo Piñol, en un artículo publicado la pasada semana en el sitio web de la COCC.

La directora de Cáritas en Santiago de Cuba, explicó que de los once comedores que habitualmente Cáritas sostiene, en los que se servía a unos 700 ancianos, sólo ha dejado de funcionar el del templo San Francisco debido a los daños sufridos, pero se han abierto en comunidades y parroquias otros nuevos comedores populares extendiéndose el número de personas que reciben alimentos, y también tiempo de escucha y cercanía a unas 1,600 con la intención de que los mismos continúen durante tres meses como mínimo.

“Ya ha sido coordinada con las autoridades la recepción directamente en Santiago de Cuba de las ayudas procedentes del extranjero, lo que facilita la rápida entrega a los damnificados, entrega que se hará en las zonas y grupos más afectados y necesitados conjuntamente entre las Cáritas parroquiales y los Consejos Populares”, dijo Piñol.

En lo que respecta a la reconstrucción de los instalaciones religiosas, Monseñor García ha informado de la creación de “una comisión integrada por técnicos y agentes pastorales a fin programar el proceso de intervención constructiva inmediata sobre los edificios dañados, teniendo en cuenta que la tarea es tan grande que hay que establecer prioridades y saber con qué recursos contamos en estos momentos”.

Según el informe del Arzobispo de Santiago de Cuba, el balance de los daños incluye 6 templos totalmente destruídos, 16 con techos destruidos y afectaciones graves, además de las residencias de las monjas de la orden Sanchinas en El Caney y La Inmaculada, en San Luis, cuyas casas están inhabitables.

El recuento destaca, además, los daños causados en la Catedral Metropolitana de Santiago de Cuba, el Seminario, y el Santuario de la Basílica de El Cobre.