"El dinero que los trabajadores podrían ganar en salarios que reflejen el verdadero valor de lo que hacen, ahora va al Estado y sus programas "gratuitos".
Nuevos impuestos en Cuba son vieja expropiación comunista
Editorial
Investor’s Business Daily, 28 de noviembre, 2012
Tiranía: Los medios de comunicación elogian a Cuba por obligar por primera vez a sus empobrecidos ciudadanos a pagar impuestos, lo cual describen como una medida "moderna" y "orientada al mercado". En realidad, es sólo una nueva forma de robo aplicada por la dictadura de siempre.
Leyendo a Reuters, se podría pensar que Cuba, una brutal dictadura comunista de 53 años, ha sido un paraíso libre de impuestos para sus afortunados ciudadanos."La mayoría de los cubanos no ha pagado impuestos durante medio siglo, pero eso va a cambiar con un nuevo código a partir del 1ro de enero",endulza el servicio de noticias, y precisa que los nuevos impuestos a las ganancias privadas comienzan cerca del 35%.
De acuerdo, son nuevos, pero en modo alguno son los primeros: en septiembre pasado, el régimen decretó punitivos aranceles aduaneros, cobrando 4,55 dólares por cada libra de exceso de equipaje a los expatriados cubanos que llevan suministros a sus familiares con pequeños negocios.
"Las reformas de libre mercado del Gobierno introducidas en los últimos dos años fueron diseñadas para fomentar las pequeñas empresas, la agricultura privada y la iniciativa individual", escribe Reuters, y agrega: "Bajo el nuevo código tributario el Estado espera obtener su parte de las ganancias".
¿Su parte? Los cubanos ganan alrededor de 19 dólares al mes, un salario de esclavos, medido por cualquier parámetro. Hacen el mismo trabajo que otros latinoamericanos, a menudo con más destreza. Sin embargo, para su único empleador, el Estado, sus quehaceres sólo valen 19 dólares, en una implícita expropiación de su verdadero valor de mercado.
Y no lo dude, así lo ve el Gobierno: Fidel Castro, el dictador cubano, incluso le dijo a una destacada profesional de la medicina, la Dra. Hilda Molina, que no podía abandonar el país porque la formación que había recibido del Estado convertía "su cerebro en propiedad estatal".
Reuters señala amablemente que el Gobierno "impuso algunos impuestos dispersos, pero en buena parte prefirió mantener los salarios bajos para poder financiar servicios sociales gratuitos".
Ese es justamente el quid del asunto: que el dinero que los trabajadores podrían ganar en salarios que reflejen el verdadero valor de lo que hacen, si tuvieran la libertad de elegir a sus empleadores, ahora va al Estado y sus programas "gratuitos". Oficialmente o no, es una plusvalía muy superior al 99%.
Y ¡qué sorpresa!, los hermanos Castro han amasado casualmente fortunas personales de miles de millones de dólares, de acuerdo con los últimos cálculos de la revista Forbes. Eso entraña una enorme cantidad de impuestos.
Lo que la dictadura de los Castro está procurando es embolsillarse el dinero de las nuevas empresas supuestamente independientes que ha autorizado, con el propósito original de reducir las infladas nóminas estatales.
Lejos de ser una modernización o una liberalización de libre mercado, el aumento castrista de los impuestos no es más que una extorsión a los negocios privados que pujan por crecer, y un esfuerzo por reafirmar el poder del Estado sobre sus ciudadanos.
Una medida en extremo comunista, que no va a funcionar.
Editorial
Investor’s Business Daily, 28 de noviembre, 2012
Tiranía: Los medios de comunicación elogian a Cuba por obligar por primera vez a sus empobrecidos ciudadanos a pagar impuestos, lo cual describen como una medida "moderna" y "orientada al mercado". En realidad, es sólo una nueva forma de robo aplicada por la dictadura de siempre.
Leyendo a Reuters, se podría pensar que Cuba, una brutal dictadura comunista de 53 años, ha sido un paraíso libre de impuestos para sus afortunados ciudadanos."La mayoría de los cubanos no ha pagado impuestos durante medio siglo, pero eso va a cambiar con un nuevo código a partir del 1ro de enero",endulza el servicio de noticias, y precisa que los nuevos impuestos a las ganancias privadas comienzan cerca del 35%.
De acuerdo, son nuevos, pero en modo alguno son los primeros: en septiembre pasado, el régimen decretó punitivos aranceles aduaneros, cobrando 4,55 dólares por cada libra de exceso de equipaje a los expatriados cubanos que llevan suministros a sus familiares con pequeños negocios.
"Las reformas de libre mercado del Gobierno introducidas en los últimos dos años fueron diseñadas para fomentar las pequeñas empresas, la agricultura privada y la iniciativa individual", escribe Reuters, y agrega: "Bajo el nuevo código tributario el Estado espera obtener su parte de las ganancias".
¿Su parte? Los cubanos ganan alrededor de 19 dólares al mes, un salario de esclavos, medido por cualquier parámetro. Hacen el mismo trabajo que otros latinoamericanos, a menudo con más destreza. Sin embargo, para su único empleador, el Estado, sus quehaceres sólo valen 19 dólares, en una implícita expropiación de su verdadero valor de mercado.
Y no lo dude, así lo ve el Gobierno: Fidel Castro, el dictador cubano, incluso le dijo a una destacada profesional de la medicina, la Dra. Hilda Molina, que no podía abandonar el país porque la formación que había recibido del Estado convertía "su cerebro en propiedad estatal".
Reuters señala amablemente que el Gobierno "impuso algunos impuestos dispersos, pero en buena parte prefirió mantener los salarios bajos para poder financiar servicios sociales gratuitos".
Ese es justamente el quid del asunto: que el dinero que los trabajadores podrían ganar en salarios que reflejen el verdadero valor de lo que hacen, si tuvieran la libertad de elegir a sus empleadores, ahora va al Estado y sus programas "gratuitos". Oficialmente o no, es una plusvalía muy superior al 99%.
Y ¡qué sorpresa!, los hermanos Castro han amasado casualmente fortunas personales de miles de millones de dólares, de acuerdo con los últimos cálculos de la revista Forbes. Eso entraña una enorme cantidad de impuestos.
Lo que la dictadura de los Castro está procurando es embolsillarse el dinero de las nuevas empresas supuestamente independientes que ha autorizado, con el propósito original de reducir las infladas nóminas estatales.
Lejos de ser una modernización o una liberalización de libre mercado, el aumento castrista de los impuestos no es más que una extorsión a los negocios privados que pujan por crecer, y un esfuerzo por reafirmar el poder del Estado sobre sus ciudadanos.
Una medida en extremo comunista, que no va a funcionar.